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En este año de 2020, concretamente el día 6 de junio, se cumplieron cincuenta años de esas  fotografías, que ilustran este trabajo y  que corresponden al encuentro de vuelta de los cuartos de final de la Copa del Generalísimo, jugado el  día 6 de junio de 1970,  en el estadio del Nou Camp de Barcelona, entre el F.C. Barcelona y el Real Madrid. En el encuentro de ida, disputado en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, el día treinta de mayo, el Real Madrid derrotó al Barcelona por dos tantos a cero con goles marcados por Ramón Grosso y Amancio Amaro. El diario madrileño Marca apuntó, en sus páginas del día siguiente, que el colegiado navarro Daniel Zariquiegui, no había tenido un buena actuación, al no señalar un  claro penalti a favor del Barcelona  y dar por válido el segundo gol de Real Madrid , en claro fuera de juego de Amancio.

Noche del seis de junio de 1970. Guruceta acaba de pita penalti contra el Barcelona. Los jugadores azulgranas, lo rodean.

El encuentro de vuelta se caldeó en demasía. El Nou Camp registró un lleno completo, posiblemente el mayor de su historia, hasta aquellas fechas. Además de la histórica rivalidad entre Real Madrid y Barcelona, había cuentas pendientes. En el primer encuentro de esa temporada 1969-70, disputado en el estadio Santiago Bernabéu y que terminó con empate a tres goles, el delantero azulgrana Miguel Ángel Bustillo, sufría una alevosa entrada de Pedro De Felipe, que según el parte médico le produjo “Rotura total de la inserción del ligamento lateral interno en sus dos capas, superficial y profunda. Desinserción periférica del menisco interno y rotura del ligamento cruzado anterior». Esa lesión, que le costaría a Bustillo estar dos años sin jugar,  indignó al barcelonismo, pues De Felipe no fue sancionado.

Para el partido de vuelta, el árbitro designado fue  José Emilio Carlos Guruceta Muro, donostiarra de nacimiento, joven, elegante, de gran estatura y gesto seguro. El Barcelona presentó a Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos; Alfonseda, Marcial y Pujol, haciéndole el Real Madrid con Junquera; José Luis Peinado, Benito, Sanchis; Pirri, Zoco; Ortuño, Amancio, Grosso, Velázquez y Manolín Bueno.

A punto de llegarse al descanso, Carlos Rexach remató de forma impecable, desde la derecha, casi sin ángulo, logrando un formidable gol, poniendo al Barcelona por delante en el marcador. En la segunda parte domina de forma agobiante el Barcelona, que quiere empatar la eliminatoria.   En el minuto 59,  José Luis combina con Ortuño que cede el balón  a Amancio, quien  envía en profundidad, de forma magnifica, a Manolo Velázquez, que escapa hacia el área barcelonista, en clara ventaja. El jugador azulgrana Rifé le persigue, llega al cruce y le derriba, a más de un metro fuera del área. Por la velocidad de la jugada, los dos caen dentro del área y Guruceta, de forma asombrosa, señala penalti.

Ante los graves incidentes, Guruceta da por finalizado el encuentro en el minuto 85 y requiere la protección de la Policía Armada.

El escándalo fue épico. El campo se llenó de botes, almohadillas y otros objetos. Los jugadores del Barcelona, tras rodear al árbitro, intentaron  retirarse del campo, algo impidió su entrenador, el inglés Vick Buckingham. Tras ocho minutos de alboroto monumental y bronca,  Amancio lanza el penalti y marca, empatando el partido a uno. Eladio aplaude briosamente a Guruceta, diciéndole«eres un madridista, no tienes vergüenza», siendo de seguido expulsado. Más almohadillas caen al terreno de juego. El resto del encuentro, será una sucesión de lluvia de almohadillas e interrupciones para retirarlas, además de un griterío ensordecedor y un clamor incesante en contra del árbitro y los jugadores madridistas.

