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¿Qué pensaría usted de un hombre que con Franco en el Pardo, Jefe del Estado, Caudillo, Generalísimo y Jefe del Movimiento, hubiese permanecido 34 años ininterrumpidos como procurador-diputado y casi 17 años de Ministro (el español que tuvo y sigue teniendo, después de muerto, el récord como Ministro de toda la Historia)?  Seguro que si tiene más de 40 años no dudaría en decir su nombre: José Antonio Girón de Velasco. Pues ese fue ese hombre. Aquel «León de Fuengirola» (lo de León dicen que se lo ganó en el Alto de los Leones, de la Sierra de Guadarrama, derrochando arrojo y valentía en los primeros días de la Guerra Civil y lo de  Fuengirola por ser el gran «hacedor» de la Costa del Sol) que Franco nombró Ministro de Trabajo el 20 de mayo de 1941 y lo mantuvo hasta el 25 de febrero de 1957.
                  Pero, como yo no trato de hacer su biografía /aunque podía hacerla por las muchas veces que hablé con él, en el «Arriba», en el «Diario SP», en «Pueblo», en «El Imparcial», en el «Heraldo Español) sino simplemente recordar aquel «GIRONAZO» que hizo público el 28 de abril de 1974, un artículo que retumbó en toda España, incluído El Pardo, y pudo acabar con «el espíritu  del 12 de febrero», la incipiente apertura de Arias Navarro que luego dio paso «a lo que vino» tras la muerte de Franco.
                      Dicen, o al menos así me lo contó Rodrigo Royo, el que había sido mi Director en el «Diario SP» y  siempre, por su falangismo, gran amigo de Girón, que cuando le leyeron el «Gironazo» a Franco, ya mal de salud, y le dijeron: «A éste es al que tenías que poner al frente del Gobierno…» el Caudillo se limitó a decir dos palabras y en un tono apenas audible: «Demasiado tarde».
                 Pero, lo que sí quedó patente fue que algunos tras leer el «Gironazo» se escondieron debajo de la cama y otros se fueron a llorar al Muro de las Lamentaciones del Cuartel de la Montaña.

 

 

 
 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.