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La batalla del Ebro, entre julio y noviembre de 1938, desarrollada en las áridas tierras del sur de Cataluña, fue la más encarnizada y decisiva de la guerra de España.

El ataque republicano con varias divisiones atravesando las posiciones nacionales alrededor del río Ebro, iniciado el 25 de julio, dio inicio a una durísima batalla masiva entre numerosas divisiones de ambos ejércitos que duró 4 meses. Cuando terminó finalmente la batalla, con las mejores unidades del ejército de la República ya destruidas, el ejército nacional tras recuperar el territorio perdido, se halló en condiciones de lanzar su ofensiva final sobre Cataluña. La guerra de Liberación de España se acercaba a su fin.

La batalla del Ebro se libró además en medio de terribles condiciones de falta de agua y un calor tremendo que en numerosos días llegó a alcanzar los 50 grados.

En los primeros días de la batalla se libró una desesperada lucha entre ambos ejércitos, en la que los nacionales, a pesar de hallarse en inferioridad, lograron frenar el avance rojo, encabezado por las Brigadas Internacionales, que si hubiera conseguido avanzar más hacia el sur podría haber causado una catástrofe estratégica al ejército de Franco y quién sabe si haber hecho terminar la guerra en un empate y la partición de España en dos estados.

Uno de los días más duros de las primeras semanas de la batalla fue el 31 de julio. En esa jornada la IV División de Navarra y la 84 división nacionales, al mando ambas del general Alonso Vega, tras lograr frenar el avance republicano hacia Amposta inician el contraataque para recuperar el terreno perdido, lo que ocasiona durísimos combates.

La IV División de Navarra consigue tomar las cotas 332, 282 y parte de la 300, creando una zona de seguridad por el Este a la carretera Gandesa- Tortosa. Los nacionales se imponen en la lucha cuerpo a cuerpo y con bombas de mano, haciendo retroceder al enemigo, en medio de bombardeos artilleros mutuos.

En un momento determinado en ese día los rojos atacan a las fuerzas nacionales en la carrera hacia Pinell utilizando 5 camiones blindados pero 6 tanques nacionales (de fabricación soviética capturados) incendian con sus cañones uno de los vehículos blindados republicanos que arde totalmente al prender la gasolina. Al verlo los otros blindados marxistas salen huyendo. En el vehículo republicano se abrasan vivos sus dos tripulantes cuando intentaban desesperadamente salir. De ello dará testimonio una dramática fotografía.

Finalmente la zona queda en manos de los nacionales, que sufren 227 heridos , aunque casi milagrosamente, solo 7 muertos. Los republicanos sufren cientos de bajas ese día, además de 173 prisioneros. En aquel duro día se distinguieron especialmente en las filas nacionales los Requetés alaveses de la IV de Navarra, así como los legionarios de la 4 Bandera de la Legión del comandante Iniesta. También tomó parte en la lucha el I Batallón de Flandes, cuyo comandante era el capitán alavés Ibáñez Freire( que muchos años después sería ministro del Interior en el gobierno de UCD de Adolfo Suárez).

La batalla del Ebro no había hecho más que empezar. En ella morirían finalmente alrededor de 5000 soldados nacionales y al 13.000 republicanos (30.000 según algunas fuentes), entre ellos casi 2000 brigadistas internacionales.

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Fuente: «Los que estuvimos en la Batalla del Ebro» Fernando Estrada Vidal. 1972. Editorial E Janzer

Autor

Rafael María Molina