27/11/2024 09:38
Getting your Trinity Audio player ready...

En el curso de la Segunda Guerra Mundial el General Douglas MacArthur se vio obligado a buscar refugio en Australia cuando los japoneses se apoderaron de Las Filipinas. En el momento de su salida les dijo a los filipinos «Yo regresaré». Y así lo hizo el 20 de octubre de 1944. En una arenga transmitida por radio, MacArthur les dijo: «Pueblo de Las Filipinas, estoy de regreso». Cuatro meses más tarde, en enero de 1945, sus fuerzas habían invadido la Isla de Luzón y consolidado el control norteamericano sobre el archipiélago filipino.
Ese fue el episodio que me vino a la mente cuando escuché el discurso del Presidente Trump ante el Comité Conservador de Acción Política que concluyó el pasado fin de semana en la ciudad floridana de Orlando. Tuve la satisfacción de ver a un hombre eufórico, bronceado por el sol y totalmente relajado. En términos americanos:»Feliz dentro de su propia piel». Habló sin detenerse y sin siquiera tomar una gota de agua durante 90 minutos que me parecieron segundos porque este hombre tiene la capacidad excepcional de cautivar a su auditorio. Un contraste dramático con el esperpento que deambula por la Casa Blanca y que no puede hablar diez minutos sin la ayuda de telepromters y de papelitos escondidos en los bolsillos.  
Como es su costumbre, Trump habló sobre una multiplicidad de temas. Lo que me obliga a una síntesis de los que considero los temas más importantes para el futuro de esta nación. Echó por tierra la insidiosa patraña de que se propone crear un tercer partido. Dijo que ya existía un Partido Republicano que está totalmente unido en la defensa de los valores y principios que han hecho grandes a los Estados Unidos.
En este punto es importante destacar que los terceros partidos tienen una historia desastrosa de fracasos en este país. Comenzando por el tercer partido creado por el Presidente Theodore Roosevelt  en 1912 y siguiendo con los terceros partidos que retaron en 1935 al Presidente Franklin Delano Roosevelt, el tercer partido creado por el Gobernador George Wallace en 1968 y terminando con el infame e infructuoso partido de Ross Perot en 1992 ninguno ha tenido éxito.
Perot se las arregló para frustrar las aspiraciones reeleccionistas de George H.W. Bush y entregarle las llaves de la Casa Blanca a un Bill Clinton que obtuvo menos del 40 por ciento de los votos. Con su decisión de reunificar y fortalecer al Partido Republicano Donald Trump ha demostrado que se ha aprendido la lección y que es más pragmático de lo que le conceden sus adversarios. De no serlo no habría acumulado su cuantiosa fortuna.
Regresando a Trump, las encuestas han demostrado que es más popular que hasta el ícono republicano Ronald Reagan entre los miembros del Partido. En una reciente encuesta de la acreditada empresa dirigida por John McLaughlin, Trump recibió el apoyo del 95 por ciento de los miembros del Partido Republicano. Porque lo cierto es que estos tiempos de turbulencia demandan la habilidad de líderes que confronten a la izquierda vitriólica del Partido Demócrata con sus mismas armas. En ese aspecto Donald Trump supera a Ronald Reagan.
Pero, además de orador elocuente y guerrero que no se rinde, Donald Trump es un hombre que produce resultados tangibles. Ahí está la vacuna contra el Covid 19 desarrollada en meses cuando muchos predijeron que tomaría años. Ahí están las 500 millas de muro en la frontera sur que no fueron capaces de construir ninguno de sus predecesores en los dos partidos. Ahí está el desarrollo de las fuentes de energía que transformaron a los Estados Unidos de importador en exportador de petróleo.
En sus dos primeras semanas de gobierno, el fantasma que habita la Casa Blanca echó por el piso muchos de los éxitos logrados por Donald Trump. La «América primero de Trump» ha pasado a ser «La América última de Biden». Según el Presidente Trump, estas políticas erróneas serán el preámbulo de las pérdidas que sufrirán los demócratas en las parciales de 2022. Unas elecciones en las Donald Trump ha prometido hacer campaña por los candidatos republicanos. Dicho sea de paso, los republicanos como Liz Cheney que se atrevan a enfrentarse a Trump perderán las elecciones. Aunque les molestes a las élites, Donald Trump no será el partido pero sin él no hay Partido Republicano.
Sigamos pasando revista a su intervención en Orlando. El hombre «sin pelos en la lengua» dijo que los demócratas utilizaron el virus chino para cambiar las reglas electorales en forma ilegal e inconstitucional porque actuaron sin la aprobación de las legislaturas estatales. Trump está totalmente en lo cierto. De acuerdo con la Cláusula Electoral de la Constitución Federal (Articulo II, Seccion 1, Clausula 2), las leyes estatales−no las federales−son las que regulan la mayoría de  los elementos de elecciones en los Estados Unidos; incluyendo las elecciones primarias, la elegibilidad de los votantes y la administración del Colegio Electoral del estado.
Estos elementos jurídicos conceden una ventaja a los republicanos a la hora de cambiar las leyes electorales que facilitaron el fraude de 2020. Porque los «trompistas» y republicanos controlan las legislaturas de 31 de los 50 estados de la Unión Americana. Los demócratas disfrutan de mayoría solamente en 19 de ellos. Ese es precisamente el organismo que tiene la última palabra sobre los instrumentos procesales que regulan las elecciones federales. Es, por lo tanto, inaplazable que los republicanos se pongan a trabajar porque, sin una ley electoral equilibrada, honesta y precisa volverían a perder las elecciones.
Donald Trump está totalmente consciente de esta situación y así lo hizo saber en su discurso del pasado domingo. Por eso mencionó los pasos necesarios para lograr ese tipo de ley. Dijo que las elecciones deberían efectuarse en un solo día. No en 45 o 30 días como ha pasado con anterioridad. Dijo que las únicas personas a las que se les permitiría emitir un «voto ausente» es a aquellas que están muy enfermas, a los que residen fuera de los Estados Unidos y a los miembros de las fuerzas armadas.
Propuso, asimismo, que se le pongo fin al «voto por correo» de personas que cuentan con todas sus facultades. Y muy importante que se expida un carnet de identificación y se realice una verificación de las firmas de cada elector. Cambios todos muy necesarios y opuestos tradicionalmente por los tramposos electoreros del Partido Demócrata.
Por mi parte, experimenté una gran satisfacción ante los cambios propuestos por el Presidente Trump porque tenían un gran parecido con los que yo había propuesto en un artículo que publique el 11 de enero de este año bajo el título de «La Cosecha del Odio». Entonces dije: «Yo empezaría por crear una «tarjeta de identificación» …limitaría las elecciones a 24 horas…eliminaría la llamada «cosecha de votos», personas que sirven de intermediarias entre el votante y las urnas de votación…eliminaría en su totalidad el «voto por correo»…y pondría condiciones estrictas a las «boletas ausentes» emitidas por personas discapacitadas.»
Cierro con las palabras del Presidente Trump: «La misión de nuestro movimiento y del Partido Republicano debe ser la de crear un futuro de buenos trabajos, familias sólidas, comunidades seguras, cultura vibrante y una gran nación para todos los americanos.»  Así como MacArthur liberó a los filipinos del yugo japonés Donald Trump trabaja por liberar a este pueblo del yugo de una izquierda totalitaria que se propone destruir la democracia americana.

Autor

REDACCIÓN
LEER MÁS:  NOTA DE PRENSA 3/08/2023 . SE HA SOLICITADO LA ANULACIÓN DE LAS ELECCIONES GENERALES. Por Javier Marzal
Últimas entradas