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Vivimos en España un absoluto ostracismo de la verdad que ha sido sustituida por esas «pseudoverdades» manipuladas, globalistas y tendenciosas con las que bombardean nuestros zaheridos cerebros continuamente. El malgobierno, y sus esbirros mediáticos, han corrompido el espíritu crítico de buena parte de la sociedad de tal manera que nos han, prácticamente, convertido en reses inermes que van al matadero del pensamiento único. Porque ideologicamente y en cuestión de libertades y derechos individuales esa es la puñetera realidad.
Dicho con el máximo de los respetos hacia quienes vienen realizado esos notables esfuerzos de investigación y divulgación histórica ¿creen que a los socialpodemitas y separatistas les afectan, lo más mínimo, los concienzudos estudios que determinan que los rojos mataron a más diputados que los nacionales, o que el gobierno de la República era ilegítimo? Les voy a dar la respuesta NO. Esta bien su divulgación para los no convencidos, pero para los que, afortunadamente ya estamos vacunados resultan ya innecesarios (al menos en mi caso, ha llegado el momento de que así es).
La primitivez de los conceptos sectarios de esta patulea es totalmente impermeable a cualquier análisis crítico serio y riguroso, a cualquier verdad. Con estos zombis fanatizados ideologicamente es imposible discutir y razonar porque sus «principios» son absolutos. Pero es que han contado con la inestimable colaboración de una supuesta derecha (en realidad el PP es un partido socialdemócrata ramplon sin el menor atisbo de conciencia histórica y patriótica) que ha sido, si cabe, aún más pernicioso por su emasculada admisión de la agenda ideológica de estos carnuzos.
Casado, esa gominola rajoyana, hace un discurso muy serio y contundente ¿Y QUÉ? ¿Creen que eso asusta, o incómoda, al malgobierno y sus secuaces? Desde luego que NO, porque después de tapadillo, como siempre, seguirán con su extenso historial de componendas y traiciones siempre a costa del dinero, los derechos y las libertades de los españoles.
Que el malgobierno, con la escusa de la pandemia del virus chino, aprueba, con la sola oposición de VOX, la Ley 3/2020 que impone una dictadura sanitaria anulando derechos y libertades individuales fundamentales ¿Y QUÉ?
Que socialpodemitas y separatistas quieren sustituir la monarquía por una república para fosilizarse en el poder ¿Y QUÉ?
Que el malgobierno aprueba una Ley de eutanasia activamente contraria al derecho a la vida y a la dignidad humana ¿Y QUÉ?
Que el malgobierno mantiene, e incrementa, unas políticas fiscales, económicas, y de mayor poder político privilegiadas para vascos y catalanes ¿Y QUÉ?
Que un partido como VOX presenta una propuesta en el Congreso para ilegalizar a los partidos que quieren destruir España, y son los únicos que votaron a favor de dicha medida ¿Y QUÉ?
Que el malgobierno aprueba una Ley educativa liberticida para adoctrinar, aún más, a nuestros Hijos, ursupando cualquier derecho parental ¿Y QUÉ?
Que estos malnacidos profanadores de tumbas se arrogan el derecho supremo de respeto a los muertos, reconocido en todos los lugares, todas las culturas, todas las religiones, para llevar a cabo un revanchismo sectario ‘post mortem’ y un pseudorevisionismo histórico vomitivo (la historia por más que se empeñen es la que es y jamás podrán imponerla estos bordes desquiciados) ¿Y QUÉ?
Que el malgobierno está formado por una patulea infecta de manirrotos, inútiles, cleptomanos, traidores, mentirosos, hipócritas y fanáticos desquiciados ¿Y QUÉ?
España está inerme por la carencia de contrapesos a la acción brutal y despiadada de un Ejecutivo que ha fagocitado no ya al resto de los supuestos contrapoderes (Legislativo y Judicial) sino a la misma sociedad mediante la imposición de una calculada estrategia de pánico sanitario y de contundencia represiva policial y administrativo-judicial, vía multas y sanciones, ante la más mínima disidencia.
Hoy que te llamen fascista, o franquista, es un cumplido para todo biennacido. Eso no quiere decir que se atienda, debidamente, a quien pueda calificarnos con esas simplezas a través de una respuesta adecuada como llamándole majadero, botarate o carnuzo. Y si las cosas van a más, seguir el criterio del presidente estadounidense Teodoro Roosevelt que decía aquello de «habla suave pero lleva un buen garrote».
Creo estéril seguir haciéndoles el juego a estos malnacidos mostrándonos ofendidos por sus infinitas felonías, traiciones y saqueos. Esta situación no se va a arreglar ni con aplausos orquestados, ni caceroladas, ni recogidas de firmas, ni con inútiles declaraciones, ni con toneladas de indignación ante los políticos de turno, ni nada que se le parezca. El «juego democrático y cívico» no es que haya muerto es que ya está putrefacto (por desgracia, está sin enterrar y ya hiede). Lo único que queda, desde mi punto de vista, contra el ¿Y QUÉ? es la clandestinidad.
En mi tierra hay un dicho «No hay mayor desprecio que no hacer aprecio» (eso sí, tomando nota de todo y de todos).
En lo que a mi respecta no les volveré a dar, a estos carnuzos, la satisfacción de manifestar indignación alguna en las humildes Cartas que escribo para El Correo de España.
Eso sí, en la medida de mis limitadas posibilidades, al enemigo ni agua, ni cuartel, ni cobertura.
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