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Los Monte de Piedad o Montepío, desde su fundación eran entidades benéficas para aquellas personas faltos de recursos que, empeñando alguna de sus pertenencias, podían obtener dinero en metálico. El más antiguo de España, aún en funcionamiento, es el Monte de Piedad de Madrid, fundado el 13 de enero de 1702, por el Consejo de Castilla, con unos estatutos redactados por el sacerdote aragonés Francisco de Piquer y Rodilla.

Con anterioridad a este existieron otros que desaparecieron con el tiempo. Entre ellos debemos destacar el Monte de Piedad de Dueñas (1550); Monte de Piedad de Toledo; Monte de Piedad de Málaga (1612); Monte de Piedad de San Francisco en Cuéllar (1636); y Monte de Piedad de Calahorra (1659). 

Francisco de Piquer Rodilla (1666-1739), entró como capellán cantor en la capilla del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Lo admitieron en la Real Congregación de Nuestra Señora del Milagro. El 3 de diciembre de 1702 fundó nuestra Señora del Santo Monte de Piedad de las ánimas, en el Hospital de la Misericordia, con un depósito del real de plata. En 1715 fue nombrado contralto de la Real Capilla. El cargo tenía un sueldo de 500 ducados. Con ellos podía mantener los gastos del Monte de Piedad. 

El origen de estas instituciones lo debemos buscar en Italia. Se fundaron bajo los auspicios de los franciscanos, que querían terminar con la usura. Querían mostrar que la economía funciona mejor cuando los bienes económicos están al servicio de los bienes relacionales. Aquellos primeros Monte de Pietà se crearon en Perusa, Savona, Mantua y Florencia, entre los años 1462 a 1490. 

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¿Por qué se crearon? Lo hemos dicho antes, para luchar contra la usura. Los prestamistas cobraban unos muy altos intereses por el préstamo de dinero. Podían ir desde el 20% al 500%. Esto significaba que sólo una parte muy específica de la población podía acceder a ellos. Aquellos que podían devolver el dinero y los intereses tenían crédito. El resto de la sociedad, cadi el 80% de la población o lo tenían vetado o, si lo conseguían, vivían toda la vida endeudados con el prestamista. Con lo cual, el pobre seguía inmerso en su pobreza. Acudían a prestamistas aquellos comerciantes o hombres de negocio que, por motivos específicos de tráfico de mercancías, necesitaban disponer de efectivo. 

La idea del Monte de Piedad era tener una bolsa de dinero, para cubrir las necesidades sociales de los más necesitados, sin sufrir los abusivos intereses. La palabra piedad es que este Monte estaba destinado a fines caritativos y benéficos. Solo aquellas personas con necesidades reales podían acceder a los beneficios de esta institución. La ventaja con los prestamistas es que accedían a dinero en efectivo y lo devolvían sin pagar intereses. Como contrapartida debían dejar o una joya o ropa como fianza. El fondo común lo conseguían gracias al dinero aportado por diversas órdenes religiosas, las limosnas, la captación de depósitos en metálico, o ayudas de la Corona. 

El Monte de Piedad de Madrid, como tal, es la segunda empresa más antigua de España, por detrás de Codorniu, fundada en el 1551. Después de Madrid se fundó la de Murcia (1720), Salamanca (1728); Zaragoza (1738); Granada (1740), Barcelona (1749); Jaén (1750); o Alcoy (1875). También se crearon en México, Perú, Nueva Granada o Río de la Plata. 

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A medida que la sociedad evolucionó, aquellos Montes de Piedad distribuidos por toda España crearon sus propias Cajas de Ahorros. En su origen eran instituciones de crédito sin ánimo de lucro y con finalidad social. Su finalidad principal era el fomento del ahorro. El usuario que depositaba y mantenía una cierta cantidad de dinero, a cambio recibía una tasa de interés. A más dinero depositado/ahorrado aumentaba el dinero que se percibía por el interés. Durante muchos años el ámbito de actuación era local o regional. 

El ideólogo de la Cajas de Ahorros es Jeremy Bentham, el cual las consideraba como un instrumento de mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras. Las Cajas de Ahorros aseguraban que el dinero depositado estaba seguro y, además, la remuneración a través de la tasa de interés, animaba a los clientes a ahorrar. En el año 1977 la Reforma de Fuentes quintana eliminó las restricciones legales a su actividad. Esto significaba que una Caja de Ahorros pasaba a ofrecer los mismos servicios que un Banco. La crisis financiera de 2008 reestructuró el sector. Actualmente de aquellas antiguas Cajas de Ahorro y Monte de Piedad sólo quedan dos: Caixa Ontinyent y Caixa Pollença.

Autor

César Alcalá