Cuando el reloj marcaba el minuto ochenta y cinco, una jugada en el área del Real Madrid, con posible penalti, Guruceta la pasa por alto. Es el final del encuentro, pues una gran cantidad de excitados aficionados invaden el campo, sin que la Policía Armada pueda frenarlos. Guruceta suspende el partido, abandonando el campo escoltado por la Policía Armada. Miguel Muñoz, entrenador del Madrid, sería alcanzado por un botellazo. El césped es tomado por un incalculable número de aficionados, que pasean, en hombros, a los jugadores barcelonistas. Se prenden grandes hogueras en las gradas del Nou Camp, se rompen asientos, altavoces, cristales y se producirán graves disturbios, fuera del estadio, al enfrentarse aficionados con la Policía Armada, que realiza varias cargas para dispersarlos.

El autobús del Real Madrid tardaría cuatro horas en salir del estadio y fue escoltado por efectivos de la Policía hasta Castelldefels, lugar donde se alojó la expedición blanca. Según manifestaron algunas fuentes, Guruceta y sus jueces de línea abandonaron el estadio barcelonista, con unas gorras de la Policía, puestas en la cabeza, y fuertemente escoltados.

El Comité de Competición, cuatro días después, sancionó al Barcelona con la máxima multa, 90.000 pesetas, y aviso de cierre del campo. Dio por bueno el empate a uno, dando por finalizado el encuentro. Sancionó al defensa azulgrana, Eladio Silvestre, con dos partidos y suspendió por seis meses al árbitro José Emilio Guruceta. El colegiado Guruceta sería recusado a perpetuidad por el Barcelona, no volviéndole a arbitrar en competición oficial.

Ante esa sanción, el presidente del Colegio Nacional de árbitros, José Plaza, presentó su dimisión, solidarizándose con Guruceta. Aquella bronca deportiva, se llevó por delante al Delegado Nacional de Deportes, Juan Antonio Samaranch, que sería relevado de su puesto en septiembre de ese mismo año, Curiosamente su sustituto en el cargo de Delegado Nacional de Deportes resultó ser Juan Gich y Bech de Careda, gerente hasta entonces del Barcelona, y muy afín a Torcuato Fernández-Miranda.

Emilio Guruceta abandona el Nou Camp escoltado por la Policía Armada.

La posterior final de la Copa del Generalísimo de aquel 1970 se disputó precisamente en el estadio del Nou Camp de Barcelona, donde el Real Madrid venció al Valencia por tres tantos a uno, goles marcados por Pirri, Planelles y Sebastián Fleitas, haciendo el tanto valencianista el delantero Jara. El Caudillo de España entregó la copa al capitán de Real Madrid, Paco Gento y según contaba  El Mundo Deportivo en sus páginas del día siguiente firmadas por Emilio L. Jimeno manifestaba entre otras cosas lo siguiente: “Los pequeños rescoldos de temor que pudieran existir en torno al transcurrir del partido muy pronto quedaron disipados. Los aplausos en el momento de la aparición de los equipos sobre el terreno de juego, fue ya un avance de la tónica que había de imperar en los graderíos, al margen del flamear de las muchas banderas y pancartas o las voces del tradicional ¡Hala, Madrid! de los hinchas, en minoría del club de la capital. Lo que realmente imperó -fue el deseo de ver ganar al mejor y éste, sin duda alguna, lo fue a la larga el Real Madrid, al que justo es también señalar se entregó el público como si en el ánimo de todos existiese el firme deseo de  poder expresar que nunca existió animosidad alguna hacia sus jugadores, siempre al margen de las circunstancias que llevaron en cierta ocasión a expresar su disconformidad con decisiones arbitrales más que partidistas del todo absurdas y faltas de la más elemental razón.

Una vez más también. Barcelona —representada en esta ocasión por el deporte— ha querido dar una nueva prueba de su amor y adhesión al Jefe del Estado, al que recibió con una ensordecedora ovación, que volvió a reproducirse al recibir el capitán madridista, Gento, el trofeo de campeón de España y también de su condición de archivo de la cortesía con los vencedores y vencidos, con los que doblaron sus banderas y desfilaban en silencio bajo el peso de su desilusión y con aquellos otros que desbordando alegría alargaron la jornada eufórica hasta altas horas de la madrugada por las calles, dando un nuevo aspecto y colorido a la barcelonesa verbena de San Pedro”.

