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La llegada del cortejo a Quintanar de la Orden, en la madrugada del día 27 de noviembre, fue impresionante. Cuatro mil falangistas le esperaban. Pasaban algunos minutos de las doce de la noche cuando en la plaza de Quintanar se hizo entrega por la provincia de Ciudad Real de los restos de José Antonio a la de Orense. El féretro, a su paso  por el centro de Quintanar, fue cubierto por una gran cantidad de flores, depositadas por la Sección Femenina de Alcázar de San Juan y por el ayuntamiento de Ciudad Real. Miembros de numerosas centurias, llegadas desde la capital y diferentes lugares de la provincia, de las Falanges Juveniles  situados de cinco en cinco metros, en dos filas, cubrieron todo el trayecto por el que discurrió el cortejo  portando antorchas. Grandes hogueras ardieron también a la entrada y a la salida del pueblo, contribuyendo a aumentar la emotividad de aquellos instantes.

A las diez y media de la mañana del lunes 27, en el kilómetro 320, cerca de Corral de Almaguer, la provincia de Pontevedra entregaba el féretro que contenía los restos de José Antonio a la de La Coruña. El jefe provincial de Pontevedra Jesús Suevos, entregó al Secretario Provincial de La Coruña  y Jefe del Distrito Universitario de Galicia, en representación del Jefe Provincial de F. E. T, Casimiro Marra, el relevo tras las voces de ritual de ¡José Antonio! ¡Presente!,  la  firma del acta correspondiente y las salvas de ordenanza. Los miembros de la Delegación de La Coruña eran Casimiro Marra Rodríguez, Secretario Provincial dé F. E. T. y Jefe del Distrito Universitario de Galicia; el querido primo de mi padre, Luis Antón Rodríguez, Jefe Provincial de Propaganda; mi recordado y admirado José María Velasco Calvo, Delegado Provincial de las Organización Juvenil; Arcadio Vilela Gárate, Secretario Local, y Antonia García, en representación de la Delegada Provincial de la Sección Femenina; Eduardo Patiño Pérez, José Laciana González, Carlos Folla Fernández, Juan Sáez Alfeiran, Antonio Moya, el inolvidable José Luis Mariño Cea “Chicho Balilla”, José Luis Gómez Diez-Miranda, Nicolás Pardo Armas, Salvador Sánchez García, Alfredo Arcos Cancela, Luis Bescansa Aler,  José Pampín Pardo, José Trillo Rodríguez, José Antonio Couto de León, Oscar Pastor León, Juan Pardo Ramos, Martín Naya Veira, Eduardo Conde Botas, Juan Miguel Daporta González, Diego Mitchell Sánchez, Guillermo Muñiz Fernández, Luis López Vázquez, Luis Parga Cao, Juan Antonio Pedreira Lamaza, Juan Arias Martínez, Jorge Bruquetas Guce, Antonio Salgado Torres, Miguel Sáez Vinós, el bueno de “Miguelón”,  Enrique Castro García, José Salgado Torres, Gonzalo Docampo Mendía, Lino Pampín Cordido y Feliciano Crespo Bello.

Los primero en portar las andas fueron los camisas viejas Casimiro Marra, José María Velasco Calvo, Eduardo Patiño Pérez, José Laciana González, Carlos Folla Fernández, Juan Sáez Alfeiran, José Luis Mariño Cea, Juan Pardo Ramos, Martín Naya Veira, Antonio Salgado Torres, Miguel Sáez Vinós y José Salgado Torres, que en homenaje póstumo a José Antonio, se despojaron de todas sus condecoraciones ganadas heroicamente en la guerra de Liberación, dando así a entender que delante del Jefe Nacional, que dio su vida por la Patria, poca valían aquellas heroicas condecoraciones. Al pasar por Corral de Almaguer las calles del pueblo estaban cubiertas de flores y la Aviación Nacional sobrevoló varias veces la comitiva. Durante el trayecto se rezó el Santo Rosario y se cantaron varios Misereres,   

A las dos de la tarde, en el kilómetro 330 los falangista coruñeses entregaron el féretro a los camaradas de León, que a su vez, diez kilómetros después, en el  340, entregaron  el servicio a la de Palencia, cruzándose  entre los jefes provinciales respectivos la consigna habitual “José Antonio, ¡presente!”,  mientras se disparaban las salvas de ritual y se realizaba la firma del acta de entrega.

A lo lejos se divisó el pueblo  de Villatobas, en el cual quedó fundada, en 1934, la Falange con 87 militantes, de los cuales la  mayoría fueron asesinados por los rojos durante la guerra civil.  Un gran arco levantado a la entrada del pueblo, al que se llegó a las ocho de la tarde,  que tenía en la clave el retrato iluminado de José Antonio orlado de laurel y el conjunto rematado por una cruz.

En una bocacalle, en un lugar donde yendo al mitin de Mota del Cuervo, se detuvo unos momentos José Antonio para charlar  con unos campesinos, se había levantado un obelisco con una Cruz y la siguiente inscripción: “En el sitio donde te vimos por primera vez te erigimos este monumento como recuerdo de que tu espíritu quedó con nosotros.”

A la salida del pueblo, el clero de Villatobas, que se había agregado a la entrada, cantó el oficio de difuntos.

En la madrugada del día 28 concretamente a las cinco, el cortejo llegaba  a Ocaña, donde se efectuó un nuevo relevo. Allí  el jefe provincial de Palencia Faustino Velloso entregó  el cuerpo de José Antonio al jefe provincial de Zamora en funciones, Federico de Francia.

