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En la reciente encuesta realizada por Tecnè – Termometro Politico sobre las elecciones en Italia convocadas para el 25 de septiembre, puede apreciarse que los datos dan la victoria con amplia mayoría a la alianza de la llamada centroderecha, hoy encabezada por Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi. Según la misma, la coalición formada por Fratelli d’Italia, Lega y Forza Italia, aventajan en casi 20 puntos porcentuales al Partito Democratico, la izquierda histórica italiana. A solo un mes de la convocatoria a las urnas, la particular alternativa política patriótica, soberanista y liberal unida, se impone claramente a la izquierda, el progresismo y la corrección política en sintonía con el discurso único dominante.
El estudio demoscópico publicado por el periódico Il Giornale, otorga a la centroderecha un 46,% del electorado. Dentro de la coalición, Fratelli d’Italia suma un 24,3%, Lega 14,3% y Forza Italia un 7,3%. Es significativo que casi uno de cada dos italianos vota por el llamado centrodestra. La centroizquierda no pasa del 28% teniendo en cuenta la estimación del Partito Democratico con un 23,5%. El Movimento 5 Stelle logra un 11,2% y la centroizquierda o el conocido como Terzo Polo con Azione e Italia Viva, apenas suma un 4,9%. El resto de propuestas políticas de diverso cuño alcanzan porcentajes testimoniales.
Todo indica que el próximo presidente del Consejo saldrá de la coalición de la centroderecha. Quien dentro de ella consiga mayoría de votos será el Premier de Italia. Las posibilidades de que la República Italiana tenga por primera vez a una mujer, Giorgia Meloni, que ocupe el Palazzo Chigi de Roma, son altísimas.
Desde las elecciones generales de 1994 que dieron el triunfo a Silvio Berlusconi -tres veces elegido presidente del Consejo de Ministros- en el Polo della Libertà con Alleanza Nazionale de Fini y la Lega Nord de Bossi, los diferentes partidos del espectro de la derecha al centro liberal marcharon unidos. Hoy, con una preferencia electoral diferente dentro de la alianza y una coyuntura muy especial y difícil después de los gobiernos de Conte y Draghi, la mayoría de los italianos vuelven a depositar sus esperanzas en un proyecto que ya ha demostrado -en mayor o menor medida- ser eficiente y convertirse en una alternativa a la izquierda progresista y a la demagogia de los 5 estrellas.
¿Qué se juega Italia en estas elecciones? Principalmente volver a la mínima coherencia de un gobierno democrático elegido por las mayorías donde prevalezca el sentido común en materias esenciales para la vida cotidiana de los ciudadanos. La clave estará en demostrar, ejerciendo el poder institucional, que es posible acabar con los asuntos puramente ideológicos de las agendas de lo políticamente correcto. El desafío es trabajar con la gran prioridad de acabar con la inmigración ilegal descontrolada y recuperar las fronteras seguras; terminar con la ideología de género como eje de acción política; recuperar la seguridad en las calles con la aplicación de la legalidad, brindando las herramientas necesarias a las fuerzas de seguridad del Estado; acabar con las ridículas restricciones sanitarias que aún están vigentes; reducir los impuestos que ahogan a los hogares con una reforma fiscal seria; apoyar a las familias y fomentar la natalidad; reducir el gasto público superfluo e innecesario; poner en orden la caja de pensiones; apostar por la energía nuclear y conseguir la soberanía energética; proteger la industria nacional; reforzar la sanidad e impulsar la educación de calidad orientada a promover el mérito; asegurar el derecho a la ciudadanía con el ius sanguinis rechazando el ius soli o ius scholae… En definitiva, volver a poner a Italia en el lugar que le corresponde en contexto europeo e internacional en el marco de la crisis económica, política, social y moral que sufre de Occidente.
¿Qué repercusión puede tener una victoria electoral de la centroderecha italiana en el contexto europeo e internacional? Ya hubo tres gobiernos de características similares al que podrá encabezar Giorgia Meloni a partir del próximo mes, más la experiencia de Matteo Salvini como vicepresidente y ministro del Interior durante 15 meses. Los resultados concretos de gestión han dejado más en el haber que en el debe y eso no es poco. Italia podría convertirse en un ejemplo para las alternativas patrióticas y soberanas demostrando que el poder de gestión y la defensa de los valores y la identidad no son incompatibles.
Algunos sectores en Italia han perdido confianza en quienes consideran que, en mayor o en menor medida, los socios de la alianza de centroderecha han arriado las banderas de ciertos principios, por el hecho de llegar al poder. Muchos votantes son críticos con la gestión de la pandemia, el apoyo a un gobierno de unidad nacional u otros asuntos políticos. Esta desconfianza quizás traducida en abstención, puede resultar peligrosa. El voto a la centroderecha actual no significa conformarse con el mal menor. El solo hecho de impedir la llegada nuevamente al poder de la izquierda, el quitar a los más incapaces, fanáticos, cínicos y arribistas que ocupan las instituciones democráticas, de por sí, ya es un logro.
La política real implica compromisos, acuerdos y negociación, y en política hay que elegir entre ser testimonial o una fuerza de gobierno. Fratelli d’Italia, Lega y Forza Italia optaron por la gestión y el poder con todo lo que ello implica con sus riesgos, aciertos, errores y logros. Como afirma Marcello Veneziani, “adaptar los ideales a la realidad, intentar hacerlos compatibles, aceptar un ritmo de renuncias, cesiones y compromisos para salvar, sin embargo, ciertas posiciones consideradas innegociables, los puntos fijos”. En ello está la clave sin excesivas expectativas y con mínimas exigencias.
La alianza del centrodestra intentó siempre hacer compatibles los principios, valores e ideales de cada fuerza política, cediendo en algún aspecto con el aliado, pero conservando lo esencial de la identidad de cada fuerza. El poder, el gobierno y la gestión pública genera desgaste. No existe partido político que ejerza el poder, ni líder ideal, que conserven su pureza. Para hacer política real es necesario buscar acuerdos con aliados de forma que, la suma de intereses comunes haga de la vida del ciudadano algo digno, y que pueda sentir orgullo de pertenecer a una gran nación y comunidad.
El 25 de septiembre los italianos tendrán la oportunidad de optar por un proyecto u otro y elegir en las urnas el destino de su patria.
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