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El 22 de Febrero de 2007, nada más ser elegido pontífice como Benedicto XVI, la Fundación Nacional Francisco Franco publicó este artículo detallando la visita del cardenal Ratzinger al Valle de los Caídos.
La elección del sucesor del Papa Juan Pablo II nos ha deparado el gozo de ver en la Cátedra de San Pedro al cardenal Ratzinger, de espíritu tan afín a su predecesor, y del que todos esperamos la continuidad de su memoria y su obra.
Pero hemos sabido que el actual Papa estuvo en una ocasión en el Valle de los Caídos.
Fue con motivo de la clausura de uno de los Cursos de Verano de El Escorial. Era el 7 de julio de 1989. Al término de su conferencia, a la que asistieron el P. Abad Ernesto y el P. Anselmo, éste pudo acercarse a él e invitarle a hacer una visita al Valle.
Parecía esperarlo, por lo que aceptó de inmediato y, burlando a los organizadores del Curso, se dirigió rápidamente, con su secretario, al automóvil. Avisados el cardenal Suquía, el Sr. Nuncio y el Rector de la Complutense, que habían asistido al mismo acto, al poco tiempo se encontraban todos en el Valle.
UNA VISITA QUE SE PROLONGÓ
Aunque según confesó, sólo disponía de 30 minutos, el recorrido se prolongó por espacio de dos horas.
La Comunidad le esperaba en el Monasterio, donde le dispensó un caluroso recibimiento. Después, acompañado por el P. Abad y algunos monjes, subió a la base de la Cruz, donde contempló detenidamente las imágenes de Ávalos y las dimensiones de la Cruz. Desde el altar que hay al pie de la misma observó la inmensa panorámica que desde allí se abre a la vista. A esa hora de la tarde la sombra de la Cruz se proyectaba hasta casi perderse de vista.
Un monje le comentó: «Este Valle de los Caídos, recostado bajo la silueta de la Cruz, parece esperar, como el Valle de Josafat, el día del juicio final, precisamente a la sombra de la Cruz».
El Cardenal asintió: «Sería un lugar incomparable».
La visita continuó por la Basílica, que recorrió observando todos los detalles y admirando su severa majestad, mientras seguía con atención todas las explicaciones que se le daban. En la explanada que precede a la Basílica se detuvo bajo la fuerte impresión de grandiosidad y armonía que se desprendían de la conjunción entre naturaleza y arquitectura. Con frecuencia detenía la mirada dirigida hacia la Cruz, que se recortaba sobre un cielo fuertemente azul y cuyas proporciones le impresionaban visiblemente.
LUGAR DE PEREGRINACIÓN
En una de estas ocasiones se le insinuó lo interesante que podría ser que los europeos peregrinaran hasta esta Cruz para orar ante ella por las grandes intenciones de la segunda evangelización, y que si fuera posible, el mismo Papa abriera esta marcha, penitencial y orante, estimulando así a todos a realizar este camino hacia lo que deberá ser el centro de esta nueva evangelización: el misterio de la Cruz y el símbolo de la Redención. El cardenal Ratzinger preguntó muy interesado si se trataba de algún proyecto ya en marcha; en todo caso, añadió, merecería la pena que la idea se hiciera realidad.
Ya en la hospedería , tomó un pequeño refrigerio, mientras siguió interesándose por temas del Valle.
Antes del regreso a Madrid posó para la foto, con el fondo de la Cruz, en ese momento intensamente iluminada por el sol.
LA ESPIRITUALIDAD INMENSA DEL VALLE
Ya de vuelta, comentó con D. Gustavo Villapalos, Rector de la Complutense, que el monasterio del Valle de los Caídos le había interesado más que el de El Escorial: la originalidad de su concepción y su fuerte espiritualidad le hacía superior a la mayor parte de los que él conocía en Europa, incluido el de San Lorenzo.
Fue una jornada muy grata para la Comunidad del Valle, en la que pudimos conocer de cerca a uno de los hombres más representativos de la Iglesia y de la Curia romana. Su cercanía al mundo benedictino le ha llevado a darse el nombre de Benedicto XVI. Que el Señor bendiga su Pontificado.
Fundación Nacional Francisco Franco
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