En fechas posteriores, tras aquellos encuentros del mes de junio, el Ministro Secretario General del Movimiento, Torcuato Fernández- Miranda, a través de la Delegación Nacional de Deportes, subvencionaba, con 43 millones de pesetas, a fondo perdido, al Barcelona, para la construcción del Palau Blaugrana y la Pista de Hielo.  Un año después, el Caudillo de España, Francisco Franco, era nombrado presidente de Honor de los dos recintos deportivos, otorgándole el club catalán, la medalla de oro de la entidad. Por su parte Torcuato Fernández-Miranda y Juan Gich, recibieron también la medalla de oro de club azulgrana.

El día 13 de octubre de ese año, la directiva del Barcelona era recibida en audiencia por el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, en el Palcio de El Pardo de Madrid. En el transcurso de la recepción, el presidente del Barcelona, señor Mental hizo entrega al Generalísimo Franco de un artístico álbum conteniendo, documentos fotográficos, el nacimiento y construcción del palacio blaugrana» desde el acto de la colocación de la  primera piedra, el día de la Merced de 1970, hasta la culminación actual de las obras. El presidente del Barcelona le ofreció al Jefe del Estado, la medalla de oro conmemorativa del acontecimiento.

1971 El presidente del Barcelona, Agustín Montal ofrece la Generalísimo Franco, la medalla de oro de la entidad deportiva.

Agustín Montal ofreció el homenaje, agradeciendo al Caudillo de España la ayuda prestada por el Gobierno en la construcción de las nuevas instalaciones y añadió:

“Esperamos ver que la ayuda de vuestro Gobierno haya encontrado justa correspondencia en nuestros esfuerzos por concretar en realidades concretas. Con ello no hacemos más que respaldar al artículo 1 de los estatutos del Club, en el que se especifica que obligación de la Entidad es contribuir .a la práctica del deporte entre nuestros asociados participando así en el desarrollo moral y mejoramiento físico de la juventud española”.

El señor Montal afirmó igualmente  subrayó  que lo mismo que en 1922, cuando se inauguró el campo de Las Corts, que en 1957 cuando fue inaugurado en Nou Camp, ese año de 1971 marcaría un hito  en la historia del Barcelona con la puesta en marcha de unas instalaciones que serán orgullo de la ciudad y del deporte español

El Jefe del Estado, Francisco Franco, contestó con unas breves palabras, agradeciendo primero la distinción de que se le hacia objeto, y dedicando cálidos elogios al deporte catalán, del que el Barcelona es primer vanguardista.

Añadió que recordaba siempre con cariño a Cataluña por la importantísima contribución que siempre ha aportado al deporte nacional y terminó felicitándose de esas nuevas instalaciones que están a la altura de un club del prestigio del Barcelona.

El régimen del Generalísimo Franco ya había ayudado de forma salvadora y fundamental al Barcelona, cuando en 1965, concretamente el 13 de agosto de 1965, el Consejo de Ministros celebrado en el Pazo de Meirás, bajo la presidencia del Generalísimo Franco, aprobaba un decreto que se publicó en el BOE del 23 de septiembre con el número 2735/1965, de 14 de agosto, que rezaba así:” Se aprueba el cambio de uso de una zona verde del Plan Parcial de Ordenación Urbana de la Zona Norte de la avenida del Generalísimo Franco, entre las plazas de Calvo Sotelo y del Papa Pío XII, de Barcelona”. Ese decreto, autorizado personalmente por el Generalísimo Franco, permitiría al Barcelona, que se hallaba ahogado en una deuda de 230 millones de pesetas, debido a la construcción de Nou Camp, inaugurado en septiembre de 1957, poder vender, como así hizo, los terrenos del viejo campo de Las Corts, por un montante de  228 millones de pesetas a la constructora Habitat, y así enjuagar sus cargas financieras.

