20/09/2024 13:24
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El análisis de la cuestión educativa en España admite muchos calificativos pero por sintetizar lo resumiré en uno: DESQUICIADA. El número de leyes educativas de nuestra desastrosa democracia del 78 ilustra perfectamente la saña con la que han medito sus zarpas los políticos del PSOE-PP en esta cuestión. Tanto a los unos como a los otros les ha importado un bledo la cuestión educativa, que no deja de ser el pilar formativo de las nuevas generaciones. Han pervertido la educación para convertirla en adoctrinamiento feroz, ocasionando, con ello, un daño criminal a los estudiantes. Han priorizado «crear»  individuos sumisos ante el criterio único y carentes de toda capacidad crítica, y analítica,  a personas con una formación integral potente con la que abrirse paso por la vida. La actuación, por acción u omisión, de las emasculadas sabandijas bipedas que han ocupado la cartera de Educación sólo tiene un calificativo: CRIMINAL. 
 
Porque para agravar aún más sus fechorías han promulgado, o consentido que se promulgasen, leyes educativas disgregadoras lingüísticamente, estigmatizado al español hasta niveles nauseabundos en un proceso de ingeniería social suicida. El esquilmador régimen autonómico ha tenido, con todos sus matices y «personalidades», un profundo cariz desintegrador olvidándose de formar para focalizar la educación en en aspectos locales e «identitarios» laminando, con ello, la función vertebradora que la educación debe tener en la sociedad. 
 
Yo, estudie en la época de la E.G.B. (Educacion General Básica) , el B.U.P. (Bachillerato Unificado Polivalente) y la F.P. (Formación Profesional) , y siento tristeza porque hayan desaparecidos los conceptos de «General» y «Unificado» en la Educación, hasta tal punto que hoy serían considerados subversivos. Ahora somos muy, pero que muy, «modernos», más «integradores» con más «sensibilidades» pero, sinceramente, aquellos sistemas de antaño eran notablemente mejores y sobre todo daban una formación muy superior a los estudiantes. 
 
Abordar el tema de la cultura es complejo al estar sometido a los gustos de cada época y la evolución de la sociedad misma. Manifestaciones artísticas y culturales que son calificadas hoy como arte y cultura no son más que basura a las que sólo el aliento vital de la subvención de turno las hace ver la luz. Igualmente, pero en contrario, muestras culturales reconocidas e históricas son hoy desacreditadas por no estar en sintonia con la «nueva ortodoxia y homogeneidad» ideológica. Una de las manifestaciones más ilustrativas de esta última afirmación es el acoso, e insulto, al que se somete al mundo de los Toros. 
 
Creo que existe una profunda decadencia del hecho cultural, pero lo más tétrico es que muchos de esos personajillos de la «kultura» se alineen a posiciones políticas globalistas y políticamente correctas para hacerse perdonar y seguir mamando del dinero público. 
 
Y la cuestión del respeto es para mi, la piedra angular, sobre la que deberían pivotar no sólo la educación y la cultura sino las normas de conducta por las que se rige la sociedad. ¿Hay respeto en España? No, no lo hay. 
 
Si se respetasen a los estudiantes, por ejemplo, la educación no se habría pervertido por nuestros legisladores de pacotilla,  los profesores (no todos por supuesto) formarían en vez de adoctrinar y la actividad académica se integraría en perfecta armonía con la que reciben nuestros Hijos en su hogar. 
 
Si se respetesasen a los estudiantes y los intereses y deseos de sus padres podrían recibir su formación en español (porque en las otras lenguas reconocidas en nuestra legislación están ultraprotegidos esos derechos), siendo ese derecho cercenado en buena parte del territorio nacional incluida la Galicia de ese «centrista moderado» de Feijoo que en materia lingüística es tan malo como el peor (¡otra perla más de ese partido felon y traidor!) 
 
Y, por último, el valor del respeto como elemento coadyuvador de las relaciones sociales que se ha visto mutilado por el concepto de libertad de expresión y el libertinaje. Sus principales actores: la mayoría de la casta política actual y sus medios de comunicación han inoculado sus ponzoñosos «modus operandi» en gran parte de la sociedad que admite, con naturalidad, los malos modales, las cacerías mediáticas y la falta de respeto como un elemento más de la misma. 
 
Porque el concepto de LIBERTAD alcanza hasta el punto en que entra en colisión con la libertad del otro, y ese límite, que siempre ha ido asociado al concepto de respeto,  se ha visto, y se ve, vulnerado en nuestra sociedad constantemente.
 
Resulta lacerante que quienes, más ampliamente y de forma más zafia,  han pisoteado el valor del respeto sean luego los más «sensibles» ante la más mínima manifestación crítica (y para que no haya duda me refiero a los malnacidos de los políticos socialpodemitas y sus reatas de acemilas de los medios de comunicación). 
 
P.D.: No viene a cuento pero me enternecio la noticia, hace una semana, de que trataban de identificar, y localizar, a los clientes de un puti-club donde se había detectado coronavirus. 
 
¡Ni Sherlock Holmes y Hércules Poirot juntos los encontrarían! 

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REDACCIÓN