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Quizás por el hecho de que La Coruña se antoje como un gran navío que, con sus anclas echadas, se mece suave sobre el mar que la acaricia como el mejor de los amantes o simplemente porque la ciudad, por su privilegiada situación, se convierte en mágica atalaya que otea los misterios que el viejo Atlántico esconde entre sus brumas, lo cierto es que La Coruña ha sido siempre un enclave que ha sabido darle cara al océano y por ello, por uno u otro motivo, nuestra niñez y juventud transcurrió siempre muy vinculada a lo que la mar y nuestro puerto supone para los coruñeses.

Sin embargo, dejando a un lado nuestra estrecha vinculación con Riazor, el punto de cita de aquellos largos y cálidos veranos de nuestra juventud, me viene ahora a la memoria un hecho, que pese a ser relativamente frecuente, constituía, siempre que se producía, una gozosa novedad para todos nosotros. Me refiero a la visita al puerto de cualquiera de las unidades de nuestra Armada allá por la década de los 60.

Dejando atrás aquellas visitas dominicales, de la mano de mi padre, recorriendo las instalaciones portuarias en las que tanto aprendí de barcos y de historias guerreras escuchándolo con suma atención, el hecho de tener noticia de la presencia de un buque militar en cualquiera de nuestros muelles corría de boca en boca en los mentideros de nuestra pandilla, lo que exigía el inmediato traslado de la mayoría de nosotros a la instalaciones del puerto, otrora abiertas al disfrute público sin cortapisa alguna, para recrearnos en la contemplación de la silueta del barco allí atracado.

La noticia se conocía bien, como hemos dicho, por la transmisión de boca en boca, bien por la presencia de Marineros que, luciendo en su «Lepanto» la cinta con el nombre del buque en cuestión, atestaban las calles del centro coruñés; incluso, en alguna ocasión, tuvimos acceso a este conocimiento por medio de la columna que, sobre movimiento de buques, insertaba diariamente en El ideal Gallego nuestro buen amigo, ya desparecido, Manolo Rodríguez Maneiro.

Generalmente, los buques que nos visitaban con mayor frecuencia eran los afectos a cualquiera de las Escuadrillas basadas en la vecina Base Naval de Ferrol, sin que ello implicase que otros buques, destinados en otras de nuestras Bases, no recalasen alguna vez en La Coruña.

Pasando por alto la presencia de unidades de otras nacionalidades, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia e incluso Estados Unidos, que también las hubo, me centraré exclusivamente en aquellas de nuestra Armada que pudimos contemplar meciéndose en el puerto coruñés.

Cada verano, llegado el mes de agosto, con la presencia de Franco en las Torres de Meirás, al puerto concurría la Fragata «Hernán Cortés» (F-32), un viejo Cañonero de la serie «Pizarro», botado en Ferrol en agosto de 1944, que realizaba las labores de escolta cada vez que el «Azor», el buque de representación en el que el Jefe del Estado pescaba, se hacía a la mar desde la bahía coruñesa donde se hallaba fondeado; posteriormente este cometido fue asumido por la Fragata «Legazpi» (F-42), de la misma serie de la anterior pero que había sido modernizada merced a los acuerdos Hispano-norteamericanos de defensa mutua e incluso por su gemela la «Vicente Yáñez Pinzón» (F-41), también modernizada.

El Destructor “Liniers”

Si estos barcos eran huéspedes frecuentes de nuestro puerto por el motivo que se ha mencionado, otros recalaban con mucha asiduidad para descanso de dotaciones al encontrarse participando, en aguas próximas, en unos ejercicios navales o simplemente en visita de cortesía a la ciudad, aunque en ocasiones lo hicieron para sumarse a algún acto castrense que tuvo como escenario La Coruña, sede, por aquel entonces, de la Capitanía General de la VIII Región Militar. 

Algunos de estos buques que recordamos con cariño y admiración fueron los Minadores «Júpiter» (F-11), muy vinculado a La Coruña ya que recibió la Bandera de Combate en nuestra ciudad, ofrecida por el Frente de Juventudes, en junio de 1955; «Vulcano» (F-12), «Marte» (F-01) y «Neptuno» (F-02) que, construidos en los astilleros ferrolanos, causaron alta en la Armada entre 1937 y 1939, participando los tres primeros en la contienda civil. El cambio de serie de estos buques, gemelos todos ellos, se debió a que los dos primeros sufrieron una importante modernización a cuenta de la ayuda americana, en tanto que los otros dos permanecieron inalterados.

Otros dos Minadores, de menor desplazamiento, los «Eolo» (F-21) y «Tritón» (F-22), nacidos de la misma factoría que los anteriores y que constituyeron el último plan naval de la II República, pese a ser entregados a la Armada entre 1941 y 1943, también se convirtieron en frecuente visita al puerto, especialmente el «Tritón» en sus épocas de conductor de la flotilla de Dragaminas de Ferrol integrada por los «Guadalhorce» (M-16),  «Almanzora» (M-14), ambos construidos en La Carraca a principios de los 50; «Miño» (M-25), «Turia» (M-27), «Sil» (M-29) y «Odiel» (M-32), procedentes de la ayuda americana, también frecuentes huéspedes de nuestros muelles.