1971 Inauguración del Palau Blaugrana.

El 23 de octubre del 71, el Vice Secretario General del Movimiento, el vieja Guardia Falangista Manolo Valdés Larrañaga, en nombre del Gobierno de la Nación, inauguraba las nuevas instalaciones del Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. Las autoridades y personalidades ocuparon el palco presidencial del Palau, -que se llenó hasta los topes de aficionados y  donde tuvieron lugar los actos- desde donde siguieron la ceremonia inaugural que se inició con el desfile de jóvenes señoritas ataviadas con el traje regional de Cataluña, portando las banderas de España, Olímpica, Cataluña, Barcelona y del C. de F. Barcelona, se situaron frente a la tribuna; seguidamente desfilaron otras señoritas con las banderas de un gran número peñas azulgranas, cerrándose el desfile con el paso de los jugadores de las secciones deportivas del Barcelona de Gimnasia, Baloncesto Hockey Hierba, Atletismo, Rugby, Balonmano, Hockey sobre Patines, Judo y Béisbol.

Cerró el acto el vicesecretario del Movimiento, para significar que siempre se había   sentido muy vinculado Barcelona. Por eso, termino diciendo, “me felicito de poder compartir con vosotros la alegría de esta inauguración que dota, a Barcelona y al deporte español, de unas magníficas instalaciones,  que nos enorgullecen a todos”.

Los actos continuaron con una exhibición a cargo de las secciones de gimnasia  y judo, la actuación de coros, esbarts y coblas de toda la región, que quisieron sumarse  a esa inauguración y finalizó con la aparición en el centro de la pista de un gran  balón de enormes proporciones con los colores azul y grana del Barça.

Tendrían que pasar quince años para que de nuevo José Emilio Guruceta dirigiese, de nuevo, un encuentro al F.C. Barcelona, En agosto de 1985  con motivo del Trofeo veraniego Ciudad de  Palma, Guruceta sería designado para dirigir la final del trofeo mallorquín que enfrentó al Barça con el Gremio de Porto Alegre. El equipo brasileño derrotó al Barcelona por 1-0, gol conseguido por Bira a los 21 minutos. El árbitro guipuzcoano escamoteó un claro penalti al Barcelona, cometido sobre Schuster en el minuto 50. En aquella ocasión el Barcelona alineó a Urruticoechea; Sánchez, Fradera, Manolo, Víctor (Amarilla), Alexanco, Clos (Carrasco), Schuster, Rojo, Caldere y Marcos. Al termino de aquel encuentro, el vicepresidente del Barcelona Nicolás Casaus, declaró a los medios informativos lo siguiente: “No debe de arbitrarnos nunca más, ni fuera ni, por supuesto, en el Camp Nou: podrían producirse  accidentes imprevisibles. Además, sería una ofensa imperdonable que el Comite nos lo volviera a poner”.

Un año más tarde, de aquella final de Palma, al hablar de aquella histórica jugada, entre Rifé y Velázquez de junio de 1970, Emilio Guruceta, reconoció haberse equivocado.

El accidente que costaría la vida al colegiado Guruceta y a uno des jueces de línea.

La tarde del 25 de febrero de 1987, Emilio Guruceta se dirigía con sus dos jueces de línea a Pamplona, a fin de arbitrar el  encuentro de ida, valedero para los  cuartos de final de la Copa del Rey entre Osasuna y Real Madrid, a disputar en el estadio del Sadar. El temporal de lluvia arreciaba  cuando el BMW que conducía Guruceta, matrícula A-6530 AG, circulaba a la altura del kilómetro 150 de la Autopista 2, por un puente sobre el río Cinca, en el término municipal de Fraga, a una velocidad entre 110 y 120  kilómetros a la hora. Debido a la tromba de agua que caía en esos momentos, Guruceta  perdió el control de su BMW, que giró sobre sí mismo, y fue a, golpearse al menos por tres veces contra el rail de la izquierda de la autopista, para posteriormente empotrarse con su parte trasera contra un camión  Ebro, que estaba realizando en la autopista obras de mantenimiento y se hallaba parado y señalizada su posición, y cuya estructura, al chocar con el vehículo de Guruceta, se convirtió en una mortal cuchilla, que dejó muertos en el acto al colegiado internacional y  a uno de su jueces de línea, Eduardo Vidal Torres, que iba sentado en el asiento trasero. El otro linier, Antonio Coves, salvó milagrosamente la vida.