Hacía las diez y media de la mañana de un frio pero soleado  día, el féretro con los restos de José Antonio Primo de Rivera, llevado en esos instantes  por doce miembros de la Falange de Valladolid, con su jefe provincial Jesús Rivero, se detuvo en la Cuesta del Regajal. Allí, tras el rezo del Santo Rosario, se procedió a realizar un nuevo relevo de la  guardia de honor y transporte de las andas, recibiéndolas el jefe de  la Falange de Guadalajara,  Francisco Cadenas, Centenares de vecinos de Aranjuez y los pueblos próximos, situados al borde de la carretera   acompañaron a la comitiva en riguroso silencio.

El cortejo fúnebre que trasladaba los restos de José Antonio al San Lorenzo de El Escorial pasa por el centro de Aranjuez.

La entrada a Aranjuez se efectuó a las doce en punto del mediodía. La carretera de Andalucía hasta la Plaza de San Antonio y después hasta el Puente de Barcas, se encontraba atestada de público. En la Plaza de San Antonio, junto a la Iglesia de San Antonio, se colocó un túmulo y detrás una cruz negra de siete metros de altura; a ambos lados se entrelazaban  dos cartelones cuadrados con ramas verdes, en las  que se leía: “¡José Antonio, Presente!” así  como el nombre de las treinta y seis personas represaliadas y asesinadas en Aranjuez por las milicias marxistas entre 1936 y 1939.

A las doce y ocho minutos, la Falange de Guadalajara colocó el féretro ante el túmulo, adornado con cuatro grandes pebeteros con llama encendida, situándose a ambos lados del mismo  diversos consejeros nacionales de FET y de las JONS, entre ellos, Raimundo Fernández Cuesta y Joaquín Bernal; jefe provincial de la Falange de Toledo, Cándido Torres;  Ayuntamiento de Toledo en corporación, presidido por el alcalde Teodoro Valle y otras autoridades y representaciones. Al otro lado figuraban los jefes y oficiales del regimiento de caballería de guarnición en Aranjuez, con su coronel Gavilán y su teniente coronel César Balmori al frente, y clero parroquial de Aranjuez y Colmenar de Oreja. Formaba también la Sección Femenina de Falange de Aranjuez, cuyas delegadas portaban ramos de flores. Dieron guardia de honor al féretro falangistas excombatientes del Alcázar de Toledo, Tras rezarse un responso y entonarse canticos religiosos, la delegada de la Sección Femenina de Aranjuez, depositó cinco rosa rojas sobre el ataúd mientras se disparaban  las salvas de ordenanza.

El siguiente relevo lo tenían que hacer falangistas toledanos de Noblejas. Pero por expreso deseo del Jefe provincial de Toledo, Cándido Torres, serian Falangistas de Aranjuez quienes portasen el féretro por las calles de la histórica villa, pasando  por debajo del arco de San Antonio, que se encontraba cubierto por crepones y un retrato de José Antonio, en el centro, rodeado por el  Yugo y las Flechas y coronas de hiedra y laurel. 

Otra imagen del cortejo fúnebre que trasladaba los restos de José Antonio en su caminar por el centro de Aranjuez.

Una escuadrilla de aviones caza del Ejercito del Aire sobrevolaron por encima del cortejo,  a muy baja altura, dibujando en el cielo una gran cruz. La escolta de honor al féretro de José Antonio de la Falange Toledana, llevaba la bandera que fue guion de combate de los defensores de Alcázar, durante el asedio, realizada por muchachas de la Sección Femenina, dentro del propio recinto, con una colcha que  arrebataron al  enemigo rojo en una de las salidas de la histórica e inexpugnable fortaleza y que mandaba el jefe provincial Pedro Villaescusa, muerto heroicamente en su defensa. Tras cruzar el puente de Barcas, en las doce calles, los falangistas de Aranjuez cedieron las andas a sus camaradas de la Falange de Toledo, portando las andas del féretro el jefe provincial de Toledo, Cándido Torres  y Falangistas de Noblejas.

En el puente de Carlos III, que había sido destruido por las tropas del Ejército rojo en la guerra civil y que se encontraba en proceso de reconstrucción, el féretro de José Antonio pasó a hombros del empresario, ingeniero jefe de Obras Públicas de Madrid, Julio Redondo, ingenieros, ayudantes y trabajadores de la empresa que realizaba las obras. En un gran arco de ladrillos levantado al efecto se leía “¡José Antonio! ¡Presente!”

En la mitad del puente, que divide las provincias de Toledo y Madrid, se había levantado un gran Cruz de madera y  un arco, en cuya clave se había colocado un enorme Yugo y Flechas en color rojo. Tras rebasar el puente, nuevamente el féretro pasó a hombros de Falangistas de Toledo.  Entre  Seseña y la cuesta de la Reina, más de quince mil personas, que habían llegado desde Madrid, Toledo, y los pueblos del contorno, llenaban por completo la carretera. En la estación de Seseña esperaban el gobernador civil y gobernador militar de Toledo. La cuesta de la Reina se encontraba completamente alfombrada con flores, mirto y romero. De nuevo la Aviación Nacional sobrevoló el cortejo fúnebre lanzado flores.  Se incorporaron a la presidencia de honor el consejero nacional José María Alfaro, subsecretario de Trabajo; el gobernador militar de Madrid, general Eduardo Sáenz de Buruaga; el alcalde de Madrid, Alberto Alcocer, el presidente de la Diputación, el jefe provincial de Madrid y delegados de servicios.  En Valdemoro se hizo cargo de las andas el jefe provincial de Salamanca Ramón Laporta con el ceremonial de costumbre, quien a su vez diez kilómetros después lo entregaría al de Palma de Mallorca, Canuto Boloqui. La noche comenzaba a caer sobre la comitiva que se encaminaba hacia Madrid.

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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