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Se piensa con palabras. Es imposible desarrollar un pensamiento con precisión sin utilizar las palabras, por eso mismo, el buen uso del lenguaje y la riqueza de su vocabulario, es necesario para el desarrollo intelectual y, por el contrario, la vulgarización y reducción del léxico rebaja las posibilidades de elevación intelectual de las personas. La importancia de la palabra, el verbo, el logos y la razón es la característica del hombre como “animal racional” y de ahí su vital importancia.
Por eso cuando se produce la manipulación del lenguaje modificando el significado de las palabras o de las ideas que portan, se produce un deterioro gravemente preocupante del nivel cultural e intelectual de la sociedad, que puede no advertirlo, distraída con la informática, el móvil o los programas llamados del corazón.
Ejemplos no nos faltan. La palabra “enervar” que en la edición XX del diccionario de la Real Academia de la Lengua de 1984 significaba “debilitar” fuerzas, argumentos o derechos, actualmente se ha utilizado como “poner nervioso” y hoy este nuevo significado es considerado por esa misma Academia como la primera acepción. Hay muchas palabras que hace tiempo que cambiaron su significado, como la palabra “liberal”, que tenía un significado de generosidad o magnanimidad sin ápice de individualismo y hoy se centra en la libertad económica individualista a ultranza. También las palabras se desvinculan de su etimología, como es la palabra “homosexual”, cuya significado actual es etimológicamente contradictorio, pues “homo” nos dice algo igual y “sexual” es relativo a la diferencia entre lo masculino y o femenino. En este tema de la sexualidad se están produciendo varias anomalías, algunas tan alejadas de la realidad como decir “todes”, que no parece que vaya a incidir en el lenguaje ordinario, pero no ocurre lo mismo cuando se habla de “machismo” y “feminismo”. Estos dos términos llevan dentro, de forma implícita, una idea, porque si nos ciñéramos a usar los términos contrapuestos habría que hablar de “machismo” y “hembrismo” puesto que biológicamente se consideran machos y hembras. Análogamente si hablamos de “feminismo” tendríamos que contraponerlo con “masculinismo”, sin embargo los términos consagrados son “machismo”, por el que se pretende que a todos los hombres se les reconoce por su función sexual de “macho” y no los valores vinculados a lo masculino como puede ser la nobleza, la valentía o la vergüenza del enfrentarse varios contra uno, etc., y a las mujeres sin embargo su condición “femenina” que evoca una conducta fina y delicada. Todas las personas cuando utilizamos estos términos estamos colaborando, querámoslo o no, con los significados manipulados de enfrentar “machos” con “féminas”, y los extenderemos aunque los usemos para criticarlos.
Análogamente el uso de términos equívocos puede llevar en sí mismo un falseamiento de la verdad mediante el uso de eufemismos, por ejemplo considerar que un aborto es una “interrupción” del embarazo cuando es una “eliminación”, sin posibilidad de reanudación de la vida recibida –quien se da la vida a sí mismo- y las personas sólo la transmitimos, aún sin saber qué es en esencia, tanto desde los conocimientos biológicos como desde los lógicos de su origen y su posible trascendencia.
Otros cambios en el lenguaje son mucho más sutiles. Pongo en esto como ejemplo la evolución de los famosos tres ideales de la revolución francesa, “libertad, igualdad y fraternidad”. Los dos primeros se han implantado con una injustificada pretensión considerarlas como un valor absoluto, pero la “fraternidad” es un concepto que deriva de “fraterno”, o “hermano” y ser hermanos implica tener un “padre”, pero como la revolución es atea, en lugar de profundizar en algo que en un principio debió parecerles esencial para hacer la revolución, no se entretuvieron en discusiones estériles sustituyendo “fraternidad” por “solidaridad”, la cual se puede lograr al menos en parte, por los hombres sin necesidad de reconocer a su Creador y por ello hay muchas personas que antes de ayudar a un misionero de la Iglesia que trabaja en un país subdesarrollado, prefiere canalizar su ayuda solidaria a través de una ONG.
¿Cómo acometer el problema de la manipulación del lenguaje? Dado que esta implica necesariamente la de los pensamientos y las ideas, es decir, de las personas, en definitiva de la sociedad, es necesario recurrir al uso correcto de la razón para reconstruir el lenguaje en su verdadero significado, evitando el enfrentamiento de las voluntades, tantas veces ancladas en pre-juicios, y profundizando en la razón de las cosas.
El tema es de la mayor importancia porque al principio era el Verbo, la Palabra.
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