22/11/2024 00:57
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Todos los años igual. Incendios en media España, llevamos ya más de 30 años, desde que la agricultura y la ganadería han ido declinando, viendo como los incendios han venido campando a más, por la sencilla razón de que para saber no hay que ir a Princeton, sino ver y copiar lo que en cada lugar hacían los lugareños, que los ecologistas y más tarde los ecolo-jetas se niegan a emular.

Como dijo el escritor, todo se jodió cuando en los despachos se sustituyeron a muchos solventes funcionarios de ICONA que se ocupaban de la conservación y de la naturaleza y la interacción de ambas, a pesar de que otros sembraran de especies ignífugas grandes superficies de nuestras sierras, por jóvenes funcionarios y advenedizos insuflados de ideología ambiental radical.

Movimientos ambientalistas y hasta ecologistas los ha habido serios, porque a nadie con dos dedos de frente se le ocurre que la protección del medioambiente no deba formar parte de acerbo cultural y tecnológico actual. Pero por cada organización seria, ha habido y hay hoy decenas de organizaciones cuya única base es la ideologización del medio ambiente.

Antaño, las cosas iban por si mismas porque los agricultores y ganaderos, que eran los que sabían de verdad cómo hacer las cosas, infinitamente más que los nuevos ingenieros que empezaban a escalar las plantillas de los ministerios de agricultura y obras públicas, a los que dejaban hacer y como consecuencia de que los estragos de la emigración se iban haciendo cada vez más evidentes, las cosas se empezaron a complicar y el número y gravedad de los incendios, a crecer.

Impericia e intervencionismo progresivos fueron los principios que saltaron de las mal llamadas organizaciones no gubernamentales a las poltronas ministeriales y a las múltiples autonomías. La política lo impregnó todo de arriba abajo y muchos funcionarios -nada que ver ya con aquellos mencionados- eran y son indistinguibles de los muchos ecologistas que a través de la política se infiltraron -y siguen- encaramados en puestos relevantes de los ministerios.

Dice el sátrapa que nos desgobierna que «el cambio climático mata». Pues mire usted presidente, con los datos científicos de los estudios oficiales que también existen, la inmensa mayoría de las causas directas de los incendios forestales tienen que ver, algo o mucho, con la actividad humana, según se desprende de la tabla adjunta.

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El cambio climático ha existido de siempre, pero creo que lo suyo es cambiar a un ritmo en que los cambios sólo se visibilizan a muy largo plazo. Yo no soy ambientalista y no se si tiene razón el presidente del gobierno cuando se empeña en culpar al cambio climático, sobre el que por mucho que se empeñe no puede actuar ni modificar su inercia. Lo que sí se es que mientras, se abandona el monte y lo forestal. Lo resume de manera magistral el escritor Alfonso Ussía en una de sus columnas semanales:

«El ingeniero agrónomo, ganadero, y rehalero –más de 175 perros a mantener y entrenar por pura afición y amor a los cánidos–, don Pedro González de Castejón, ha convertido en viral su queja y su denuncia. «No se permite hacer caminos que habrían facilitado el acceso de la maquinaria antifuegos a los lugares óptimos. No se permite hacer cortafuegos y, cuando se autorizan, el mantenimiento tiene que ser a mano. No hay limpieza en los montes. La ganadería intensiva, que los limpia, está desapareciendo por la despoblación del mundo rural y las políticas para no combatir los estragos del lobo. El ganado es masacrado por los lobos. La clase política está en manos del ecologismo irracional que, día tras día, demuestra su incompetencia. El resultado: media España se quema. Mueren las ganaderías y los animales silvestres. Las políticas del medio ambiente se deben establecer oyendo y escuchando a la gente del campo, que ha demostrado durante siglos, que saben salvaguardar su entorno. Es lógico, por cuanto es su patrimonio. Jamás se gestionó tan mal el mundo rural en España». Y el del cambio climático, Super Puma va, Super Puma viene, Falcon va Falcon viene, y simula un atisbo de llanto para hacerse una foto en un paraje calcinado de Extremadura. Y los españoles a lo suyo, es decir, al silencio, a nada».

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En Europa se cambia el concepto de lo verde permitiendo la energía nuclear y muchos países vuelven al carbón, nosotros ni una cosa, ni otra, porque incluso ya llevamos dos térmicas voladas y las nucleares que cumplen, ya se han cerrado varias, cumplido el plazo de vida útil se cierran sí o sí. Ni siquiera se permite investigar nuestros recursos mineros, ni por ejemplo retirar de los cauces de los ríos el material maderero flotante y a los pirómanos no se les incrementan las penas. Enviamos armas a Ucrania pero, sin embargo seguimos importando el gas de Rusia.

La ministra de mamarrachadas feministas, de género o similares varias dispone de un presupuesto 40 veces superior a los gastos destinados por el ministerio de la Transición de España a la nada para luchar contra los incendios forestales. La ministra no permite nucleares, ni térmicas, sólo molinillos y huertos solares; la ministra prohíbe todo lo relacionado con el monte, hasta ni limpiar las cunetas, apoyada en las legiones de talibanes ecológicos que pueblan su ministerio y las consejerías homólogas en las 17 autonomías. Son los pirómanos intelectuales y de facto.

¿Y donde están los sabios, los estudiosos, lo catedráticos, los profesores y los profesionales del ramo para denunciar el abandono consentido de nuestros montes? Ni han estado, ni están, ni se les espera. Han estado, están y seguirán, muy probablemente callados, por miedo y por el pecunio. Quizá, hablen para sus cenáculos restringidos de iniciados, pero no para el vulgo de mortales. Y los montes estuvieron usados, mantenidos y sabiamente explotados, ahora arden por maleficencia, impericia e ideología. Mañana, no habrá bosques, habrá secarrales y ceniza.

Si el cambio climático mata, presidente y ministra, mata más la dejadez, la desidia, la incompetencia y la intransigencia.

Autor

REDACCIÓN