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Gran marino, que empezó en la Armada como cadete naval, con tan solo 12 años

Federico Carlos Gravina y Nápoli (Palermo12 de agosto de 1756 – Cádiz9 de mayo de 1806) fue un marino y militar siciliano y 12.º capitán general de la Real Armada Española. Su hermano, Pietro Gravina, fue nuncio apostólico en España entre 1803 y 1816.

Era hijo de Don Giovanni Gravina Moncada, Duque de San Miguel, Grande de España y de Doña Leonora Napoli Monteaporto, hija del Príncipe de Resetena. Su familia materna se originó en Sicilia, que entonces era parte del Reino de Nápoles y gobernada por una dinastía borbónica española

Con la ayuda de su tío, el Embajador de Napolitana en España, ingresó en la Armada Española , como cadete naval a los 12 años. Luego sirvió como Guardiamarina a bordo de la fragata Santa Clara en Brasil. En el transcurso de esta travesía realizó su primer mando al obtener la rendición del castillo de la Ascensión, situado en un islote cerca de Santa Catalina. En 1777 sobrevivió a un accidente de barco en el Río de la Plata en el que se ahogó la mayor parte de la tripulación. En 1778, al regresar a España, sirvió como teniente a bordo de un barco que reprimía a los piratas argelinos. Obtuvo entonces su primer mando -el jabeque San Luis- en el que participó en el Sitio de Gibraltar entre 1779 y 1782.

Tras ascender a comandante participó en la expedición contra Menorca (entonces bajo control británico), destacándose en el ataque a la fortaleza de San Felipe . Luego de esto, y por otras acciones, fue ascendido a Capitán. En 1785 comandó una escuadra que operaba contra los corsarios argelinos. En 1788 viajó a Constantinopla regresando el embajador Jussuf Efendi. Mientras estuvo allí, hizo y publicó varias observaciones astronómicas. Tras la muerte del rey Carlos III 

Gravina llevó la noticia a las colonias, donde su fragata Paz registró uno de los tiempos más rápidos de la historia en el paso de Cádiz a las posesiones españolas en Centroamérica.

En 1790 recibió el mando de un navío de línea, el Paula , en el que participó en la evacuación de Orán. El mismo año lo vio demostrar sus talentos administrativos por primera vez. Durante la Crisis de Nutka Sound , Gravina organizó la formación de una flota española, la más grande en 200 años. Sin embargo, la crisis finalmente se resolvió por medios diplomáticos.

En 1793, Gravina, ahora segundo al mando de la flota española, sirvió junto al almirante Hood en el sitio de Toulon . Durante este período de la alianza con Inglaterra también visitó Portsmouth para estudiar métodos y tácticas británicas. A su regreso a España fue designado para comandar una escuadra de cuatro navíos, con los que sirvió en el Mediterráneo tomando parte activa en la guerra contra la Francia Revolucionaria. Su buque insignia fue el Hermenegildo 

En 1796 España firmó el tratado de San Ildefonso con Francia, firmando la paz y posteriormente entrando en guerra contra Gran Bretaña. Gravina luchó en una escuadra al mando de Don José de Mazarredo . En 1801 fue enviado a Santo Domingo en las Indias Occidentales al mando de la flota española durante la expedición a Haití bajo el mando del general francés Charles Leclerc .

En 1804 fue nombrado embajador de Francia en París. Aceptó esta posición con una condición: si estallaba la guerra, regresaría inmediatamente al ejército.

Mientras estuvo en París, asistió a la coronación de Napoleón como emperador y estableció buenas relaciones con Denis Decres , el ministro naval francés. Gravina jugó un papel importante en las negociaciones del pacto franco-español que puso la Armada española a disposición de Napoleón. Por sus servicios el rey Carlos IV lo nombró comandante en jefe de la Armada Española, y Gravina regresó a Cádiz para izar su bandera en el navío Argonauta (80) en febrero de 1805.

 

Trafalgar

 

Cuando Napoleón propuso invadir Gran Bretaña, siguiendo las órdenes del gobierno de Godoy , Gravina fue puesta bajo el mando del almirante francés Villeneuve , quien llevó a la flota franco-española a aguas del Caribe para confundir a la flota británica. El objetivo era permitir el cruce del Canal de la Mancha a los 180.000 hombres que Napoleón tenía esperando en los alrededores de Boulogne . El engaño no tuvo el efecto deseado. A su regreso, la flota franco-española fue interceptada por una flota al mando de Sir Robert Calder en la batalla del cabo Finisterre , perdiendo los barcos españoles Firme y San Rafael .. Tras esto se refugiaron en Cádiz por orden de Villeneuve, contradiciendo el plan original de Napoleón. Los soldados franceses nunca se embarcaron y fueron trasladados al interior de Europa, liberando a muchos de ellos para tomar parte en la Batalla de Austerlitz . Más tarde trasladó su bandera a Príncipe de Asturias 

