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El fracaso empresarial de Cataluña, y particularmente de Barcelona, se ha extendido por todo el mundo, siendo Barcelona una rémora para el progreso, la innovación y el desarrollo.
¿Viva Cataluña libre? Acaso no lo es. ¿Cuándo no lo ha sido? ¡Cuántos complejos atenazan al independentismo! ¿Cuándo no ha sido libre como lo es cualquier comunidad de España? ¿Acaso Cataluña no está en España? ¿De qué libertad hablan esos impresentables y cutres nacionalistas? ¿De dónde sale tanta insensatez, tanto odio contenido y tanta violencia hacia lo español? Exceso de discurso cutre, hueco y con incontenida palabrería. El tal Aragonés no pasa holgado un curso de castellano ni con recomendación. ¡Cuánta torpeza y cuánto aldeanismo concentrado!
El primer discurso de Fin de Año del descendiente de franquistas, Pere Aragonés, se cerró con un «¡Viva Cataluña libre!». Insiste en que no están dispuestos a renunciar a la independencia, pero ¿acaso piensa que España está dispuesta a renunciar a la unidad nacional, como reza su Carta Magna? Me duele ver tanta ignorancia concentrada en el nacionalismo y en el independentismo. Cada día estoy más convencido de que si los borricos volaran no nos daba el sol. Y el tal Pere lo es en gran medida. Si Pere no cambia pronto de camello lo va a tener complicado y puede verse en el albañal de la ridiculez y el esperpento catalán.
Eso de los «resultados tangibles» para el logro de la «autodeterminación y la autarquía» es otra bufonada como la del acomplejado, Gabriel Rufián, de hace unos años: tenía sueños de grandeza respecto a que en dos años dejaría de estar en el Parlamento español porque estaría en el de la República catalana. Pasado ese tiempo, ni fu ni fa; ahí sigue tirando de la mamandurria de los casi 6.000 euros mensuales porque no ve futuro en Cataluña. Cualquier borrego como Rufián representa perfectamente a sus votantes. En España lo toman por paranoico e inútil y en Cataluña por «botifler» harinado. No sé qué es peor.
Hoy es un hecho que Rufián es un esquirol fraudulento del catalanismo más sucio e irreverente, acosado por la realidad y la mofa en que se ha convertido Cataluña. Mientras esa comunidad se autodestruye, Madrid construye el día a día y es admirada allende sus fronteras. Pere Aragonés no da más de sí: toca la pera y se desespera, en tanto que Ayuso construye un futuro de dignidad, innovación, desarrollo y progresismo.
Esa mayoría «sólida» y «transversal» a la que alude Pere Aragonés, no es más que un sueño de fantasías y fracasos teñidos con una capa de falsedad, mediocridad y ridículo. La negociación ni siquiera ha existido. El Gobierno central pasa de estupideces, aunque, a veces, dé cuerda para tener contenta a la cuadrilla de ignorantes que inundan Tabarnia y hunden Tractoria. Todo sea por seguir en el colchón de Moncloa. Habla de la «renuncia del conflicto», pero nadie ve conflicto en Cataluña, tan sólo fracaso, intolerancia, totalitarismo, indignidad y vergüenza. ¿A qué llama Pere Aragonés «derecho de autodeterminación y amnistía»? ¡Cuánto complejo, frustración y fracaso juntos?
Hoy no toca hablar del adoctrinamiento en la escuela ni de las amenazas a los niños que hablan en español ni de la represión a quien reclama en castellano acudir al WC. Para el fracasado catalanismo es como ponerlo banderillas negras o pisarlo en el juanete. El presidente, Pere Aragonés, no es más que el títere de la sociedad civil procatalanista que, llegado el momento, lo mismo puede recibir la patada del «Govern» como el encargo de negociar con el paranoico Valtonyc o el acobardado y tontilocuelo, Carlos Puigdemont.
Debido al varapalo del Supremo, el presidente regional de Cataluña ha hecho el discurso de Fin de Año desde una escuela donde los padres han exigido aplicar el modelo catalán; sin duda, representan el fracaso de la Cataluña vendida, vencida y sin horizonte; saben que diez kilómetros más allá nadie entiende esa lengua y, lo que es más grave, no interesa a nadie. Ahí tienen a Joe Biden con su pregunta de mofa hacia Cataluña: «¿Y eso dónde está, en Méjico también, o es parte de Nicaragua»?
Pere Aragonés ha quedado retratado con el cierre de Nissan y la próxima petición de cierre de FIAT. A ello se une la marcha de la Escuela Judicial de Barcelona. Eso que Aragonés llama «esfuerzo extra» no es más que fracaso continuado. Ni Nissan ni Mahle quieren oír hablar de Cataluña. Su CEO llegó a decir que el fracaso empresarial de Cataluña, y particularmente de Barcelona, se había extendido por todo el mundo, siendo la ciudad condal una rémora para el progreso, la innovación y el desarrollo.
Cataluña carece de alternativas y se limita a criticar o amenazar a las comunidades autónomas y Ayuntamientos españoles que acogen nuevas empresas; es el caso de Switch Mobiliti que se instalará en Valladolid o en Santovenia, creando 2006 puestos de trabajo, y que se dedica a la construcción de autobuses eléctricos.
Ya lo ven, para eso ha quedado Cataluña y, mientras, Madrid creciendo y siendo propuesta para grandes premios internacionales, no sólo su presidenta sino toda la comunidad autónoma y su equipo de Gobierno del Consistorio municipal. ¿Alguien se extraña de que en otras comunidades griten a los cuatro vientos eso de «¡Queremos una Ayuso!»
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