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Absolutamente desacreditado el régimen del 78 por corrupto y corruptor a todos los niveles, y casi sin viabilidad. En un contexto de crisis institucional, política y económica, desafección ciudadana en las instituciones y falta de confianza en la política. Los ciudadanos españoles fuimos convocados por UNIÓN 78, el nuevo invento de la ex telonera de Felipe González, cañera de chupa negra y rubia de bote, Rosa Díez.

Convocados so pretexto de que era absolutamente necesario concentrarse porque el Gobierno de Pedro Sánchez se está cargando España, siendo que el resto de las instituciones y la sociedad civil son inocentes. Se apelaba al espíritu nacional sobre el argumento aceptado y machaconamente expresado por uno de los voceros de este sistema, Luis María Ansón, el bufón de Estoril: “Aquel milagro histórico conseguido en 1977 (se omite que fue una involución) y que ha mantenido en España cuarenta años de paz (se omiten las casi 1000 víctimas mortales de ETA), prosperidad (se omite los cada vez más amplios espacios de pobreza entre la población española) y libertad (se omiten las injerencia de los diferentes Gobiernos en el Poder Judicial a fin de domesticar a la sociedad), está siendo descuartizado por un Gobierno tórpido y débil incapaz de conservar lo conseguido”. (Primera Plana, El Cultural de El Mundo, 13 de noviembre de 2020).

Convocados con este argumento falaz, argumentemos el nuestro: ¿sería deslealtad a la Constitución por parte de las Fuerzas Armadas no consentir ningún atentado contra la unidad de España? ¿Lo sería si la Conferencia Episcopal de la Iglesia católica declarase que un católico no puede votar a un partido que mantenga en su programa el aborto, la legalización del matrimonio homosexual, la ideología de género o la eutanasia? ¿Y si el Poder Judicial eligiera a sus miembros, garantizando de esta forma la independencia judicial, base y sostén del Estado de Derecho, sería deslealtad constitucional por imperativo de los usos y abusos consentidos en el pasado? O ¿si la Real Academia de la Historia, en cuanto a la libertad de cátedra, certificase como bodrio ideológico la ley de memoria histórica socialista? ¿Y si la sociedad civil actuase conforme al orden natural y al bien común?

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Ya me dirán ustedes si la simulación no fue lo que presidió la concentración en Colón. Simulación sobre un sistema impostado y lleno de ficciones que está dando sus últimos estertores. Siendo así que el verdadero reto es actuar. Defender España requiere algo más que concentrarse en Colón. Requiere una acción de vuelta, y no falacias sin sentido.

Y sobre esas falacias, la mayor es la defensa de la Monarquía, que ha venido actuando de paraguas en el proceso de deconstrucción nacional y en el debilitamiento del Estado. Lo que nos trae al recuerdo cómo llegó la II República que los patriotas aceptaron como un mal menor, conscientes, como preciso José Antonio, de que la Monarquía era “una institución fenecida”. 

Tan fenecida estaba, que Alfonso XIII ni siquiera fue despedido por una Compañía de Honores. Y si es el caso de ver en presente la Corona, al anterior se le ha forzado al exilio, advirtiéndole que no vuelva. Y al que de momento ejerce, Felipe VI el vano, todavía se le permite inaugurar exposiciones. 

Autor

Pablo Gasco de la Rocha
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