En Cádiz las relaciones entre los supuestos aliados eran malas. Gravina y otros comandantes españoles discutieron fuertemente con los franceses, que querían zarpar de inmediato, mientras que los españoles recomendaron esperar condiciones más favorables. Gravina también estaba preocupado por la epidemia de fiebre amarilla que había dejado a sus barcos sin hombres, así como el resentimiento persistente contra los franceses, por su aparente falta de apoyo en la batalla del cabo Finisterre. La flota finalmente abandonó Cádiz el 20 de octubre de 1805, lo que condujo a la Batalla de Trafalgar al día siguiente.

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Durante la batalla Gravina, en su buque insignia Príncipe de Asturias , se vio atacado por tres barcos británicos a la vez. El palo mayor y la mesana fueron atravesados ​​por disparos, el aparejo y las velas fueron hechos pedazos. Aproximadamente a las tres y media de la tarde, el brazo izquierdo de Gravina fue destrozado por una metralla y, viendo una derrota inminente, logró reunir diez barcos alrededor de su buque insignia y retrocedió a Cádiz a remolque.

A pesar de esto, Gravina fue ascendido al más alto grado militar de Capitán General de la Armada (Almirante de la Flota), pero nunca se recuperó por completo de sus heridas y finalmente sucumbió el 9 de marzo de 1806, a los 49 años.

En su lecho de muerte dijo: «Soy un moribundo, pero muero feliz; voy, espero y confío, a reunirme con Nelson , el héroe más grande que el mundo quizás haya producido».

A su vez, el Gibraltar Chronicle rindió el siguiente homenaje: «España pierde en Gravina al oficial más distinguido de su armada; uno bajo cuyo mando sus flotas, aunque a veces derrotadas, lucharon siempre de tal manera que merecieron los elogios de sus conquistadores».

Como escribió Napoleón en una carta del 11 de agosto de 1805: 

 

«Gravina es todo genio y decisión en el combate. Si Villeneuve hubiera tenido esas cualidades, la batalla de Finisterre habría sido una victoria completa» 

Gravina está enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando , Cádiz.

Los Gravina pertenecían a la nobleza siciliana por ser descendientes de los normandos que conquistaron la isla.1​ Así, los antepasados de Federico habían probado su origen normando en distintas ocasiones.2​ Federico nació en Palermo, hijo de Juan Gravina y Moncadapríncipe de Montevagoduque de San MiguelGrande de España de primera clase, y Doña Leonor Nápoli y Monteaperto, hija del príncipe de Resuttano, igualmente Grande de España.

 

Un tío de Federico, a la sazón embajador de Nápoles en Madrid, solicitó y obtuvo para su sobrino la entrada en la Real Armada Española. El 18 de diciembre de 1775 sentó plaza de guardiamarina mediante un riguroso examen del que salió con mucha honra, fruto de la sobresaliente educación que había recibido en el Colegio Clementino de Roma. Embarcó por primera vez en el navío San José.

En pocos meses fue ascendido a alférez de fragata y estuvo en el Brasil a bordo de la fragata Santa Clara. En el transcurso de esta campaña, cumplió intachablemente su primera misión independiente al conseguir la rendición del castillo de la Ascensión, situado en un islote cercano a Santa Catalina.

En 1777, salvó la vida milagrosamente al varar su barco en el estuario del Río de la Plata, accidente en el que murió la mayor parte de la tripulación.

En 1778, de regreso a España, fue ascendido a alférez de navío y embarcado en jabeques de caza contra piratas argelinos. Ascendido de nuevo a teniente de fragata, obtuvo por primera vez el mando de un barco: el jabeque San Luis con el que participó en el bloqueo de Gibraltar. Sus méritos pronto le valieron los galones de teniente de navío y el mando del apostadero de la bahía de Algeciras. El 4 de abril de 1781 apresó, en compañía del jabeque San Antonio, a la corbeta de guerra británica HMS St Fermin.

Participó en la expedición contra Menorca (bajo control inglés), distinguiéndose en el sitio del fuerte de San Felipe. Tras esto y nuevas acciones en el sitio de Gibraltar, siguió su fulgurante carrera de ascensos hasta obtener finalmente el grado de capitán de navío.

En 1785 obtuvo el mando de la flota que combatió en la costa argelina contra la de este país. Se distinguió por su incansable actividad, consiguiendo el rechazo de las fuerzas argelinas.

