20/09/2024 10:38
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¡Por fin podemos ir a misa!, Exclamaron tantos fieles después de la reapertura de las iglesias en muchos países. Pero, ¿ha ocurrido algo mientras tanto? ¿Hay algún elemento nuevo? ¿Existen nuevas normas litúrgicas?

Por desgracia, existen, y todavía peores que las anteriores. Se han dado las indicaciones de determinadas conferencias episcopales, de Italia por ejemplo como las que más, y que no son otra cosa que catastróficas. Más que eso: sacrílegas. El vaticanista Edward Pentin también ha puesto el dedo en la llaga:

[Las imágenes de la distribución de la comunión hoy (18 de mayo) en Roma y a lo largo de Italia. Debido al decreto firmado por el gobierno y los obispos, los sacerdotes deben utilizar la mascarilla y los guantes para dar la comunión]

Aparte de todo esto – como también está ocurriendo en España – se deben utilizar geles desinfectantes para que los sacerdotes puedan desinfectar las manos – ¿de Jesucristo? – antes y después de dar la comunión. Pero enseguida surge la pregunta: ¿qué está ocurriendo con las partículas del Cuerpo de Cristo que quedan adheridos en los guantes o las manos? ¿Se están desinfectando como si fueran veneno – ¡libranos Señor! – mientras que los guantes con las partículas del Corpus se tiran a la basura? Está ocurriendo precisamente eso; de eso se trata y no soy el único que se está dando cuenta de esta dimensión blasfema de las nuevas rúbricas.

Un buen sacerdote italiano, Leonardo Ricotta de la parroquia de San Águeda en Sicilia, ha condenado en su homilía del 18 de mayo las medidas de la Conferencia Episcopal Italiana como “blasfemas”, llamando esas misas – con toda razón – “carnicería eucarística”. “Antes no daré la comunión en absoluto, que cometer un sacrilegio”, comunicó a los fieles. Resultado: el sacerdote suspendido. A esos obispos les importa más que alguien se rebele contra sus medidas, que dar a Dios debido culto y honor. ¿Qué habrá pensado el obispo? ¿Esto?: “¡Por fin! ¡Me ha venido de perla esta declaración de este elemento que no soporto más! ¡Por fin puedo librarme de este “anticuado!”

Por desgracia, no está mucho mejor – si podemos usar este término – ni en España, Portugal o Croacia por ejemplo. No hablemos de Alemania y algún que otro país más. “Es imprescindible la desinfección de las manos de los que distribuyan la comunión – comentario: porque se presupone que dan por hecho que no solamente los curas la dan – antes del mismo acto de la distribución,…”. ¿Es que Cristo no sigue adherido en las manos? ¿Es que Cristo es veneno? ¿Es que no veis qué maldición estáis invocando sobre vosotros mismos y todo el pueblo? ¿Cómo que no tenéis miedo de Dios? Pues, deberíais.

A lo largo del mundo está pasando algo parecido, algo por lo que un fiel debe implorar a Dios lleno de aflicción: “Oh Dios, vinieron los gentiles a tu heredad; el templo de tu santidad han contaminado;” (Sal 79,1). Dejaron a Dios de lado, y empezaron a adorar a la criatura, colocando al hombre y su supuesta salud corporal en el primer lugar. ¿Pero cómo puede irle bien al hombre, si ofendéis a Dios? Tienen miedo de Cristo:

Autoservicio”, las mujeres distribuyendo la comunión con mascarillas esas de plástico transparente como si estuviéramos en un módulo de guerra biológica, y un largo etc.

Etc, hasta el infinito. O mejor dicho, hasta algún círculo infernal de Dante. ¿Pero de dónde viene todo esto? ¿Es que con esto se empezó ayer, o hay algo que no empezó nada más que desde ayer?

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Volvamos a la segunda mitad de los sesenta del siglo pasado, cuando yo y mi generación teníamos la gracia de recibir el Cuerpo de Cristo. En aquellos años no disponíamos de fotos ni de tantos aparatos, pero más o menos eso ha sido como aquí abajo, que gracias a Dios todavía se puede encontrar si se busca:

Nos daban fotos piadosas llenas de devoción y recogimiento, con el Señor dando la comunión a los niños y niñas puestos de rodillas en un reclinatorio, con un ángel al lado de ellos. Luego, prestemos atención: las mujeres iban siempre con la cabeza cubierta, porque ya el Papa y mártir Lino, el primer sucesor de San Pedro, determinó canónicamente – antes de él lo dejó en sus cartas San Pablo, algo que formó parte del Nuevo Testamento – que las mujeres deben llevar el velo en las iglesias, por razones de culto, no culturales como ahora lo están diciendo. Esa disposición perdura hasta la reforma litúrgica posconciliar del 1970 (formalmente promulgada), que supuestamente tenía que traernos tantos bienes. Tanto nos hablaron de eso, mientras nos escondían la auténtica fe católica que ellos pervirtieron.Si no me creéis, mirad los frutos por doquier. España en concreto no dejó de ser católica porque la gente dejó de ir a la misa, sino porque se degradó la liturgia por los que tuvieron que cuidarla; porque molestaba el tomismo y el Trento en los seminarios; porque en algunos otros se formaron CC.OO. en vez de enseñar la fe; porque… Los fieles no pidieron nada de eso. El enemigo se infiltró dentro, eso es lo que ha pasado. El enemigo ocupó altas sillas y puestos, y los buenos fueron perseguidos. Eso es lo que hicieron los herederos de Judas. Así nos enseñaban como si las únicas disposiciones de la Iglesia fueron los de los años sesenta y posteriores; como si se hubiese una nueva religión de alguna manera. Novus Ordo Missae para el Novus Ordo Seclorom.