El viaje de Guruceta y sus compañeros se había iniciado en Barcelona a primera hora de la mañana de ese fatídico día 25. Guruceta,  había dirigido el anterior sábado en Sarriá el  partido. Español- Mallorca, y decidió  no volver a su domicilio en Santa Pola (Alicante) sino que se quedó en la ciudad Condal por asuntos profesionales relacionados con la firma de un contrato de una marca deportiva. Esa misma mañana Guruceta recogió en el aeropuerto del Prat a sus dos jueces de línea, que habían volado desde Alicante a Barcelona De seguido los tres emprendieron viaje hacia Pamplona.

La Federación Española de fútbol, insensible al dolor, y a pesar de declarar luto, mantuvo el encuentro y envió al colegiado aragonés José Donato Pes Pérez a sustituir al fallecido Guruceta. El Real Madrid vencería por un tanto a dos a  Osasuna con goles de Rípodas, para los rojillos, y Valdano y Hugo Sánchez para los merengues.

Se iba para siempre Emilio Guruceta un árbitro polémico que siempre le perseguiría aquel encuentro de la Copa del Generalísimo de junio de 1970. El Barcelona y el barcelonismo nunca se lo perdonarían. Y de igual forma en febrero de 2019, en un alarde de “valentía espartana” la asamblea de socios del Futbol club Barcelona retiraban al Generalísimo Franco, el gran valedor del Barça, cuarenta y cuatro años después de su  muerte, las medallas de oro que le habían concedido, algo que hizo exclamar al presidente de la Fundación Nacional Francisco Franco, el general de División de Infantería de Marina ® Juan Chicharro Ortega,  que “»se retratan ellos mismos como unos cobardes, es de chiste». ¿Por qué no lo hicieron en vida de Franco? Lo malo que tiene el Barcelona es que las hemerotecas existen y se ve a toda la directiva culé doblando el espinazo ante Franco unas cuantas veces«. Sin dudas de auténtico sainete malvado.

Ese nefasto 2019 se iniciaba con la “valentía” de humillar a una personalidad gigantesca que forma por derecho propio, de manera indeleble, para siempre, en la lista de los grandes españoles de todos los tiempos y de la cual, se pongan como se pongan estos sectarios, no podrán borrar. Luego llegaría la profanación canallesca de su cadáver, “en otro alarde de bizarría”, esta televisada.  Pero ni el fraudulento y macarra de la Moncloa, ni el de la coleta, ni la Lola-esa que no duerme sola-, la estulta de Cabra, ni por supuesto el más que un club, le llegan a la suela del zapato el Invicto Caudillo Franco, el vencedor del comunismo, el salvador económico, por derecho propio del equipo azulgrana. Es de nuevo la hora de los enanos ante el Gigante conductor de una España que llegó a ser, bajo su mandato, la décima potencia industrial del mundo.  Es este caso con su odio e ignorancia aun lo han hecho más grande, pues su nombre sigue vivo en labios del pueblo llano.  ¡Meteros las medallas por donde se empiezan los cestos!

Autor

Carlos Fernández Barallobre
Carlos Fernández Barallobre
Nacido en La Coruña el 1 de abril de 1957. Cursó estudios de derecho, carrera que abandonó para dedicarse al mundo empresarial. Fue también director de una residencia Universitaria y durante varios años director de las actividades culturales y Deportivas del prestigioso centro educativo de La Coruña, Liceo. Fue Presidente del Sporting Club Casino de la Coruña y vicepresidente de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña. Apasionado de la historia, ha colaborado en diferentes medios escritos y radiofónicos. Proveniente de la Organización Juvenil Española, pasó luego a la Guardia de Franco.

En 1976 pasa a militar en Fuerza Nueva y es nombrado jefe Regional de Fuerza Joven de Galicia y Consejero Nacional. Está en posesión de la Orden del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo blanco. Miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, es desde septiembre de 2017, el miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco, encargado de guiar las visitas al Pazo de Meiras. Está en posesión del título de Caballero de Honor de dicha Fundación, a propuesta de la Junta directiva presidida por el general D. Juan Chicharro Ortega.

 
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