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Tercer sitio de Gerona

De Nuevo en Barcelona la posición del general Duhesme no era muy cómoda. Había perdido dos veces la posibilidad de derrotar a los defensores de Gerona. Antes sus jefes habían perdido prestigio. No era posible que un pequeño grupo de personas rechazaran el ejército francés. Por eso enviaron refuerzos al mando del general Coluvión Saint-Cyr. La llegada de este general fue prodigiosa para los franceses. Atacó Rosas y venció. Con lo cual disponía de un puerto marítimo para aprovisionamiento de las fuerzas. La lucha tuvo lugar el 6 de diciembre de 1808.

Con el camino despejado, el general Saint-Cyr viajó a Barcelona para reunirse con el general Duhesme. No pasó cerca de Gerona, para evitar un enfrentamiento con los defensores de esta población. Después de un largo rodeo, llegó a Barcelona.

 

El bando español había sido remodelado. El capitán general de Cataluña, conde de Ezpeleta, nombró al general Álvarez de Castro comandante de la vanguardia del ejército de Cataluña y gobernador de Gerona y sus fuertes. Como segundo el general Julián de Bolívar. Una de las primeras medidas tomadas por este fue no rendir la ciudad bajo ningún concepto. El 1 de abril de 1809 publicó un bando en el que amenazaba, con la pena de muerte, a todo aquel que hablara de rendición o capitulación.

 

Ya en Barcelona el general Saint-Cyr ordenó al general Reylle que, con sus 10.000 hombres, se dirigieran a Báscara. Tomada esta posición debía dirigirse a Gerona. El general Reylle llegó a Costa Roja, Campdorá y las montañas de San Miguel el 5 de mayo de 1809. Mientras tanto, otras tropas francesas fueron llegando a Gerona, formando un círculo completo, con el fin de rendir la población en pocos días. El mando de las fuerzas francesas quedó encomendado al general Jean Antoine Verdier. Recordemos que Verdier participó en el primer sitio de Zaragoza.

 

La idea del general Verdier era conquistar, primero, el castillo de Montjuïch, luego atacar la torre Gironella, la cortina de San Cristóbal, la cortina de Manegat, los muros orientales de la Catedral, el baluarte de Sarracinas y la muralla de Santa Lucía. Para ello disponía de un contingente de 18.000 hombres, apoyados por 71 piezas de artillería: 49 cañones de grueso calibre, 14 morteros, 6 obuses y 2 pedreros. Cada una de estas piezas estaba dotada con 600 disparos.

 

El ataque se inició el 19 de junio de 1809. Atacaron la torre de San Luís, es decir, la avanzada noroeste del castillo de Montjuïch. Los defensores de Gerona la abandonaron y se refugiaron en dicho castillo. Posteriormente atacó la torre de San Narciso y la de San Daniel. Como en el primer ataque los defensores se refugiaron en el castillo.

 

El 2 de julio el general Verdier le mandó un mensaje al gobernador Álvarez de Castro, en el cual le proponía negociaciones para detener el ataque. Es decir, le pedía la capitulación de Gerona. El gobernador le contestó que: «no queriendo tratos con los enemigos de su patria, recibiría a cañonazos a cuantos parlamentarios le enviasen».

 

Un hecho marcó el 8 de julio de 1809. Por un error humano de un artillero se incendió el almacén de pólvora de la torre de San Juan. El incendio provocó la explosión y el derrumbe de la torre. Era un duro contratiempo para los defensores de Gerona, pues esta permitía la comunicación con el castillo de Montjuïch. Toda la guarnición prácticamente falleció, quedando 8 soldados heridos.

 

A pesar del empeño de los defensores de Gerona, el revellín de Montjuïch se perdió. Recordemos que, con la caída de la torre de San Juan, el castillo quedó aislado de la ciudad. Los franceses empezaron a bombardear y hostilizar a los defensores. Los efectivos cada vez eran más reducidos y, ante la imposibilidad de vencer, decidieron abandonarlo. Así pues, el castillo de Montjuïch quedó en manos de las tropas francesas en 10 de agosto de 1809. El ejército francés había tardado más de un mes en conquistar una de las plazas más importantes de la ciudad. Con la caída del casillo la entrada a la ciudad era cuestión de poco tiempo.

 

Para reforzar a los defensores de Gerona, el general Blake pidió al general García Conde que comandara un convoy de 1.500 mulos cargados con provisiones. Llegar a Gerona era difícil. Por eso decidieron atacar Bruñola. El general Saint-Cyr, creyendo que las fuerzas españolas concentradas allí eran muy importantes, envió tropas de Salt y Palau Sacosta. Esto supuso que aquel sector quedara debilitado. Conocedor de esto, el general García Conde fue a Bescanó y atacó el sector de Salt. Mientras tanto los somatenes de Rovira y Clarós atacaban las tropas francesas que protegían la ribera izquierda del río Ter. No pudiendo estas salir en ayuda de las tropas de Salt, el convoy llegó a su objetivo. Sólo se quedó en Gerona el regimiento de Baza y unos tercios de miqueletes. El resto regresó de nuevo a su lugar de origen. Gerona volvía a tener alimentos y se había reforzado con nuevos soldados.

