22/11/2024 06:50
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«María Paz fue asesinada por los rojos a los 18 años de edad. Cayó en acto de servicio, ya que fue sorprendida cuando buscaba refugio para un camarada». Estas son las ra palabras de Pilar Primo de Rivera cuando por vez primera cita el nombre de esta joven falangista que nació en la noble Castilla de Valladolid. Era hija del militar Ricardo Martínez Unciti, jefe del Ejército y de una señora culta y apacible llamada Agustina. Él había sido en filipinas uno de los «últimos», y también luchó en Marruecos. Cuando muere su hogar sigue en pie. El hogar es y debe ser la fortaleza. En él destaca una de sus hijas, Carina, que a sus 24 años arrastra a su hermana María Paz hacia el falangismo de José Antonio Primo de Rivera. Comienza vendiendo todo lo que le dan para así poder sacar unas pocas pesetas y ayudar al nuevo partido político que acaba de nacer. Vocea La Conquista del Estado, Arriba, F.E. Asiste a los mítines que puede y poco a poco ve cómo su ánimo se va alentando. Por eso, cada día está más convencida de que ha tomado el camino correcto.
María Paz sigue entonces con su fidelidad el ideario falangista. Comenzó por impulso a cuidar de presos y perseguidos por ser seguidores de José Antonio Primo de Rivera. Las redadas de la Policía al servicio del Frente Popular no saciaban su gula por detener a falangistas. Recordemos que hubo un momento, comenzando por José Antonio, que la mayoría de la cúpula de Falange estaban detenidos. El blanco, el odio, del Frente Popular se centraba en todos los que vestían la camisa azul con el escudo del yugo y las flechas. Aquella joven muchacha juega al juego de la muerte ayudando a sus camaradas. Como ella hay también otras mujeres que sortean a los asesinos de las Brigadas del Amanecer. Madrid era un cráter de sangre, de salvajismo. Centenares de checas actuaban y en ellas se cometían execrables crímenes. Azaña era presidente de la República y nada hacía por evitarlos. ¿Era por eso un asesino Azaña? Que contesten los de la Memoria Histórica. En Madrid se seguía asesinando siguiendo la consigna que se escuchaba por las emisoras de radio: «¡Aplastad a los facciosos!»,
El 30 de octubre de 1936, María Paz no llega a su casa. Ella ha ido a acompañar a un camarada hasta la Legación de Finlandia que buscaba protección. Pero el tiempo sigue pasando y no vuelve a casa. Sus hermanas Carina y Pilar salen en su busca y llegan hasta la puerta de la Legación, pero allí nadie ha visto a ninguno de los dos. Se temen lo peor y siguen buscando sin rumbo fijo. Preguntan por un lado y otro, pero nadie ha visto a una joven con las señas que les indican. La noche se les va echando encima y con ese otoño muy avanzado se nota el frío por las calles de Madrid. Llegan a la checa de Fomento y les dicen que, efectivamente, allí aparece el nombre de María Paz Martínez Unciti que estuvo detenida unas horas, pero puesta pronto en libertad. Siguieron buscando a su hermana hasta que llegaron a Vallecas y aquí alguien les dice que a este lugar llevan a las mujeres que después serían asesinadas. Efectivamente, en el Ayuntamiento se lo confirman porque allí está la ficha de María Paz, extendida por el médico forense.: «Mujer como de unos catorce años muerta por estallido del cráneo». A las seis de la mañana del día uno de noviembre de 1936, aquella joven, que ningún mal había hecho a nadie, fue quitada de en medio. Sus hermanas no lo podían creer y se mantienen en silencio porque como un día escribió Felicidad Blanc, mujer del poeta Leopoldo Panero: «La muerte es el silencio». Y desde entonces, desde aquel silencio, ya han pasado 82 años.
´Tiempo después de la liberación de Madrid, Pilar Primo de Rivera ante el sepulcro de María Paz, pronuncia unas palabras que así daban comienzo:
Camarada María Paz Unciti:
Ante la presencia de tu cuerpo muerto por España y por la Falange, vuelve a revivir en nosotros la trágica obligación que tenemos de entregarlo todo antes de consentir un solo avance del enemigo…
Tú también pudiste ceder y no cediste: tú también pudiste avenirte a muchas cosas para salvar el don estimable de la vida en comienzo, y preferiste perderla por servir a nuestra verdad…
Yo sé que en ocasiones como ésta se debe perdonar: nosotros les perdonamos todo el mal que nos están haciendo, pero también se debe exigir fidelidad a las razones de vuestra muerte: eso es lo que nos enseñó José Antonio…
El día uno de mayo de 1942, aparece publicado en los periódicos el anuncio de que la Delegación Nacional de Prensa había tomado el acuerdo, fecha 1 de enero anterior, de establecer un premio mensual para el mejor trabajo publicado en la Prensa española durante el mes anterior. El premio correspondiente a mayo de 1942 «se denominará Premio María Paz Martínez Unciti, en recuerdo de la camarada de la Sección Femenina que fue asesinada por el marxismo, en el otoño de 1936, cuando su vida estaba al servicio de la Falange clandestina».
A punto de cumplirse el 12 aniversario de su muerte, la Sección Femenina le rindió un homenaje póstumo a esta joven, fundadora del Auxilio Azul y sus restos exhumados en el cementerio de Vallecas y trasladados al cementerio de la Almudena donde reposan en la actualidad. En 1948, la calle que pasaba por la tapia del cementerio donde fue fusilada le ponen su nombre, pero ahora ha sido sustituido por el de Pico de la Cierva. Primero la asesinan y después no contentos con quitarle la vida, le quitan también su nombre del callejero. España entera está llena de casos iguales. El odio les sigue más allá de la muerte que ellos mismo son los máximos responsables.
PUBLICADO INICIALMENTE POR: José María García de Tuñón Aza para «Desde la Puerta del Sol»

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