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El 6 de abril de 1934, el coronel del Ejército Español, Oswaldo Fernando de la Caridad Capaz y Montes, tomaba para España, el territorio africano de Ifni, cumpliendo de esta forma una orden del gobierno de la nación, que presidia el radical Alejandro Lerroux, tras la fallida expedición, al mando del Capitán de Corbeta Pedro Nieto Antúnez, comandante del Transporte “Almirante Lobo”, que no fue capaz de doblegar “manu mlitari” a la belicosas kabilas de la zona.
Es entonces cuando el gobierno encarga al General Francisco Franco Bahamonde, la planificación y estudio de una acción, para el desembarco y posterior ocupación de la antigua Santa Cruz de la Mar Pequeña, cuya memoria sería empleada por el coronel Capaz, para realizar dicha misión,
El primer contacto de España con el territorio de Ifni, se remontaba al año de 1463, cuando el Rey de Castilla Enrique IV, concedió a Don Diego García de Herrera, señor de las Islas Canarias, un pequeño territorio en el continente africano, situado entre el cabo de Aguer y el de Bojador, muy cerca de las propias Canarias. En él, Herrera, ordenaría construir una torre fortificada, a fin de defender el asentamiento pesquero y comercial, que se pretendía crear, así como un lugar seguro que serviría de base de las expediciones marítimas españolas por la zona. Como primeros alcaldes del asentamiento denominado como Santa Cruz del Mar pequeña, serán nombrados Alonso de Cabrera y Jofre Tenorio.
Diego García Herrera fallecería en 1485 y con su muerte, Santa Cruz del Mar Pequeña, fue abandonada.
Once años después Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, ordenan al entonces gobernador de las Canarias, Alonso Fajardo, que envíe allí una nueva expedición, con objeto de reconstruir la torre y el puerto, y dotarlos de una guarnición española fija. Los Reyes Católicos decidieron mantener una política de buena vecindad con las tribus del norte del territorio, autorizando el comercio de ellas con Santa Cruz del Mar Pequeña.
Diego de Herrera, Señor de las islas Canarias. Primer conquistador de Ifni.
En 1499 el nuevo gobernador de Canarias, Lope Valenzuela, logra la sumisión de las tribus del norte del territorio.
Diez años después, tras las capitulaciones de CIntra con el reino de Portugal, España reconoce la soberanía de Portugal, en varios territorios de la costa del norte de África, a excepción del de Mar Pequeña.
En la época de Fernando el Católico, como regente en Castilla, y de su nieto el Emperador Carlos I de España, Santa Cruz fue tomada por las tribus hasta en tres ocasiones. 1517 y 1524 por dos veces. En dos de ellas, sería reconquistada por tropas españolas, al mando de Hernán Darías de Saavedra y Luis de Aday. Sin embargo, tras la tercera pérdida, la torre, destruida de nuevo, quedó abandonada, dejando Santa Cruz de tener interés, tanto comercial como milita,r para la corona.
En 1764, una expedición naval inglesa al mando de George Glas, se interesa por Santa Cruz, haciéndose con su puerto y fundando en ella una factoría pesquera, bautizando el lugar como Port Hillsborough, en honor del vizconde de Hillsborough, que había financiado la expedición de Glas. Unos meses después, Glas será detenido por soldados españoles, reclamando nuestras autoridades, el derecho histórico de España en dicho territorio. Sin embargo no será ocupada de nuevo y las tribus camparán a sus anchas. En 1777, el gran marino y militar Jorge Juan, intentaría tomarla de nuevo, sin conseguirlo
Tras finalizar, en 1860, la Guerra de África o Primera Guerra de Marruecos, que enfrentó al ejército español contra tropas del sultanato, durante el período de los Gobiernos de la Unión Liberal del reinado de Isabel II, y que finalizó con el triunfo del ejército español, el 26 de abril de 1860, se firmó el Tratado de Wad-Ras, que además de declarar a España como vencedora del conflicto bélico, imponía a Marruecos una serie de cesiones e indemnizaciones, concediendo también el derecho a establecer, en el antiguo territorio de Santa Cruz del Mar pequeña, una factoría de pesca. Será en 1883, cuando España y Marruecos decidan nombrar al territorio como Ifni.