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Al general Saint-Cyr se le estaba acabando la paciencia. Estaba en juego su honor. Por eso decidió destruir la resistencia de Gerona. Su idea era preparar un gran ataque con la ayuda de la artillería. Todo quedó listo el 18 de septiembre de 1809.

 

A comienzos de octubre las baterías francesas empezaron a bombardear las brechas abiertas en las murallas, en el fuerte del Calvario, en la torre Gironella y en la muralla de Santa Lucía. El ataque fue fructífero, pues las brechas se ensancharon, con lo cual las tropas ya podían acceder por ellas. Para el ataque a las brechas del ejército francés gastaron: 23.130 balas de cañón, 3.092 granadas y 2.590 bombas. Por lo que se refiere a los muertos de toda aquella acción, los franceses tuvieron más de 3.000 bajas y los gerundenses 926 muertos. Conseguido esto, una serie de columnas francesas salieron del castillo de Montjuïch dirección al fuerte del Calvario, a la muralla Alemanes y a la muralla de Santa Lucía. Empezó el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Varias tropas francesas se reorganizaron, logrado salvarse del fuego que recibían desde las murallas, la torre Gironella y el baluarte de Sarraines. Una tropa consiguió pasar por la brecha de Alemanes y llegar a la plaza del cuartel y a la plaza de los Lladoners. Un destacamento del regimiento de Ultónia, que se encontraba en la plaza de los Ángeles, consiguió rechazarlos y derrotarlos completamente.

 

La defensa era férrea. Los franceses no consiguieron sus propósitos. Había calculado mal no las fuerzas existentes, sino el valor y la furia de los defensores gerundense. El general Verdier no quería una nueva derrota y menos seguir perdiendo soldados. Esto no estaba en su mente. ¿Cómo conseguir la capitulación de Gerona?

 

Hemos dicho que el general García Conde consiguió introducir un convoy de 1.500 mulos con provisiones. La ciudad estaba muy precaria de alimentos. Aquello fue una inyección de aire fresco. Sin embargo, el consumo diario provocaría, tarde o temprano, de nuevo dificultades. La solución prevista por el general Verdier era ahogar la ciudad. Sin víveres no podrían sobrevivir demasiado tiempo y el triunfo asegurado. Para ello inutilizaron todos los caminos que llevaban a la ciudad. El tiempo corría en contra de los defensores gerundenses.

 

El general Verdier fue sustituido por el general Augereau. El 19 de septiembre de 1809 es conocido como el Gran Día de Gerona. Con anterioridad el general Augereau ordenó diversos ataques contra las brechas de Alemanes y Santa Lucía. Su propósito era mantener la alarma y la intranquilidad de los gerundenses. Además, pretendía desgastar a los defensores. Su táctica surgió efecto. El general Augereau consiguió apoderarse de los reductos del Capítulo, de la Ciudad y las fortificaciones de Les Pedreres. Estos reductos y fortificaciones eran vitales porque comunicaban la ciudad con los fuertes. Poco a poco la ciudad se estaba ahogando y el triunfo francés estaba más próximo. El 10 de noviembre el gobernador Álvarez de Castro recibió una comunicación del general Blake. En ella le decía que no podía enviar tropas a la ciudad para ayudarlos en su defensa. Empezó el mes de diciembre con este panorama: casas derrumbadas por los bombardeos; la gente sin casas; cuerpos desperdigados en descomposición. Al no poderse enterrar a los muertos, las enfermedades y las ratas invadían la ciudad. No había medicamentos para poder curar a los heridos y a los enfermos por las epidemias. El gobernador Álvarez de Castro también cayó enfermo, siendo sustituido por Julián de Bolívar. Ante tantos males, el desgaste de las tropas, las carencias de víveres, el nuevo gobernador Bolívar, después de consultas con la Junta, determinó que Gerona debía capitular ante el general Verdier.

 

 

La capitulación

El gobernador Julián de Bolívar se reunió con la Junta Militar. Llegaron a la conclusión de enviar un representante para entrevistarse con el general Verdier. La intención era saber las condiciones que este último para capitular. El mensajero era Blas de Fournás. Una vez reunido con los franceses regresó con el general francés Rey. Ambos se reunieron con la Junta. Las condiciones fueron aceptadas y firmadas. Estas eran:

 

Capitulación de la Ciudad de Gerona y fuertes correspondientes firmada el diez de diciembre de 1809 a las 7 de la noche.

 

Artículo 1º. La guarnición saldrá con los honores de guerra, y entrará en Francia como prisionera de guerra.

 

Artículo 2º. Todos los habitantes serán respetados.

