20/09/2024 07:55
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Cuando publiqué el libro “Estudios Laborales” (ed. Dykinson, Madrid, 2003), augurando el hundimiento del sistema español de previsión social, algunos analistas me tacharon de pájaro de mal agüero, de ignorante, mentecato, y no sé cuántas cosas más. Como tengo las espaldas anchas, y estoy acostumbrado a recibir patadas, no hice caso, ni siquiera me molesté en contestar. No hay peor desprecio que no hacer aprecio…

 Hoy, diez y siete años después, se confirma mi pronóstico: el sistema español de seguridad social es inviable, a medio y largo plazo. El número de beneficiarios no para de aumentar; ahora mismo tenemos diez millones de jubilados e inválidos, mientras que el número de cotizantes tampoco deja de bajar: escasamente diecinueve millones de personas, muchos de ellos a tiempo parcial, con cotizaciones irrisorias.

Pero es que hay otros dos datos que conviene tener en cuenta: de los diecinueve millones de cotizantes alrededor de tres millones y medio son empleados públicos, y hay otros tres millones y medio de beneficiarios de la prestación contributiva o el subsidio por desempleo, que también cobran de la seguridad social. En resumen, 19 millones de cotizantes tienen que mantener a 16 millones de beneficiarios (jubilados, inválidos, empleados públicos y desempleados).

¡Y medio millón de políticos profesionalizados, que no profesionales, cobrando los salarios más altos de los organismos públicos, que no en vano son ellos mismos quiénes se ponen los sueldos que les da la gana! Y claro, para que no se resienta su “dignidad”, pues siempre cobran más que todo el mundo…

Al darnos de alta en la seguridad social, podrían poner una casilla con tres apartados, para que elijamos a quien preferimos mantener: un funcionario, un parado o un jubilado…

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Pero lo que está claro –lo ve hasta un ciego- es que con esta ratio cotizantes/beneficiarios, el sistema es totalmente inviable, y camina hacía su quiebra total.

Por no hablar de que el trilero de La Moncloa, que tampoco debe de andar muy bien de la vista, insiste en seguir pagando las pagas extras a los funcionarios y jubilados, aunque para ello tenga que seguir esquilmándonos a los contribuyentes –cada día más escasos-, y gastarse el dinero que tenemos, y el que no tenemos, como si no hubiera un mañana…

 En resumen, vamos hacía el desastre, y el problema no se soluciona mirando para otro lado, y haciendo como que no pasa nada.

 Si desean ampliar su información y formación al respecto, pueden comprar mi libro anteriormente citado. La editorial y yo mismo se lo agradeceremos, pues fue escrito y editado precisamente para aportar algo de luz al debate sobre este asunto. 

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Ramiro Grau Morancho