En 1788 llevó a Constantinopla al embajador Jussuf Efendi. Allí inició observaciones astronómicas y escribió una memoria, iniciando su trayectoria como estudioso. Tras esto mereció el ascenso a brigadier. Por estas fechas tuvo lugar la muerte del monarca Carlos III de España, siendo la fragata de Gravina Paz la primera en llevar la noticia a las colonias, al hacer el viaje CádizCartagena de IndiasLa HabanaCádiz en menos de tres meses.

En 1790 recibió por primera vez el mando de un navío (la clase de barco de guerra más grande de la época), el Paula. Con este participaría en la evacuación de Orán, protegiendo la retirada del ejército que abandonaba esas posesiones africanas y se embarcaba hacia Cartagena.

Tras ser promovido a jefe de escuadra, viajó a Inglaterra (ahora aliada de España) con el objetivo de extender sus conocimientos de náutica y tácticas navales. Fue recibido con los mayores honores. A su regreso obtuvo el mando de cuatro navíos, con los que pasó al Mediterráneo y tomó parte activa y destacada en la guerra contra la Francia revolucionaria. Su navío insignia fue el San Hermenegildo, de 112 cañones.

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En 1796, tras ser ascendido a teniente general, España firmó el tratado de San Ildefonso con Francia, entrando en guerra contra Gran Bretaña. Combatió como segundo de la escuadra a las órdenes de Don José de Mazarredo.

Tras la firma de la paz recibió el cargo de embajador de España en París. Su cargo diplomático tenía una condición solicitada por él mismo: en caso de guerra, volvería a la actividad naval y militar.

Batalla de Trafalgar

El desastre, que los malditos Gabachos, al mando de las flotas, un novato e indeseable Villeneuve, desconocedor de las tácticas de combate marino, nos destrozó nuestra Armada, sucumbiendo, ante la “Pérfida Albión”, cuando disponíamos de los mejores almirantes y capitanes, que de haber tenido el mando, hubiéramos derrotado a la flota inglesa

Abiertas las hostilidades con Gran Bretaña, Gravina se trasladó a Cádiz y tomó el mando de la flota de guerra española. Enarboló su estandarte en el navío Argonauta (80 cañones) el 15 de febrero de 1805.

El emperador Napoleón se proponía invadir Gran Bretaña. Siguiendo las órdenes del gobierno de Godoy, Gravina se puso bajo el mando del almirante francés Villeneuve, quien dirigía la escuadra franco-española hasta aguas caribeñas para despistar a la flota inglesa.

El objetivo consistía en alejar a la mayor parte de la flota inglesa del Canal de la Mancha para permitir el cruce a los 180 000 hombres que Napoleón tenía aguardando en Texel y Boulogne para atacar Inglaterra.

El engaño surtió, en parte, efecto, puesto que la escuadra inglesa comandada por Nelson partió en busca de la escuadra combinada, sin conseguir interceptarla. Sin embargo, la flota franco-española libró a su regreso la batalla del Cabo Finisterre, perdiendo los navíos españoles Firme y San Rafael. Tras esto se refugió en Cádiz por orden de Villeneuve, contradiciendo el plan original de Napoleón. Los 180 000 soldados franceses nunca embarcaron y fueron desplazados al interior de Europa, participando muchos de ellos en la batalla de Austerlitz.

En Cádiz, Federico Gravina y otros altos mandos españoles, como Cosme de Churruca (al mando del navío San Juan Nepomuceno) o el general Cisneros (al mando del enorme Santísima Trinidad), mantuvieron fuertes discusiones con los mandos franceses.

Estos optaban por salir de Cádiz, mientras que los españoles recomendaban esperar, por ser el viento desfavorable y aproximarse un temporal en la zona. Finalmente la flota zarpó de Cádiz el 20 de octubre de 1805, teniendo lugar al día siguiente la batalla de Trafalgar, desastrosa derrota franco-española frente a la escuadra inglesa.

Federico Gravina resultó herido, perdió un brazo, y esa herida terminará matándolo meses más tarde. A pesar de ello, logró llegar con su navío Príncipe de Asturias a Cádiz.

Célebre por su participación en la Batalla de Trafalgar, fue uno de los más insignes marinos de España, siempre eficaz tanto en sus cargos militares como diplomáticos:

 

Federico Gravina alcanzó la más alta dignidad militar cuando se le promovió a capitán general de la Armada. Pero sus heridas se agravaron y finalmente murió el 9 de mayo de 1806, con 49 años de edad. Sus restos se encuentran en el Panteón de Marinos Ilustres, de San Fernando (Cádiz).

 

¡GLORIA Y HONOR A NUESTRO MARINO EN LA EXCELENCIA!

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.