 

Artículo 3º. La Religión católica continuará siendo observada por los habitantes y será protegida.

 

Artículo 4º. Mañana a las ocho y media de ella la puerta del Socorro y la de Areny serán entregadas a las tropas francesas, así como las de los fuertes.

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Artículo 5º. Mañana 11 de Diziembre a las 8 y media de ella la guarnición saldrá de la plaza y desfilará por la puerta del Areny. Los soldados pondrán sus armas sobre el glacis.

 

Artículo 6º. Un oficial de artillería, otro de yngenieros y un comisario de guerra entrarán al momento en que se tomará posesión de las puertas de la ciudad para recibir la entrega de los Almacenes, Mapas, planos, etc.

 

Hecho en Gerona a las siete de la noche el 10 de Diziembre de 1809.- Julián de Bolívar. – Isidro de la Mata. – Blas de Fournás. – Joseph de Layglesia. – Guillermo Minali. – Guillermo Nash. – El General en gefe del estado mayor general del 7º cuerpo. – Rey.

 

Tal y como quedó firmado en la capitulación, el 11 de diciembre de 1809 se formaron todas las tropas que habían defendido Gerona, bajo el mando del coronel Layglesia, del regimiento de Borbón, en la plaza de las Coles. Se pusieron en marcha, saliendo por la puerta de Areny. Por su parte las tropas francesas se colocaron en el baluarte de San Francisco y la muralla del Mercadal. Al pasar por delante de ellas, los defensores de Gerona iban entregando las armas. Terminado el ritual, el general Augereau entró, con su Estado Mayor y una escolta de dragones, a la ciudad. Casi dos años después un general francés podía entrar en Gerona. Nombró al general Areny gobernador de la ciudad. El gobernador Álvarez de Castro seguía enfermo. El general Augereau envió a uno de sus ayudantes para visitarlo. El 21 de diciembre de 1809 Álvarez de Castro y los religiosos de la ciudad fueron evacuados, como prisioneros, a Perpiñán.

 

Mariano Álvarez de Castro había nacido en Burgo de Osma en 1749. De Perpiñán lo trasladaron a Narbona. El 9 de enero de 1810 lo reubicaron en una celda en el castillo de San Fernando. Falleció al día siguiente de laxitud, según algunos, y envenenado, según el pueblo. Realmente falleció por debilidad física. Fue enterrado en el cementerio de Figueras. Post mortem, en abril de 1810, fue nombrado mariscal de campo y comandante del primer Regimiento de la Guardia Real Española. En octubre lo ascendieron a teniente general. Para inmortalizar su heroica defensa de Gerona, colocaron una lápida de mármol negro, con letras de oro, en la celda donde falleció, con la siguiente inscripción: «Murió envenenado en esta estancia el día 10 de enero de 1810 víctima de la iniquidad del tirano francés el gobernador de Gerona D. Mariano Álvarez de Castro cuyos heroicos hechos vivirán eternamente en la memoria de todos los buenos. El Excmo. Sr. D. Francisco Xavier Castaño, Capitán General del Ejercito de la Derecha. Año de 1815».

 

Cuando los Cien Mil Hijos de San Luís se retiraron, en diciembre de 1823, al pasar por el castillo de Figueras, el mariscal Moncay, al leer la lápida en la celda, ordenó su destrucción.

 

Antes de iniciarse el tercer sitio de Gerona la ciudad tenía para su defensa: el regimiento de Ultónia; el regimiento de Borbón; el 2º Batallón de Voluntarios de Barcelona; el 1º Batallón de Miqueletes de Vic; el 1º Batallón de Miqueletes de Gerona; del Escuadrón de San Narciso; el Real Cuerpo de Artillería, los Miqueletes del 2º Tercio de Gerona; Marineros de la Costa; y los Zapadores minadores. En total 10.668 hombres. Pues bien, el 11 de diciembre solo quedaban 3.626 hombres, o lo que es lo mismo, el tercer sitio de Gerona les costó a estos cuerpos militares 7.042 hombres. A estos tendríamos que añadir los civiles. En total murieron alrededor de 10.000 personas durante aquel sitio.

 

Por lo que respecta a la ciudad, el general Augereau se encontró con: 242 casas totalmente destruidas; 48 parcialmente arruinadas; y 104 casas deshabitadas. La prioridad del alto mando francés fue ponerse al pueblo a su favor. Por eso se comenzó a mejorar el estado urbanístico; el sanitario; aprovisionar la ciudad con víveres; iluminar las calles; organizar la distribución del pan, la carne, las verduras, y la venta de comestibles; se instauró la oficialidad del catalán en la prensa y la administración; y la difusión de proclamas donde se reconocía el espíritu emprendedor y la personalidad histórica de Cataluña. En definitiva, querían que los vieran como amigos y no como enemigos. Gerona sabía que aquella dominación sería transitoria. Por eso cedió y vivió tranquila hasta que los franceses decidieron regresar a su país.

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César Alcalá