En los años treinta, del pasado siglo, España vuelve a interesarse por Ifni. Para hacerse de nuevo con aquel enclave, pone al frente del proyecto al coronel Capaz, que de seguido, se trasladó al protectorado español de Marruecos y comenzó, desde allí, a mantener unas serie de entrevistas y conversaciones diplomáticas con diferentes tribus de la zona, entre ellas, las que habían impedido a Nieto Antúnez su toma. Incluso, en solitario, se entrevistó, en el desierto, con el sultán Azul, Merebbi Rebuu, sucesor del líder saharaui Ma al Aynayn, muerto en 1910 y de Hamed Al Hiba. Al ver que su misión se encauzaba, de forma positiva y pacífica, solicitó permiso del gobierno para trasladarse al lugar. Incluso redactaría una carta dirigida a los habitantes de Ifni, donde daba cuenta de los acuerdos alcanzados, anunciado su próxima llegada y la toma, por parte de España, del territorio. Esta misiva seria lanzada por un avión español sobre el territorio de Ifni, el día 5 de abril.
El día anterior, 4 de abril, Capaz embarcaba en el cañonero Canalejas con rumbo a Ifni, adonde llegaría dos días después, sin novedad, sin ser hostilizado por las tribus, recorriendo, de seguido, todo su territorio. La acción diplomática de Capaz, había sido todo un éxito, algo que agradecería el presidente del Gobierno Alejandro Lerroux, al nombrarle gobernador de Ifni y ascenderle a General de Brigada, bautizando como Puerto Capaz, un lugar conocido como Punta de Pescadores, en la costa de Gomara.
Capaz, se pondría entonces manos a la obra y diseñaría una ciudad a su gusto, Sidi-Ifni, que en posteriores afirmaciones del propio Lerroux Capaz había convertido “aquel territorio yermo en un pedestal donde el derecho de España planta el mástil de su bandera, convirtiéndola en la capital del África Occidental Española.”.
El general Capaz había nacido en Puerto Príncipe (Cuba) el 17 de marzo de 1894. Al cumplir dieciséis años, ingresa en la Academia Militar de Infantería de Toledo en 1910, siendo promovido como segundo teniente en 1913.
En 1916, es destinado a África, primero a regimientos de Infantería y posteriormente a las Fuerzas de Policía Indígena, donde desarrollaría gran parte de su carrera militar, participando de forma muy activa en la desdichada guerra de Marruecos.
1934; Recorte de un de los diarios del momento, que daba la noticia de la ocupación de Ifni por parte del Coronel Capaz.
En agosto de 1926 Capaz, al mando de una Harka Indígena, compuesta por mil hombres, con el apoyo de otras columnas del ejército de tierra, de buques de la Armada y aviones, lograba entrar en la ciudad santa de Xauen, que los españoles habían abandonado, a finales de 1924, en una acción estratégica de repliegue, ordenada por el entonces presidente del Gobierno, el General Miguel Primo de Rivera.
El día 10 de agosto, Capaz y sus hombres rodean Xauen. El comandante, que gozaba de una bien ganada fama y prestigio entre los rifeños, conmina al hijo del Raisuni, a entregar la ciudad a la paz o morir en el combate, Detrás, otras columnas españolas, al mando de Castelló y Varela, esperan su momento de ataque. Xauen se rinde y se logra así la unión de los extremos este y oeste del protectorado.
Para llegar a Xauen, Capaz y sus harqueños, de forma valerosa y decidida, con una extraordinaria explotación del éxito, tras el desembarco de Alhucemas, han ido desarmando, en larga su marcha, a través de Gomara, a varias kabilas, -en unos casos de forma bélica y en otros con la diplomacia e incluso con sobornos- requisándoles más de tres mil fusiles.
Tras su ascenso a teniente Coronel, participó en varias acciones militares de los últimos compases de aquella sangrienta campaña, que tantas vidas de hombres costó a España y que se había iniciado en 1909.
Con un dominio perfecto de la lengua árabe, se le designa como delegado de Asuntos Indígenas de la Alta Comisaría de España en Marruecos en 1927. Capaz, que permanecerá en el puesto hasta el advenimiento de la II república en abril de 1931, que le destituiría, mantuvo en la zona, gracias al servicio de intervenciones militares, un eficaz control de todas las tribus, que se habían rendido. En ese periodo será ascendido a Coronel.
Tras la elecciones de noviembre de 1933, que dieron la victoria a la coalición Radical-derechista, Alejandro Lerroux, regresa a la presidencia del Gobierno y nombra de nuevo al coronel Capaz como Delegado de Asuntos Indígenas en Marruecos. Tras ello, se le encomendara la misión de la toma de Ifni, como hemos relatado.
El presidente del Gobierno, Ricardo Samper Ibáñez, se entrevista con el coronel Osvaldo Capaz Montes, quién ha hecho efectiva la dominación española sobre el territorio de Ifni tras desembarcar en aquel territorio norteafricano en abril de 1934.
