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Es la pregunta con la que empieza su informe para “La Razón” José María Zavala sobre Buenaventura Durruti, el líder anarquista español tan famoso en aquellos comienzos de la Guerra Civil.

“El responsable del disparo –escribe Zavala-  al miliciano anarquista es conocido, pero otra cosa es la intención. Si fue un accidente o no, no se sabe, pero es cierto que el autor desapareció misteriosamente.

La muerte violenta del líder anarquista José Buenaventura Durruti Domínguez –Pepe o Pepín, en familia– sigue siendo hoy uno de los grandes enigmas, si no el mayor, de la Guerra Civil española. El más popular de los jefes del anarquismo español era alto para ser español, ágil, de complexión robusta. Sus ojos refulgían bajo gruesas cejas en «v». Tenía el mentón pronunciado, la barba cerrada, los dientes separados y una sonrisa pícara, casi infantil. Su umbral del dolor estaba por las nubes: el día de su cuadragésimo cumpleaños le habían dado de alta en el hospital tras una operación de hernia. La herida le dolía, pero eso era lo que menos le importaba con tal de combatir al fascismo en cualquier frente de batalla. Era un hombre que solo sabía desafiar al peligro.”

 

Pero antes de seguir con el misterio de su muerte es necesario decir algunas palabras sobre su biografía. ¿Quién fue Buenabentura Durruti?:

“Durruti nace en León el 14 de julio de 1896, siendo el segundo de los ocho hijos del matrimonio entre Santiago Durruti, un trabajador ferroviario, y Anastasia Dumange. Santa Ana, el barrio donde vive desde pequeño, es un lugar modesto, de casas pequeñas y viejas habitadas por los obreros de la ciudad. Hasta los ocho años de edad asiste a la escuela de la calle de la Misericordia. La huelga de curtidores que tuvo lugar en León en 1903, que se prolonga nueve meses, afecta mucho económicamente a la familia de Buenaventura Durruti, por lo que él y sus hermanos pasan a la modesta escuela de Ricardo Fanjul. Sobre su infancia, escribiría Durruti en 1927 a su hermana Rosa: “Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento, no sólo de nuestra familia, sino también de las de nuestros vecinos. Por intuición, yo ya era un rebelde. Creo que entonces se decidió mi destino”.

En 1910, a los catorce años, abandona los estudios y entra como aprendiz de mecánico en el taller de Melchor Martínez, un socialista que tenía en León cierta fama de revolucionario. Durante dos años, Melchor Martínez le enseña los rudimentos de la mecánica y del socialismo. Cuando considera que no tiene nada más que pueda enseñarle, Durruti se traslada al taller de Antonio Mijé, especializado en el montaje de lavadoras mecánicas para el lavado de minerales extraídos de las minas.  En 1913, siendo ya tornero de segunda clase, se afilia a la Unión de Metalúrgicos, asociación adscrita a la Unión General de Trabajadores, pero poco tiempo después comenzaría su desencanto ante los consejos de moderación de los dirigentes durante las reuniones celebradas.

En 1920 se traslada a Barcelona, donde se afilia a la CNT. En 1922 forma junto con Juan García OliverFrancisco Ascaso y Ricardo Sanz el grupo “Los Solidarios”, con el que perpetra un atraco al Banco de España de Gijón en 1923. Se le imputa también el asesinato del cardenal de Zaragoza, Juan Soldevila y Romero. Tiene que huir a Argentina y luego a Chile, donde, junto a compañeros anarquistas, lleva a cabo el primer asalto bancario en la historia de ese país.8​ El atraco es parte de una campaña para reunir recursos y liberar a compañeros que se encuentran encarcelados en España. Continúa luego su paso por otros países latinoamericanos y europeos. En Francia lo encarcelan junto a Francisco Ascaso y Gregorio Jover por participar en actividades revolucionarias en España, por lo cual comienza una gran campaña internacional a favor de su amnistía que concluye con la liberación de los tres presos anarquistas.

En 1931 vuelve a España y se integra en el sector faísta (próximo a la FAI) de la CNT —beligerante con la II República— y toma parte en las insurrecciones de Figols de 1932 y 1933. A consecuencia de ello, el gobierno republicano lo deporta como preso preventivo junto a otros anarcosindicalistas a Guinea Ecuatorial y Canarias, en el barco mercante Buenos Aires.

Durante todo el periodo republicano participa activamente en huelgas, mítines y conferencias por el territorio nacional y pasa numerosas veces por la cárcel.”