Para el recuerdo aquella concentración de buques en el puerto con motivo del homenaje a los tres Ejército que tributó la ciudad en marzo de 1965. En aquella ocasión atracaron en los muelles coruñeses el legendario Crucero Canarias (C-21), buque insignia de la Flota, presente en nuestro puerto en varias ocasiones, construido en Ferrol y entregado a la Armada en septiembre de 1936; el Destructor «Oquendo» (D-41) que fue homenajeado por el Ayuntamiento quien le hizo entrega de una placa; los también Destructores «Liniers» (D-51) y «Alava» (D-52), los últimos vestigios de la larga serie «Churruca» que fueron ordenados tardíamente durante la II República, causando alta en la Flota a principio de los 50; la Fragata «Vicente Yáñez Pinzón» (F-41), modernizada igual que su gemela la «Legazpi», ya mencionadas; el Minador «Júpiter» del que ya hemos hablado; los Transportes de Ataque TA-11 y TA-21, que aún no habían recibido los nombres de «Aragón» y «Castilla», entregados a la Armada entre 1964 y 1965, dentro de los planes de ayuda americana, y las LSM con numerales 1, 2 y 3, integrantes de la denominada entonces Agrupación Anfibia, con base en Puntales (Cádiz), procedentes de la misma ayuda.

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El Submarino “Almirante García de los Reyes”

En los Transportes de Ataque y en las LSM venían embarcados personal y material de la Agrupación de Desembarco (AD) de Infantería de Marina, integrantes del llamado Grupo Especial Anfibio, creado en 1957, antecedente del actual Tercio de Armada, que realizaron unos ejercicios en la zona del puerto al no poder realizar un simulacro de desembarco en la playa de Riazor por el mal estado de la mar. 

En mi caso todavía conservo el vago recuerdo de la presencia en el muelle de la Batería del viejo Destructor «José Luis Diez» que había sido puesto fuera de combate, en diciembre de 1938, por el Minador «Vulcano» en aguas próximas a Gibraltar. Ignoro el motivo de su presencia en nuestra ciudad, pero recuerdo perfectamente su silueta atracado donde hasta hace poco tiempo solían hacerlo los cementadores. Este viejo Destructor, perteneciente a la Clase «Churruca», fue construido en los Astilleros de Cartagena en 1929.

De igual modo, también conservo el vago recuerdo de la visita, en alguna ocasión por aquellos años, del Crucero «Almirante Cervera», gemelo del «Galicia» y del «Miguel de Cervantes», que fue desguazado en 1965 y que durante la guerra civil había recibido el sobrenombre de «el chulo del Cantábrico». Este Crucero, construido en los astilleros ferrolanos, fue arrojado al mar en 1925. Su espectacular porte siempre nos llamó la atención cuando lo vimos atracado al muelle de Méndez Núñez.

También en algún otro momento de finales de los 60, además de en 1965, recibimos la visita del Destructor «Oquendo» (D-41), un buque cabecera de una larga serie de unidades de su tipo, integrado en un ambicioso proyecto nacional nacido en los astilleros ferrolanos de Bazán en 1963, que finalmente tuvo que ser cancelado en su mayor parte por el resultado obtenido en los tres únicos que fueron botados y entregados a la Armada. Pese a todo, el «Oquendo» siempre estuvo rodeado, al menos entre nuestro grupo de amigos, de una aureola de buque legendario, con grandes capacidades militares que ponía de manifiesto el potencial naval español.

También por estas fechas recaló en los muelles coruñeses alguno de los integrantes de la larga serie «Audaz», construidas entre 1953 y 1965, que tantos quebraderos de cabeza proporcionó a nuestra Armada; aquellas denominadas Fragatas Rápidas, con numeral de Destructor, todas ellas modernizadas con la ayuda americana, construidas y basadas en Ferrol, fueron objeto de nuestra atención cada vez que visitaron nuestro puerto. No podría decir con total seguridad cuales atracaron en la ciudad, pero sí recuerdo la presencia del Osado (D-32); del «Meteoro» (D-33), que en origen había recibido el nombre de «Atrevido»; del «Rayo» (D-35); del «Temerario» (D-37) y del «Intrépido» (D-38), aunque no descarto la presencia de otros de los integrantes de la serie ya que formaban la 31ª Escuadrilla de Escoltas con base en Ferrol. De la presencia del «Intrépido» hay constancia en 1966 junto con alguno más de la serie, el mismo año en que se perdió su gemelo el «Ariete» (D-36), en las costas de Muros.

La Fragata “Hernán Cortés”

En febrero de 1970, arribó al puerto coruñés un importante contingente de buques, españoles y franceses, participantes en el ejercicio «Finisterre VIII», en los que se embarcaban 3.000 hombres de dotación. La flotilla española estaba encabezada por otro buque legendario, el Portaaeronaves «Dédalo» (PH-01), primer buque de esta clase que visitaba La Coruña, y en ella se integraban varios viejos conocidos de la ciudad, los «Júpiter», «Vulcano», «Liniers», «Vicente Yáñez Pinzón» y «Legazpi», así como el Petrolero «Teide» (BP-11) que había entrado en servicio en la década de los 50.

