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El 6 de noviembre de 1936 el gobierno de Largo Caballero decidió trasladar el gobierno de la República de Madrid a Valencia. Así, la ciudad del Turia fue sede del gobierno republicano del 7 de noviembre de 1936 al 31 de octubre de 1937, fecha en el cual se trasladaron a Barcelona.

El motivo fue el avance de las tropas nacionales hacia la capital de España. Mientras el gobierno se trasladaba a Valencia, en Madrid comenzaron los preparativos para su defensa en los sótanos del Ministerio de Hacienda, que se convirtieron en centro de operaciones. El general José Miaja encargó la organización y planificación de la defensa al jefe del Estado Mayor, el comandante Vicente Rojo. Asimismo convocó a los líderes de las principales milicias. Por parte de anarquistas a Cipriano Mera y por los comunistas a Enrique Lister y Valentín González.

El gobierno se desplazó por la carretera de Madrid a Valencia que, por aquel tiempo se llamaba carretera radial de primer orden de Madrid a Castellón por Valencia. Esta carretera tuvo una importancia vital, durante la guerra civil, para las comunicaciones terrestres más estratégicas del gobierno republicano. No sólo unía la capital con la tercera ciudad más importante de España, sino que era la vía más accesible al mar y la principal vía de abastecimientos, tanto militares como de víveres de la capital.

La llegada del gobierno republicano a Valencia supuso un cambio en la ciudad. Se establecieron las sedes de los ministerios, las organizaciones nacionales de los partidos y sindicatos. La presidencia de la República se estableció en el edificio de la Capitanía General, en la Plaza de Tetuán, junto al Turia, que pasó a llamarse Plaza Roja. El gobierno se instaló en el Palacio de Benicarló o de los Borja.

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Las Cortes de la República celebraron alguna sesión en el Salón de Planos del Ayuntamiento de Valencia. Como consecuencia de los bombardeos que sufrió la ciudad, y al quedar dañado el Ayuntamiento, se cambio de ubicación las sesiones planarias, pasándose a realizar en la Lonja de la Seda o de Mercaderes.

No nos podemos olvidar de Ángel Galarza Gago y el Departamento Espacial de Información del Estado (DEDIDE). Este departamento creó las chekas de Valencia, Castellón y Alicante, así como los barcos prisión atracados en los puertos de estas ciudades. Las chekas eran a imagen y semejanza de las de Madrid, pues de estas últimas eran miembros. En total se crearon 55 chekas. El terror se extendió hasta mayo de 1937. A partir de esa fecha las chekas pasaron a manos del SIM. La represión en la Comunidad Valenciana, durante la guerra civil en la retaguardia, supuso que se asesinaran a 6.188 personas.

La ciudad de Valencia sufrió durante la guerra 71 bombardeos que causaron la muerte a 481 personas y el derrumbe de 705 edificios. El peor ataque fue realizado por aviones italianos Saboya a las 11 de la mañana del domingo 25 de mayo de 1938 cuando, tras soltar 90 bombas, murieron 313 personas, en gran parte mujeres y niños que se encontraban en el Mercado Central.

Multitud de calles y plazas cambiaron de nombre y pasaron a conocerse con el de líderes republicanos y del movimiento obrero. Así, la calle de San Vicente Mártir se convirtió en la calle Largo Caballero, la avenida María Cristina en la avenida Pablo Iglesias, Marqués del Turia en Buenaventura Durruti. Otras se las dedicaron a Anselmo Lorenzo, Lenin, Marx, a la Unión Soviética… Todo ello daba señas de identidad a una ciudad movilizada por la guerra, capital de la República y que también llegó a ser capital cultural del mundo en julio de 1937.

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A pesar de los bombardeos la ciudad permaneció fiel a la República hasta el final de la guerra y por ello fue objeto de técnicas de debilitamiento psicológico como por ejemplo el lanzamiento de pan blanco envuelto en lemas fascistas en época de hambre.

En la tarde del 30 de marzo de 1939 entraban en Valencia las unidades de la División Littorio, del general Gambará, con un ostentoso desfile delante del Ayuntamiento y las principales calles de la ciudad. La represión consecuente fue considerable al considerarse la ciudad y la provincia como rojas.

Autor

César Alcalá