En julio de 1936, el general Capaz ejercía el cargo de Comandante General de Ceuta. Nunca se pudo conocer si Capaz había participado en los preparativos del alzamiento militar contra el Frente Popular, como apuntan algunos historiadores, o por el contrario, se mantuvo leal a la república, como dicen otros. Lo que si es cierto, es que Oswaldo Capaz solicitó, el 16 de julio, un permiso para viajar a Madrid.
Ya en la capital de España y tras el fracaso del Alzamiento en Madrid, las milicias se hacen dueñas de la ciudad. Requerido por las autoridades frente populistas, a fin de que se ponga al mando de una unidad de milicias, Capaz se niega en redondo, siendo de seguido detenido e ingresado en la cárcel Modelo madrileña.
El día 21 de agosto de 1936, ante el rumor, aireado por algún periódico como Claridad, de que varios presos de ideología falangista planeaban una fuga carcelaria, el Comité Provincial de Investigación Publica, con la autorización del Director General de Seguridad Manuel Muñoz, decidió enviar a la cárcel Modelo un grupo de milicianos, entre los que destacaban el socialista Enrique Puente y los miembros de la Checa del Cinema Europa, Santiago Aliques Bermúdez, Pablo González Cubillo, Máximo Belloso Barbado, Miguel Cantalapiedra Martín, Alberto Chenel de la Cal, Antonio Martínez Rojas, Antonio y Narciso Segura Germán, con Felipe Sandoval “el doctor Muñiz” al frente, como máximo responsable, -a los que nos hemos referido en anteriores artículos-, con la intención de realizar registros, con la principal misión de investigar a los militares y presos falangistas y derechistas. Los interrogatorios, dirigidos por Puente, Sandoval y Aliques, se completaron con el robo de objetos de carácter personal, dinero, relojes, cadenas de oro, sortijas, y todo lo de valor que tenían los presos. Al día siguiente, día 22, los milicianos provocaron un incendio y soltaron a los presos comunes, Al ver como las llamas se extendían por el edificio, en las puertas de la Modelo, se congregó un gran número de milicianos y otras gentes, que culpando del incendio a los presos falangistas militares o de derechas, intentaron asaltar el recinto carcelario. Se formó entonces, por parte de unos milicianos, junto al grupo de los chequistas del cinema Europa, un tribunal revolucionario, que dentro de la prisión comenzaría a juzgar a los que consideraban culpables del incendio.
De izquierda a derecha: Coronel Capaz, Gran Visir Ahmed Ganmia, Manuel Rico Avello alto Comisario de España en Marruecos y el General Franco.
A media tarde, un grupo de milicianos se encaramaron a los tejados de la cárcel y tras colocarse en estratégicas posiciones, al ver que los reclusos huían despavoridos de las llamas, en dirección a los patios, comenzaron a ametrallarlos sin piedad, provocando la muerte de quince internos, casi todos militares, entre ellos los tenientes de Artillería Fernández Herrerín y Jiménez Martínez de Velasco, el teniente de complemento Álvaro Espinosa y el abogado falangista Manuel Chacel y del Moral, hijo del teniente coronel de Caballería Chacel Norma, que también se hallaba preso en la Modelo. Aquel alevoso y traicionero ametrallamiento, dejaría también veinte heridos.
Gracias a la serenidad y aplomo del General Capaz y del coronel Agustín Muñoz Grandes, que ordenaron y dirigieron a los demás compañeros, a fin de colocarlos desenfilados de los disparos de los marxistas, en las esquinas de los patios, lo que consiguieron, salvando así numerosas vidas de un nutrido grupo de falangistas, de jefes y oficiales del Cuartel de la Montaña, Regimiento Wad Ras, Artilleros de Getafe, Campamento y Vicalvaro, Batallón Ciclista de Alcalá de Henares y Escuela de Tiro, que en aquellos trágicos momentos se hallaban desamparados y sin protección en los patios de la Modelo, entre ellos, además del General Capaz y el Coronel Muñoz Grandes, el general Fanjul Goñi; los coroneles Fernández de la Quintana, de Zapadores; Cañedo Argüelles de Artillería y Tulio López Ruiz de Infantería; los tenientes coroneles de Artillería Ortiz de Ladazuri y Molto y Molto y de Caballería Castillo Olivares; el Comandante del Batallón Ciclista, Rojo Arana; los capitanes de Artillería Marcelino Díez Sánchez, Jesús Ávila Contera, José López Varela, Juan Méndez-Vigo y Méndez-Vigo, José Pérez Buendía, Francisco Uriarte Martín, así como Bermúdez de Castro de infantería. El teniente medico Fanjul Sedeño: los tenientes de infantería Villen Roldan y Senén Ramírez, de artillería Esquivias Salcedo y de caballería Martín Galindo.
