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La red social Twitter ha destacado durante años por aplicar la ley del embudo con sus usuarios, sirviendo de altavoz a las opiniones progresistas y silenciando voces conservadoras o minimizando su nivel de difusión. Entre los más perjudicados por el rigorismo del censor de turno figuran aquellos usuarios, políticos y periodistas contrarios a la corrección política, cuyas cuentas acaban siendo objetivos recurrentes de suspensiones por motivos que llegan a rozar el surrealismo. La última muestra de ello ha tenido lugar hoy, cuando Twitter ha suspendido la cuenta del comunicador Javier García Isac por un mensaje relativo a su pertenencia a una asociación taurina.
«¡Orgulloso de pertenecer a la asociación! La próxima corrida en Las Rozas, con Morante de la Puebla», fue el comentario publicado por García Isac en su cuenta. Al poco tiempo, saltó el aviso de que su cuenta había sido suspendida por «incumplir las reglas que prohíben los abusos y acosos. Twitter España ha detallado que el mensaje constituye un incumplimiento de las reglas que prohíben participar en «situaciones de acoso dirigido a una persona» o «incitar a otros a hacerlo. Esto incluye desear que alguien sufra daños físicos». La respuesta de los usuarios a la suspensión ha resultado igual de contundente, con la viralización del hasthag: #YoConJavierGarcíaIsac y las peticiones de explicaciones a @TwitterEspana.
Queda por aclararse cuál ha sido el retorcimiento de las condiciones de uso de Twitter -que no prohíbe hablar de tauromaquia- del que se ha servido el censor de turno para cerrar una cuenta de ideología conservadora: ¿los toros son personas, como afirma Fanny la Vegana, y el periodista les desea un daños físicos?, ¿el acosado es el torero al que cita por su nombre don Javier?
Twitter España se ha significado por abrazar los postulados de la izquierda animalista sobre la criminalización de la tauromaquia. No obstante, la tauromaquia es una actividad legal y regulada, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de España y que genera millones de puestos de trabajo. De aplicarse el rigorismo animalista, su desaparición implicaría la extinción del toro de lidia, especie a la que supuestamente afirman proteger, del mismo modo que desaparecerían de las especies dedicadas a la ganadería comercial si se impone la arcadia vegana e insectívora que propugnan ciertos iluminados.
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