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Estoy terminando de leer “Madrid de corte a checa” (Agustín de Foxá. 1938) en cuya tercera parte: “hoz y martillo”, narra las vicisitudes y la barbarie comunista que soportó mi ciudad, de 1936 a 1937. Hubo barbarie hasta que el coronel casado (un rojo, ojo) dio el enésimo golpe de estado rojo en las zonas republicanas y rindió la ciudad para evitar que la fútil masacre humana continuase, pero la obra se ambienta hasta el 37. No soy de apuestas, pero apostaría todo lo que tengo a que mi adorada muñeca Chuky diabólica de porcelana no sólo no ha leído esta obra, sino que no sabe quien fue Agustín de Foxá y,  sin saber jugar al mus, le lanzo un órdago y asevero que ni siquiera sabe que “Agustín de Foxá” es como todos los empleados públicos madrileños conocen a la Subdirección General de personal de la Comunidad de Madrid. Porque ella no ha trabajado en su puta vida, ni para la Comunidad que está masacrando ni para nadie ni nada. Los empresarios, al contrario que sus actuales jefes (el pueblo de Madrid), no son gilipollas, ¿cómo van a contratarla, con esa pinta de pija diabólica maltratadora del servicio doméstico de su mansión?

Abuso quiere implantar el toque de queda en la Comunidad donde sobrevivo. Ni en la última guerra civil se estableció dicho toque de queda, salvo momentos puntuales por bombardeos aéreos o de artillería nacional.  “Coz y martirio” , esta es la etapa que vivimos en Madrid y que haría desternillarse de risa y retorcerse de dolor a Agustín de Foxá.  Cuando el fascista estado de alarma decretado por los comunistas monclovitas termina, aparece la asna de Abuso para darnos su coz y superar a los rojos. Nos quiere implantar un toque de queda… amén de establecer su propio estado de alarma, ¡por motivos sanitarios! Claro, resulta que otros sátrapas europeos también lo están decretando… ¡ancha es Europa y todo el monte es orégano! Nos entoliga un toque de queda “para evitar botellones y fiestas privadas”. Y, por supuesto, nuestro licenciado en filosofía, Pesad-Illa, no ha tardado en decir que se va a extender a toda Espena. A ver, judeomasones de mierda, esclavos de las élites mundiales que masacran a la humanidad. ¿Los qué ni hacemos botellones ni fiestas privadas, qué? ¿qué pasa con nosotros que somos la inmensa mayoría de espenoles? Ya ni entro en el liberticidio que es no permitir a la gente reunirse y hacer lo que les salga de los cojones cuando se junten, siempre que no molesten a nadie que no quiera ser molestado. ¿Nos vais a obligar también a apagar las luces para evitar ser bombardeados? ¿El congojavirus, todavía, no ataca más cuando hay luz?  ¡Ah! eso no, porque tenemos que consumir cuanta más energía mejor, para que sigáis ganando ingentes cantidades de pútrido dinero (salvo los okupas y/o inmigrantes ilegales y algunos legales, esos lo tienen todo gratis, TODO… lo que pagamos los que pagamos impuestos… y por eso pagamos el consumo de energía a precio de oro, para que los parásitos que os votan vivan a nuestra costa) Sois un enemigo jamás visto sobre la tierra que, de momento, no usa las  armas convencionales para manarnos. Sólo nos matáis negándonos atención médica y obligándonos a enfermar por las genocidas medidas de la plandemia, tanto médicas, físicas, sociales y psíquicas. Y, vuestro próximo genocidio será por la carestía y la ruina económica a la que habéis sumido al país.

Abuso, PesadIlla, colaboracionistas covidiotas… ¡me vais a tocar todos los cojones a 2 zarpas! vosotros no tenéis manos (en todo caso manitas de cerdos, que es lo que sois a la par que asnos. “Puernos” eso es lo que sois, un híbrido de puerco y asno, que ríete tú de los gallifantes que suele mencionar el preclaro Luys Coleto. Aunque igual “marrano” ya es un tipo de cerdo y asno…). Nosotros somos el ERARIO. Nosotros somos VUESTROS JEFES. Y cualquier empleado sabe que el jefe es el que manda. Vosotros no sois empleados porque en vuestra puta vida habéis trabajado ni lo haréis. Por eso no vais ni a ver venir las hostias que os va a dar el pueblo, una vez que vuestros esbirros (débiles del orden y débiles armadas) también sufran vuestro brutal acoso. Ojo, que vuestros defensores también están sufriendo vuestra barbarie… estáis jugando con demasiado fuego como para no acabar más quemados que la moral de todos los espenoles.

Bueno, realmente esta rebelión no me la creo ni yo. No me lo tengáis en cuenta, queridos niños. Os han dejado sin futuro al haber matado vuestro presente, pues el futuro es una suma de presentes, axioma que acuñé cuando tenía vuestra edad. No siempre los niños fueron tontos como ahora, por lo menos yo no lo fui.  Bajo el yugo de esta sociedad actual de iletrados y psicópatas, el único consuelo que nos queda a la gente sensata y letrada es repetir, un par de veces al día, el final de muchos de mis artículos: “Menos mal que soy mortal”.

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REDACCIÓN
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