Además de los militares, que habían fracasado en su intento de Alzamiento contra el gobierno sectario del Frente popular, falangistas y políticos derechistas, detenidos en la Modelo, allí se encontraban también, otras personas que habían ingresado voluntariamente, para evitar con ello el peligro de los «paseos», que de forma indiscriminada llevaban a cabo por toda la ciudad y alrededores, las partidas de facinerosos marxistas. Tras el asalto a los archivos y los primeros ametrallamientos de presos, por parte de los milicianos, estos, al caer la noche, fueron buscando, celda por celda, a diferente y conocidos políticos y militares, seleccionados de antemano, con un único objetivo. Asesinarlos.
Así caerían asesinados, Melquíades Álvarez, antiguo presidente de las Cortes Españolas, decano del colegio de Abogados de Madrid y presidente del partido Republicano Liberal Demócrata; Julio Ruiz de Alda, capitán aviador militar, héroe del Vuelo Plus Ultra y uno de los fundadores de Falange Española; Fernando Primo de Rivera, médico militar, hermano de José Antonio y militante de Falange Española; Manuel Rico-Avello, exministro de la república y antiguo alto comisario de España en Marruecos; José Martínez de Velasco, jefe del Partido Agrario y también ex ministro de la II república, al igual que Ramón Álvarez Valdés; José María Albiñana, médico y político, fundador de Partido Nacionalista Español; los generales Rafael Villegas, sublevado en Madrid en julio de 1936; el Teniente Fanjul Sedeño; el Conde de Santa Engracia; el comisario de policía Santiago Martín Báguenas, y el General Oswaldo Capaz, entre otros.
Los últimos momentos del general Capaz en la prisión Modelo, fueron desvelados, años más tarde, concretamente en 1985, cuando el ex ministro del Franco, además de su cuñado, Ramón Serrano Suñer, remitió, al diario ABC, una carta, que el rotativo madrileño, publicó en la página de su cabecera de inicio. En ella Serrano contaba cómo conoció personalmente a Capaz, en la cárcel Modelo y al que definió como “un hombre, íntegro, digno, razonador, serio y respetable”.
En numerosas ocasiones, seguía escribiendo Serrano, paseó, acompañando al General Capaz, por el patio de la cárcel. En sus conversaciones, Capaz le confesó, que se había negado a dirigir a milicianos contra sus hermanos militares, por lo cual había sido detenido: “Yo soy un jefe que manda soldados, no gentes alborotadas”, decía. Confió siempre en el triunfo del bando Nacional, pues como decía : “Los militares tienen un Ejército perfectamente organizado y jerarquizado, mientras que el Gobierno republicano, aunque cuenta con algunos jefes y oficiales valerosos, como el coronel Vicente Rojo, carece de soldados disciplinados, cosa que agravan las interferencias de los partidos políticos”. Incluso le llego a profetizar a Serrano Suñer, la suerte que les esperaba en la Modelo: “Si no conseguimos adueñarnos de la prisión, desarmando a los vigilantes, nos mataran a todos”.
El general Capaz asesinado.
A la noche, tras sacarlos de las celdas, les obligaron a sentarse en el suelo de la galería. Fueron dando nombres. Uno de los milicianos patibularios gritó: “Ese que le llaman general Capaz”, “que salga”, Capaz se levantó y dio un paso al frente. De seguido quisieron atarle, algo a lo que de forma briosa y bizarra, el general se opuso. Con una pistola apuntándole a la cabeza, se le llevaron, ante las gritos airados del propio general a sus verdugos: ¨ ¡Sois unos cobardes! ¡Miserables!. ¡Un hombre como yo tiene derecho a que le maten de frente! Tras atarlo, y a empujones, lo condujeron a los sótanos de la cárcel. Desde allí, le trasladaron, junto al General Villegas y el ex ministro Manuel Rico-Avello, hasta la zona de la Pradera de San Isidro, concretamente en la tapias de la Ermita Sacramental dedicada al Santo Patrón de Madrid, donde milicianos de la CNT-FAI, acabaron de forma ignominiosa y cobarde con sus vidas.
Y así de forma gallarda, sin permitir un vejamen por parte de la chusma marxista, entregó su vida a Dios y a España, el bravo militar, al que el primer presidente de la II república, aquella que le asesinaría, Niceto Alcalá Zamora, lo denominaría “como el último conquistador español, que ensanchó el mapa e hizo crecer la tierra española”.
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