22/11/2024 09:00
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El pasado día 29 el Presidente de Vox, Santiago Abascal, anunció en el Congreso que su partido presentaría una moción de censura en septiembre, cuando se reanude la actividad. Inmediatamente, los portavoces del PP han reaccionado criticando la -según ellos- inoportunidad de la moción, el hecho de que -según ellos- esté condenada al fracaso y, para más inri, ya han anunciado que no la apoyarán.

Vayamos por partes

Primero: No creo que nadie pueda negar que padecemos uno de los peores gobiernos, por llamarle algo, de la historia moderna de España y sin duda el peor desde 1939, lo cual tiene cierto mérito habiendo padecido a personajes como Rodríguez Zapatero. Su gestión, si es que existe, es nefasta en cualquier aspecto que se considere: gestión criminal de la pandemia, con alrededor de 40.000 muertos que se podrían y se deberían haber evitado; gestión económica ruinosa, metiéndonos en la mayor crisis de nuestra historia reciente y la más grave de entre todos nuestros socios y comparables; abuso de poder, cercenando algunos de los derechos más fundamentales; permanente generación de crispación y enfrentamiento entre los españoles, abriendo heridas ya hace mucho tiempo cerradas; continuos casos de corrupción, cuando no de delincuencia común, en especial entre los socios comunistas; descredito internacional, con actuaciones bochornosas e injustificables como la cesión gratuita en la reivindicación sobre Gibraltar; manipulación de las instituciones del Estado (Fiscalía, judicatura, AiRef, CIS, etc.); acoso a los medios de comunicación no afines y dádivas con dinero público a los afines; y una lista interminable que es por todos conocida. Es muy difícil imaginar un gobierno más censurable.

La moción de censura, aparte de para derribar al gobierno, sirve para demostrar formalmente que se reprueba su gestión, más allá de declaraciones en la prensa y más allá de discursos en el Congreso, por muy brillantes y acertados que estos sean. Igual que en casi todas las ocasiones que se reprueba en el Congreso a un ministro o a un alto cargo eso no implica su cese ni su dimisión, una moción de censura es una reprobación al conjunto del gobierno, empezando por su presidente, y sirve para dejar constancia de la censura a su gestión. ¿Qué más tiene que hacer Sanchez y sus secuaces para que se les censure formal y públicamente? ¿Empezar a quemar iglesias? ¿Empezar a incautarse de los bienes de los ciudadanos? ¿Empezar a “pasear” a los “derechistas” o a los católicos?

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Segundo: La moción de censura que seguro que no prospera es la que no se presenta. Es cierto que con la aritmética parlamentaria actual es casi imposible que se consiga la mayoría necesaria para expulsar a esta canalla, pero en un momento como el actual de extrema inestabilidad, donde las noticias (casi todas malas) se suceden sin parar, con un gobierno que consiguió la investidura “in extremis, gracias a los socios menos de fiar que uno pueda imaginar (ERC, PNV, …) y con uno de los dos socios de gobierno (Potemos) en caída libre y acosado por numerosos escándalos que, cada uno de ellos por separado, serían suficientes para mandarlos a su casa, si no a la cárcel, PUEDE PASAR CUALQUIER COSA.

Obviamente, si PP y Cs no apoyan la moción no hay nada que hacer. De Cs cabe esperar cualquier cosa, ya se ha visto su apoyo al gobierno en estos últimos meses, imagino que en algún caso tragándose su propio vómito, pero ¿el PP se va a atrever a votar en contra o a abstenerse -que tiene el mismo efecto que votar en contra- en una iniciativa para censurar a Sánchez? Dicho de otro modo, ¿va a ser capaz el PP de contestar “no” o “me abstengo” a la pregunta de si “censura Ud. a Sánchez”? Puede que lo hagan, cosas peores hemos visto, pero creo que si en estas circunstancias tan críticas y tan excepcionales también se achantan, si vuelven a hacer sus cálculos electorales y a mirar su propio interés olvidándose del interés de España, lo pagarán muy caro.

Tercero: La composición del Congreso, obviamente, no va a cambiar hasta que haya unas nuevas elecciones, y no es previsible que ninguno de los partidos que ahora no van a apoyar la moción de censura lo haga en el futuro, entonces ¿nunca se podrá presentar una moción de censura contra esto gobierno? ¿Va a haber otro momento claramente mejor que esté, con independencia de las probabilidades de éxito?

Y cuarto: los portavoces del PP y sus palmeros de los medios de comunicación no paran de repetir, como un mantra, que esta moción de censura “beneficia al PSOE”, sin dar ninguna razón ni justificación para ello. Aunque fracase, ¿en que beneficia al PSOE que se pongan sobre la mesa todas sus miserias, errores y traiciones? ¿En que le beneficia que, una vez más, queda patente que gobiernan con el apoyo de golpistas, terroristas y antisistema? El supuesto “beneficio para el PSOE” es solo una excusa cobarde para intentar dinamitar la iniciativa de Vox, una de esas “post verdades” (mentiras) que se sueltan y se repiten con insistencia hasta que se convierte casi en un ‘dogma de fe’, que hay que creer aunque no se entienda y que nadie se atreve a cuestionar. Lo que beneficia al PSOE es tener una oposición blanda, acomplejada y que solo se mira al ombligo (o a la billetera).

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Creo, por tanto, que Vox ha hecho lo que debía. Ya está bien de paripés en los plenos del Congreso, con discursos encendidos seguidos de confraternización, compadreo y risas entre los supuestos rivales (vean el video de una de las últimas sesiones en las que Iglesias y García Ejea demuestran su complicidad intercambiando bromas y sonrisas; o vean como uno de los -hasta hace poco- capitostes del PP, Alfonso Alonso, se ha asociado con dos socialistas de pro, José Blanco y Elena Valenciano, lo peor de lo peor, para fundar una empresa). Ya está bien de que los plenos del Congreso solo sirvan para hacer propaganda y hablar de cara a la galería, aplicando a la hora de la verdad el rodillo de la disciplina de voto. Que se retraten los señores diputados, a ver quien de verdad está en contra de esta banda de facinerosos y quien solo piensa en su interés personal y de partido.

Autor

REDACCIÓN