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Uno de los episodios históricos más interesantes y menos conocidos de la España medieval (y ocultado especialmente por el nacionalismo vasco) es la llamada Guerra de la Navarrería, entre 1276 y 1277. En este conflicto quedó claro (y no sería la última vez) que los navarros preferían unirse a Castilla antes que a Francia.
 
En el siglo XIII Navarra era un reino independiente pero estaba gobernado por dinastías francesas. A partir de 1234 el reino fue gobernado por la llamada Casa de Champaña, ya que su primer rey Teobaldo I (1234-1253) era originalmente un noble francés, el conde de Champagne. A su muerte reinó su hijo Teobaldo II (1270-1274). Este se casó con una hija del rey San Luis de Francia y se instaló en sus dominios franceses mientras dejaba a Navarra gobernada por un «senescal» con plenos poderes.
 
Todo esto implicaba que Navarra iba convirtiéndose cada vez más en un reino satélite de Francia, en el que además se estaban instalando un número creciente de colonos franceses. La población navarra autóctona, de origen vascon y lengua vasca y castellana cada vez estaba más descontenta ante esta situación. En 1270 murió Teobaldo II tras haber acudido como vasallo de Francia al fracasado ataque del rey francés contra Tunez.

Le sucedió su hermano Enrique , casado con la francesa Blanca de Artois. En 1273 ocurrió una tragedia cuando su hijo el principe Teobaldo murió con un año de edad al caer desde una almena del castillo de Estella, al resbalarsele de los brazos a su nodriza (que, desolada, se tiró entonces también desde lo alto) El rey Enrique murió en 1274 sin sucesión.
 
En ese momento la reina viuda, Blanca de Artois designó como gobernador de Navarra al noble Pedro Sánchez de Monteagudo. La reina viuda concertó entonces su matrimonio con Felipe, el príncipe heredero de Francia y nombra, mediante acuerdo con el rey de Francia al caballero francés Eustaquio de Bellemarque, gobernador de Navarra.
 
Entonces estalló el conflicto. Los navarros de origen hispano vieron como el reino corría un grave riesgo de quedar integrado dentro de Francia. Se produjo un movimiento de una parte de la nobleza, encabezada por don García de Almonacid, contra la reina, contra los franceses y contra Pedro Sánchez, considerado un traidor.
 
Éste movimiento tuvo su máximo apoyo en el popular barrio pamplonés conocido como La Navarrería, habitado sobretodo por antiguos campesinos, siervos de la Iglesia y de origen autóctono que veían a los franceses como invasores. También hubo un componente de enfrentamiento social.

Los vecinos de este combativo barrio (o burgo) pusieron asedio a los barrios de Pamplona controlados por el gobernador francés. Con García de Almonacid como líder organizaron un ejército y se pusieron en contacto con el rey Alfonso X el Sabio, de Castilla, a quien pidieron ayuda. El infante don Fernando, heredero de Castilla acudió en su apoyo, con un ejército pero el rey de Francia organizó un ejército muy potente, al mando de Roberto de Artois, en 1277.
 
Finalmente el ejército francés invadió Navarra y derrotó al ejército navarro castellano en la Sierra de Reniega. Poco después, las tropas francesas asaltaron la Navarrería tomándola a sangre y fuego, en una batalla muy sangrienta para ambos bandos. Pero el barrio fue arrasado y miles de sus habitantes, asesinados. (El nacionalismo vasco nunca recuerda este baño de sangre). García de Almonacid fue capturado y murió prisionero en Francia.
 
Navarra siguió en la práctica bajo el vasallaje francés, aunque la lucha civil en Navarra entre partidarios de Castilla y de Francia quedó latente y abierta, hasta que a principios del siglo XVI se decidiría definitivamente el futuro de Navarra, en favor de la unión con España, tras una guerra entre Francia y España (en la que por cierto los guipuzcoanos y vizcaínos tuvieron una participación principal en el ejército español).
 
Pero como recuerda el prestigioso historiador navarro Jaime del Burgo, la voluntad del elemento popular navarro de frenar la infiltración francesa había quedado patente. Y, con ella, la voluntad hispánica de los navarros.

Autor

Rafael María Molina
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