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Hoy Italia vota en unas elecciones que tendrán una repercusión histórica, no solo en il belpaese sino también en Europa toda. Después de una dura campaña electoral, los datos demoscópicos y la sensación en la calle, todo indica un triunfo del centro-derecha. Una campaña donde no faltaron los insultos, las amenazas, agresiones y la demonización despiadada hacia la coalición encabezada por Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi. Hoy los italianos, con marcar una cruz sobre el símbolo partidario, pueden cambiar el destino del país para los próximos cinco años. Se acaban finalmente los “gobiernos técnicos” y de “unidad nacional”, como el encabezado por Mario Dragui al frente del Palacio Chigi. Ahora la voluntad popular, expresada en las urnas, señalará al futuro presidente del Consejo de Ministros.
En el cierre de campaña conjunta de Fratelli d’Italia, Lega, Forza Italia y Noi Moderati en la Piazza del Popolo de Roma, el lema fue “Juntos por Italia”. Esto sintetiza una clara voluntad de unidad y compromiso para marchar unidos a pesar de lógicas diferencias y matices entre las formaciones políticas que la integran. La prioridad es la de formar un gobierno unido y fiable. Los discursos de Silvio Berlusconi, Maurizio Lupi, Matteo Salvini y Giorgia Meloni lo han dejado muy claro haciendo en público la promesa.
El pasado jueves durante el multitudinario acto en la Capital, Silvio Berlusconi llamó a la protección de la libertad, la economía y la justicia, ofreciendo a Forza Italia como garante en la unidad de “la mayoría del país” allí reunida. Maurizio Lupi, el líder de Noi Moderati, rechazó cualquier “lección de democracia” por parte de la izquierda y afirmó que la familia es el pilar de la sociedad. Matteo Salvini se comprometió a “gobernar bien y unidos durante cinco años” y a volver a defender las fronteras de Italia con determinación, recuperando los decretos de seguridad de su gestión como Ministro del Interior y que pusieron freno a los desembarcos de inmigrantes clandestinos. Para Giorgia Meloni, “ya no es momento de votar tapándose la nariz, sino de respirar y de respirar libertad” y prometió que, en caso de que se produzca una nueva oleada de Coronavirus, Italia no será “el experimento de aplicación del modelo chino en un país occidental”. Además, todos ofrecen en su acuerdo de gobierno, una bajada de impuestos, reducción del IVA, protección a la familia, independencia energética, seguridad ciudadana, ayudas a trabajadores y empresas frente al aumento de precios y costes, resguardo de las pensiones, como asuntos urgentes de la futura gestión.
La izquierda concurre a las urnas dividida y enfrentada entre sí. Tanto Enrico Letta del Partito Democratico, como el resto de sus aliados han utilizado el recurso del miedo ante una victoria del centro-derecha, advirtiendo del peligro para Italia y para Europa, con falsos argumentos sobre relaciones estrechas con Vladimir Putin y financiación rusa, el antieuropeísmo, la perdida de derechos y libertades y a la remanida “vuelta del fascismo” de la mano de una “alianza de la ultraderecha”.
Estas acusaciones no serían tan graves sino hubieran tenido eco en las desafortunadas declaraciones de Ursula von der Leyen acerca de una victoria de la coalición. La presidente de la Comisión Europea afirmó: “Si las cosas van en una dirección difícil, como he mencionado respecto a Hungría y Polonia, tenemos herramientas” ¿Esta declaración ha sido una injerencia extranjera en las elecciones de un país soberano en tono de amenaza? Sí. Es significativo y a tener muy en cuenta que la coalición que encabeza las preferencias de los italianos está formada por partidos y grupos políticos del Parlamento Europeo como el Partido Popular Europeo -del cual forma parte Ursula von der Leyen-, Identidad y Democracia y Conservadores y reformistas, con lo cual no debería preocupar a nadie ni a sembrar dudas acerca de euroescepticismo, de no ser democráticos o que puedan poner en peligro a Occidente.
Según la entrevista publicada en Il Giornale, Antonio Tajani, expresidente del Parlamento europeo declaró que: “Italia es un país fundador de la Unión Europea y Forza Italia está en el PPE como ella (von der Leyen)”. Y agregó “Quiero recordar que Italia es uno de los países fundadores de la UE, la segunda potencia industrial de Europa, y que aquí los ciudadanos votan libremente, no hay subversivos peligrosos a los que oponerse ni emergencia democrática” (…) ¿Qué significa? ¿Que si votamos de una manera determinada nos sancionan? En Italia, pues, si queremos hacer comparaciones, la situación es la opuesta a la de los países mencionados: aquí los magistrados tienen, si acaso, demasiado poder, no demasiado poco. Y luego, todavía está Draghi en el Palazzo Chigi (…) La frase del presidente de la Comisión (von der Leyen) iba dirigida a Italia, que no es una república bananera y que merece respeto. Italia es un país democrático y libre que cree en los valores de la UE que siempre ha dado muestras de fiabilidad. No aceptamos lecciones de nadie y no debe haber dudas sobre la seriedad del centro-derecha. Quiero decir muy claramente que no creo que haya nada de lo que preocuparse en ninguna parte del mundo”.
Tanto Fratelli d’Italia como Lega acuerdan también en que la política internacional no cambiará a la hora de gobernar. Giorgia Meloni aseguró en el programa de televisión Porta a Porta que “En el programa del centro-derecha está claramente escrito que Italia seguirá apoyando a Ucrania”. Por su parte Matteo Salvini afirmó que “Hemos defendido a Ucrania desde el primer momento y seguiremos defendiéndola. Lo que vamos a pedir con más fuerza es que la UE, la misma que pide e impone sanciones con razón, ayude también a los países que más están sufriendo estas sanciones, Italia en primer lugar. Seguiremos apoyando una política Occidental de firmeza. Lo importante es que los trabajadores y pensionistas italianos no paguen las sanciones”.
A pesar de una campaña sucia, y también de cierta apatía y hartazgo en una parte del electorado, hoy Italia tiene la posibilidad de elegir el destino político de su país. No cabe duda también que los italianos se enfrentan a una época muy difícil a nivel nacional e internacional y que no será fácil para un gobierno de centro-derecha. Esta noche se conocerá el veredicto final y viendo las cartas sobre la mesa lo más factible es que mañana lunes 26 de septiembre Italia se despierte con un rostro feliz y lleno de esperanza.
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