 

En la Guerra Civil española

“Al estallar la Guerra Civil en 1936 es uno de los principales protagonistas de los sucesos revolucionarios de julio, formando parte del grupo «Nosotros» (sucesores de «Los Solidarios») y de la dirección en la defensa de la ciudad de Barcelona, donde fallece su compañero Francisco Ascaso en los enfrentamientos callejeros con los sublevados. El 20 de julio, ya derrotado el alzamiento en Barcelona y siendo la CNT la dueña de la situación, sobre todo tras apoderarse del parque de Artillería de San Andrés, sus principales dirigentes se entrevistan con el presidente de la Generalidad catalana, Lluís Companys. En una segunda entrevista al día siguiente, después del pleno de Federaciones locales de la CNT, Durruti junto con otros principales dirigentes de la CNT proponen nombrar un Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, aceptado por las restantes organizaciones. Este comité (formado por libertarios, republicanos, nacionalistas y marxistas) se convierte en el verdadero poder en Cataluña, ratificando la Generalidad posteriormente lo que decide.

Cansado de las disputas internas y el desgaste del Comité de Milicias Antifascistas (de la cual era jefe del departamento de transportes) debido a la guerra civil, decide ir al frente con el bando republicano, para liberar Zaragoza, otro gran núcleo urbano anarquista, de los sublevados. Se forma entonces la famosa columna Durruti. La columna, que no dispone de suficientes armas y menos aún de artillería, no está en condiciones de asaltar Zaragoza y tiene que limitarse a tomar todos los pueblos por donde pasaba. En ellos los campesinos se ven libres para hacer la revolución: se expropia a los terratenientes de sus tierras, que se colectivizan, se suprime la propiedad privada y se instaura el comunismo libertario. En noviembre de aquel año marcha a Madrid con su columna a contener la ofensiva de las tropas sublevadas.”

 

Ciertamente. En aquellos momentos e incluso después y hasta el día de hoy hay distintas versiones sobre el autor o autores de su muerte, lo que sí se sabe es que “La bala que hirió a Durruti salió del “naranjero” que portaba el Sargento José Manzanas en su hombro, un hombre a sus órdenes y cuando se bajaron del coche para hablar con los jóvenes que, en número de cinco, se encontraban cerca del chalet que ocupábamos y se dispusieron luego a seguir mi auto, que estaba parado más abajo. Manzana abrió la portezuela del Packard para que Durruti entrara en el automóvil y, cuando Durruti se hallaba encorvado para entrar en él, se le deslizó a Manzana el “naranjero” desde el hombro, dando en el estribo del coche, disparándose, de ahí que resultara el chaquetón de Durruti chamuscado por el fogonazo a corta distancia, entrándole la bala por debajo de la tetilla, rozándole el corazón”.

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Otra versión fue la que asegura que “el Gobierno republicano, para quienes Durruti resultaba muy molesto, pues al contrario que su amigo Oliver, él siempre fue contrario a colaborar con el gobierno, hubiese ordenado a alguien su asesinato. Y si no el propio gobierno, algún agente soviético o comunista bajo el mando del NKVD. Podría parecer algo inverosímil, pero el asesinato en 1937 de Andreu Nin, líder del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), partido comunista no pro-soviético, ratifica que el gobierno de Moscú era capaz de estas y muchas otras cosas.

Por ello se cree que el autor del disparo pudo ser un agente soviético, a quemarropa, lo que explicaría la pólvora en las ropas de Durruti.

Pero no sólo los comunistas son sospechosos del crimen. También pudo ser algún anarquista, tal vez corrompido por la envidia, o quién sabe con qué intenciones, el que apretara el gatillo. Aunque esta hipótesis me parece muy inexacta. Primero, porque Durruti era muy querido por casi toda la comunidad anarquista española, y había pocos líderes que pudiesen hacerle sombra. Uno de los cuales, Ascaso, tenía un balazo en la frente que le habían incrustado los sublevados en Barcelona, y el otro, García Oliver, además de amigo de Durruti, había visto cómo su popularidad entre un sector de los anarquistas se esfumaba al colaborar con el gobierno republicano”.

 

En resumen: ¿quién mató al Comendador? ¡¡¡Fuenteovejuna, todos a una!!!

Y curioso es que un mismo día, el 20 de noviembre,  muriesen tres figuras tan importantes de la Guerra Civil como José Antonio Primo de Rivera, Buenaventura Durruti  (los dos asesinados) y Francisco Franco (muerto en la cama)

Autor

REDACCIÓN