Por supuesto que la presencia de todos estos buques despertó gran curiosidad en toda la ciudad cuyos habitantes se volcaron en el puerto para contemplar las diferentes unidades, entre ellas un Submarino francés y especialmente nuestro «Dédalo» que había sido entregado a la Armada por los norteamericanos en 1967. Varias sociedades ofrecieron fiestas y distintos actos como homenaje a la Oficialidad y dotaciones de los buques surtos en el puerto.

También recuerdo, en una ocasión, la presencia en el muelle petrolero del viejo «Plutón» (BP-01), un Petrolero de Escuadra adquirido a la Campsa por la Armada en 1934 y que ya con muchos años en sus cuadernas recaló en La Coruña supongo que para cargar combustible; al igual que hizo, procedente de Ferrol, para trabajos en el puerto, una Grúa flotante (GR), perteneciente al Tren Naval, que permaneció algún tiempo en nuestros muelles.

Una costumbre habitual por aquellos años era que los buques surtos en el puerto organizasen alguna jornada de puertas abiertas para poder ser visitados por los coruñeses. Largas colas de los más jóvenes o de familias enteras, padres con sus hijos, se agolpaban cerca del portalón para realizar una pormenorizada visita a la Unidad naval en cuestión, especialmente en las jornadas de sábado o domingo.

Sobre este asunto debo señalar que yo era un privilegiado ya que poseía un pase firmado por el Almirante Capitán General del Departamento Marítimo de Ferrol, expedido en 1966, que me autorizaba a visitar los barcos surtos en el puerto en cualquier momento, sin necesidad de que fuese en jornada de puertas abiertas; aquel pase me permitió, acompañado de alguno de mis amigos, visitar con mucho detenimiento y perfectamente guiado varios de los buques de la Armada presentes en nuestro puerto. Todo un lujo ambicionado por muchos de los chicos de mi edad.

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Sirva para corroborar todo lo antedicho la visita que, una tarde de primavera, realicé al Dragaminas «Guadalhorce» atracado en el puerto junto con los demás integrantes de su flotilla de Dragaminas; aquella tarde, acompañado por dos Sargentos Primeros especialistas en guerra de minas, visité el buque durante más de dos horas, recibiendo una auténtica lección sobre el modo de dragar y destruir estos peligrosos artefactos bélicos.

El Minador “Marte” visto desde popa

Los años fueron pasando y pese a que, poco a poco, fuimos dejando atrás la niñez nunca perdimos el interés por visitar el puerto cada vez que teníamos conocimiento de la presencia de uno de nuestros barcos. Así, durante la década de los 70, visitamos los famosos «Cinco Latinos», la flor y nata de la Armada por aquellos años, que en número creo recordar de cuatro atracaron en el muelle de Méndez Núñez. Aquella mítica escuadrilla estaba compuesta por el «Lepanto» (D-21); «Almirante Ferrándiz» (D-22); «Almirante Valdés» (D-23); «Alcalá Galiano» (D-25) y «Jorge Juan» (D-25).

Los «Latinos», en una de cuyas unidades había servido un compañero de pandilla, eran unos Destructores de la clase «Fletcher», construidos en Estados Unidos en los años 40 y cedidos a España entre 1957 y 1960 donde prestaron valiosos servicios hasta pasada la mitad de la década de los 80.

Otro buque que tuve la oportunidad de ver atracado a los muelles, pero ya en la década de los 70 fue el Submarino, de la clase Balao, «Almirante García de los Reyes» (S-31), otro barco procedente de la ayuda americana, entregado a la Armada en 1959, que constituyó, durante algún tiempo, la columna vertebral del Arma Submarina de la Armada por lo que fue conocido por el «Treinta y único».

Dejo intencionadamente para el final la referencia al viejo «Sálvora» (W-32), un Guardapescas basado en el muelle del Almirante Vierna de nuestra ciudad que se convirtió, durante años, en compañero inseparable de La Coruña y de su puerto. Este pequeño buque, construido como barco civil en los astilleros Euskalduna de Bilbao, causó alta en la LOBA en 1954, siendo dado de baja en 1972.

Hoy, aquellos tiempos quedan muy lejos; de un lado nuestra Armada se ha dotado de buques modernos de construcción nacional que no con demasiada frecuencia visitan nuestro puerto, salvo en circunstancias muy concretas, y, por otro lado, el acceso al recinto portuario se ha visto limitado, siendo a veces imposible acercarse a ver, aunque sea desde los muelles, cualquiera que haga escala en nuestra ciudad. Sin embargo, esto no era así en la década de los 60 cuando aquellas unidades navales, algunas ya con poco valor militar, visitaban el puerto y hacían que nos sintiésemos, como siempre nos hemos sentido, orgullosos de nuestra Armada.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".