22/11/2024 00:45
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“Hicisteis cientos de reuniones para hablar de mi pobreza. Publicasteis miles de informes sobre mi enfermedad. Discutisteis una y otra vez sobre mi falta de vivienda y yo sigo pobre, enfermo y sin techo” Anónimo
Esto es lo que diría un homeless en Estados Unidos tras unos meses de gobierno de Biden.

Europa cree que Biden es el nuevo Mr. Marshall que nos va a traer todos los bienes sin mezcla de mal alguno. No solo Estados Unidos pasará del infierno de Trump al cielo de Biden, también Europa e incluso el mundo. Nunca en la historia de las elecciones de Estados Unidos se ha visto en la elección del nuevo presidente la luz que ilumina el oscuro túnel en el que, el derrotado Leviatán Trump, mantenía encerrado; no solo a su país, sino al mundo entero. Naturalmente todo el mundo comparte la euforia que la llegada a la Casa Blanca ha traído Biden, a ver quién es el guapo disiente de la corriente oficial. Yo, al igual que otro cualquiera, tengo una opinión; ya se sabe que “las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno”; frase que Clint Eastwood pone en boca de su personaje el inspector Harry Callaghan. Mi opinión puede ser tan buena o tan mala como cualquier otra, pero tiene independencia; surge de mi visión y percepción de la historia, de la visión y percepción de un hombre del común que no está mediatizado por las corrientes oficiales al uso. Mi opinión es esta: Con la llegada de Biden los ricos seguirán siendo ricos, algunos incluso más ricos, los pobres seguirán siendo pobres, algunos incluso más pobres. Una vez al año los hombres y mujeres más poderosos del planeta se reunirán en Davos para determinar que decisiones deben ser tomadas para que nada cambie y parezca que algo cambia. Los paraísos fiscales continuarán con sus oscuras cajas fuertes repletas de billones de billetes de todos los países mientras cada día mueren miles de niños por hambre, sed y enfermedades fácilmente curables como cólera, hepatitis, fiebre tifoidea. Los sintecho, seguirán sin techo y los que, afortunadamente puedan cobijarse bajo uno, para poder hacerlo, tendrán que trabajar muchas horas en empleos de mala muerte y mal remunerados. Se seguirá enviando satélites a la Luna porque parece ser que se ha encontrado “moléculas de agua” mientras aquí en la Tierra la gente muere de sed o por enfermedades provenientes de aguas infectas, y los mares y océanos son un lugar de muerte para los seres que lo habitan estando como están en estado tóxico por los vertidos que los inundan. El consumismo, esa religión que devora a sus mismos fieles como Saturno devoraba a sus hijos, seguirá siendo objeto del mayor culto que religión alguna tuvo jamás. La corrupción política, esa lacra que arruina pueblos y personas, continuará con su marcha triunfal. La justicia permanecerá con su balanza averiada y con la venda en los ojos. El consumo de drogas que asola a países enteros sin distinción de clases destruyendo vidas y haciendas no se detendrá y puede que aumente, si es que todavía queda alguien en este mundo occidental de progreso sin pausa que no se drogue… Y da igual que gobierne Trump, Biden, Obama, Bush o cualquier otro porque quien maneja los hilos de las marionetas que son los gobernantes, los que, escondidos en la tramoya de este teatro del mundo, lo han convertido en su cortijo, son los que verdaderamente hacen y deshacen llevados de su codicia y ambición sin límites; esos son los que, esté quien esté poniendo rostro al gobierno, juegan a su antojo con el mundo.

Algunos países esperan que Biden, como un nuevo Mr. Marshall, llegue a ellos regándolos de riqueza. No tienen ni idea de que no es Biden ni ningún otro, sino el sistema que desde hace siglos juega al frontón con la pelotita Tierra, el que, con arreglo a sus intereses de poder decide cómo, cuando, donde y cuánto.  

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REDACCIÓN
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