22/11/2024 08:58
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Veo, veo…. ¿qué ves? Una cosita. ¿Y qué cosita es?

Un gobierno de un país niega que exista riesgo de coronavirus, animando a que la gente haga lo que le plazca, pues eso de un determinado virus que ha infectado a otros no afecta a los gobernados de ese país.

Ese gobierno anima a la fiesta en las calles y a una manifestación multitudinaria. De golpe y porrazo cambia de criterio y declara un Estado de Alarma.

Al poco ese Estado de Alarma se convierte en Estado de Excepción de facto, sin que se declare como tal. Se ponen todos los instrumentos del poder al servicio de que los ciudadanos sean encarcelados en sus casas. Se suprime toda la actividad económica, salvo los servicios esenciales.

Empieza a morir la gente a porrillo. Los sanitarios carecen de los más elementales elementos de autoprotección contra el virus y muchos son afectados por los contagios.

No hay respiradores para los que los necesitan. Sin embargo empresas nacionales se ofrecen a hacerlos, y se les impide fabricarlos porque no obtienen la certificación (burocracia).

Se ofrecen mascarillas por algunas empresas nacionales, pero se adquieren en China. No llegan. Se obstruye por otros países su tránsito a destino, con la pasividad contemplativa de quien debe reclamar el material retenido. El que llega a destino es defectuoso. Nadie de los gobernantes de ese país ha previsto con tiempo la compra del material pese a las advertencias de organismos internacionales.

Y, sin embargo, cambiando de criterio de forma copernicana, de la noche a la mañana, ese mismo gobierno que decía que los ciudadanos no deben ponerse mascarillas, pese a que en otros países afectados obligaban a sus gentes a llevarlas ─precisamente los que superaron la infección masiva─, hace un reclamo a que todo el mundo se las ponga. ¿Qué es lo que ocasiona ese cambio de criterio? No lo sabemos.¿ La falta de material? ¿O prevenirse de una avalancha de acciones legales en el juzgado? ¿O hay otra razón incógnita?

Se saturan los hospitales y se marca el criterio de dejar morir a los ancianos, para dar preferencia a los que tienen más expectativa de vida. Esas personas octogenarias que vivieron la guerra y la posguerra, sacaron a ese país de la ruina con su trabajo de sol a sol, pasaron privaciones, lograron la prosperidad para un país que luego otros han dejado al píe de los caballos y dependiente de la caridad ajena. Ese país que discrimina a la gente en función de su edad dice defender los derechos humanos y la no discriminación por condición de edad, sexo, etc. Y es que las garantías constitucionales se han dejado en suspenso. Ya no hay Estado de Derecho en ese país pues los derechos fundamentales quedan al arbitrio de quien detenta el poder, es decir de dos personas que se han hecho con su control aprovechándose del pánico colectivo. Los muertos siguen creciendo, los afectados también.

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El control parlamentario queda en suspenso, o quizás bloqueado sine die. Con lo cual los que detentan el poder, es decir dos con cara de iluminismo infiltrado, hacen y deshacen a su antojo. Por ejemplo, privilegiar con financiación discriminatoria a unos medios de comunicación que pertenecen a la órbita ideológica de los que mandan, es decir de dos iluministas o iluminados, aprovechándose de la paralización de los mecanismos de control parlamentario.

Se llega, incluso, a despenalizar las injurias contra el Jefe del Estado, y las difamaciones que se viertan contra el máximo mandatario de esa nación, aprovechando que el control de la acción del gobierno ha quedado neutralizado.

Se monitoriza los movimientos de los ciudadanos mediante el control digital de sus teléfonos.

Se impide que la prensa, radio y televisión haga preguntas en las comparecencias de ese gobierno, es decir se obstaculiza el control social de lo que hace ese gobierno.

En consecuencia, lo que ese país era hasta unas pocas semanas antes, es decir una nación con un Estado de Derecho y garantías constitucionales, y un régimen democrático, queda maltrecho y sin la preserva de los derechos ciudadanos, incluidas las normas del juego democrático, sin que quienes han bloqueado esas prerrogativas tengan legitimidad para ello.

Ciudadano… ¿qué ves?

Autor

Ernesto Ladrón de Guevara