[Las rúbricas litúrgicas anteriores a la reforma conciliar (inmediatamente posterior al Segundo Concilio Vaticano) han sido llenas de cuidado extremo para con el Señor en la Hostia y el Cáliz. Después de la consagración, el sacerdote ya no separaba el pulgar y el dedo índice con los que había sujetado el Cuerpo de Cristo, sino incluso tendría el cáliz cogido con los tres dedos restantes para no separar aquellos dos dedos. Para que no se desprenda ninguna partícula del Cuerpo de Cristo, por si acaso. Después de la comunión, el sacerdote se lavaría los dedos con un poco de vino que no se había utilizado en la consagración, para beber luego del cáliz después de enjuagarlo por dentro de esta forma. Después, haría lo mismo con un poco de agua. Solamente esto último quedó en la reforma conciliar. Lo que es inimaginable es que los restos de Cuerpo de Cristo se “laven” sin más, “desinfecten”, o incluso se tiren a la basura.]

Entonces también hacía el calor, pero todo el mundo iba a misa con las mangas largas. Las mujeres no iban a la iglesia llevando pantalones, ni siquiera fuera de la iglesia. Así hasta la revolución sexual del 68. La que de alguna manera entró dentro entre nosotros, hasta en las filas eclesiales y mentalidades. No hace falta ni recordar que todos recibíamos la comunión de rodillas, y en la boca por supuesto, en el primer escalón justo enfrente del altar, con toda la devoción. Hasta un lelo podía ver y percibir que allí se recibía algo grande y sagrado. La forma de recibir la comunión era una catequesis más, de las más importantes. No pudo ser de otra forma. Cualquiera que recibía la comunión percibía con todos los sentidos que está inmerso en algo majestuoso. Gran temor de Dios, recogimiento, devoción y dignidad sobrecogía a todos, a los grandes y pequeños. Ir a la iglesia significaba ir a un lugar santo y divino. Esa percepción entraba en el alma por medio de los ojos y oídos, por medio de todo que pudiste ver, oír y vivir.

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Pero el giro sustancial tuvo lugar con la protestantización del culto católico, realizado con la mencionada reforma litúrgica del Novus Ordo. Reflejada en un millón de cosas, pero de modo muy plástico mediante la comunión en la mano. De pronto llega la costumbre de Alemania, Holanda, etc. – y también muy especialmente con los neocatecumentales – de comulgar en la mano, costumbre que prácticamente se impone durante décadas. Nos decían que supuestamente los primeros cristianos recibían la comunión de esa manera, pues nosotros también debemos hacerlo. Pero aquellas costumbres del primer siglo que no nos encajan, pues esas como que no si no coinciden con lo que nos place hacer ahora. En el fondo, lo que importa son sus planteamientos, a los que sujetan todo lo demás a su capricho. Por supuesto que también en la primera Iglesia enseguida se implantó la costumbre de recibir a Cristo de rodillas y en la boca – ¿cómo de otra forma recibir a Dios por aquellos que no tienen las manos ungidas para el sacerdocio? – pero a ellos eso no les interesa. Ellos cogerán de lo antiguo solamente aquello que puedan aprovechar para su visión modernista. En el fondo, engañan a los no instruidos e ingenuos. Junto con eso, colocaron algo que posiblemente era lo primero para ellos: “las razones higiénicas”. Para que no se contagie alguien. De pronto, ahora esa es la preocupación. Cuando más detergentes hay en casas, ahora es el problema el contagio. Después de veinte siglos esa cuestión llega a plantearse. Porque se quedaron sin fe. De modo que de aquellas “razones higiénicas” de hace unas cuatro décadas especialmente, hasta la comunión del coronarégimen, faltaba solamente un paso.

Y así, allí está el resultado, lo tenéis ante vuestros ojos: ofendéis a Cristo Dios, y por estos sacrilegios os espera – junto con todo el mundo – un duro castigo. Porque, podemos hablar de la política lo que queramos, pero esta cuestión es la principal. De la situación en la Iglesia depende la situación en el mundo entero. Mirad el caso de derrumbe moral y espiritual en España de las últimas décadas: ha sido por eso, porque la sal dejó de ser la sal, y no tiene con qué salar. Si a Dios no se da el culto “en espíritu y verdad”, ay a todos nosotros. La mano de la justicia divina caerá sobre todos nosotros. De nada os servirán vuestras medidas de precaución con las que cuidáis vuestro cuerpo por encima del alma.

Y si no dais el giro del 180º, así nos será a todos.

Enlaces:

Sacerdote italiano suspendido por oponerse a la “carnicería eucarística”:

https://gloria.tv/post/ByY74eKnECye2oGDAGtbzRFwT

Obispos italianos escuchan el dictado estatal:

https://gloria.tv/post/wu8g6T1vU2iC1TUz9h31kQtb9

Nuevos protocolos” para la comunión:

https://gloria.tv/post/iVcLJf42wFze1un1DwU78tW8p

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