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Fue el noveno Rey de la Casa de Borbón que reinó en España. Antes de él lo fueron Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII, Isabel II y Alfonso XII (su padre) y para esta serie el último, porque lo dije al principio y lo mantengo, no voy a escribir de los Reyes de Franco (Juan Carlos I y Felipe VI)
Y lo hago siguiendo la pauta que he seguido con los demás, bebiendo en las fuentes de la Historia (más conocidas) y de la intraHistoria (menos conocidas).
Una biografía personal tan desconocida que estoy seguro que muy pocos españoles saben, o sabrán, que Alfonso XIII, el que se marchó al exilio en 1931, cuando llegó la Segunda República, fue el Rey que tuvo más amantes de toda la familia Borbón y también el que más se enriqueció durante su reinado.
Por tanto que nadie se extrañe de lo que aquí va a leer, pues si en la Historia es implacable más lo es la intraHistoria.
De entrada voy a sintetizar su vida en cuatro imágenes
La biografía de la Historia
La vida de Alfonso XIII es la más curiosa de todos los demás Monarcas de la casa de Borbón, ya que fue Rey incluso ya desde el vientre de su madre y al nacer y por ello su infancia fue muy distinta a la de otros Reyes. Es cierto que fue educado para ser un Rey liberal, pero le tocó vivir una época apasionante, pero difícil e incluso revolucionaria, en la queEspaña buscaba recuperar su prestigio internacional después del desastre del 98. Las guerras de Marruecos, los Movimientos Nacionalistas Vasco y Catalán, el movimiento obrero y la dictadura.
Todo comenzó el 17 de mayo de 1902 al cumplir los 16 años y por tanto mayor de edad fue proclamado oficialmente Rey de España como Alfonso XIII y Rey de España fue hasta que abdicó en 1941, aunque los últimos 10 años de su vida los pasó en el exilio.
Curiosamente su Reinado comenzó con estas palabras que él mismo escribió en su diario:
«En este año me encargaré de las riendas del estado, acto de suma trascendencia tal como están las cosas, porque de mí depende si ha de quedar en España la monarquía borbónica o la república; porque yo me encuentro el país quebrantado por nuestras pasadas guerras, que anhela por un alguien que lo saque de esa situación. La reforma social a favor de las clases necesitadas, el ejército con una organización atrasada a los adelantos modernos, la marina sin barcos, la bandera ultrajada, los gobernadores y alcaldes que no cumplen las leyes, etc. En fin, todos los servicios desorganizados y mal atendidos. Yo puedo ser un rey que se llene de gloria regenerando a la patria, cuyo nombre pase a la Historia como recuerdo imperecedero de su reinado, pero también puedo ser un rey que no gobierne, que sea gobernado por sus ministros y por fin puesto en la frontera. (…) Yo espero reinar en España como Rey justo. Espero al mismo tiempo regenerar la patria y hacerla, si no poderosa, al menos buscada, o sea, que la busquen como aliada. Si Dios quiere para bien de España.
Del diario de Alfonso XIII, 1 de enero de 1902.»
La Dictadura
Pero desgraciadamente, y como él mismo había escrito en su Diario su reinado no tuvo ni momento de tranquilidad y las cosas fueron de mal en peor desde aquel ilusionante 1902. Hasta el punto de que en 1923 no tuvo más remedio que dar luz verde al general Primo de Rivera para que se sublevase y gobernase dictatorialmente. Es cierto que aquella Dictadura llegó con el beneplácito de todos y que en sus primeros años satisfizo a todas las clases sociales… sin embargo, a partir de 1927 las cosas se torcieron y hubo una verdadera desbandada de la clase política que huían de la Monarquía para refugiarse en la República que llegaba (pero de la Dictadura hablaremos más adelante).
Su boda con Victoria Eugenia
Alfonso XIII conoció a su futura mujer, Victoria Eugenia, en un banquete celebrado en el palacio de Buckingham por el rey Eduardo VII. Era muy habitual en aquellos tiempos, ya que asegurar la línea dinástica con un heredero era primordial, que se preparasen viajes, fiestas y banquetes entre las diferentes monarquías europeas para dar a conocer a futuras candidatas.
Una vez limpiado el expediente de la futura reina (convertirse al catolicismo, elevar la posición de su familia,…) y bajo el permiso de la familia real inglesa se produjo el esperado enlace en la Iglesia de San Jerónimo el Real el 1906.
Aunque se casaron muy enamorados y tuvieron unos primeros años de matrimonio felices, muy pronto la reina descubrió el carácter mujeriego y frívolo de su marido, donde las amantes fueron multiplicándose.
«Fue una mujer despreciada por su marido, anulada por su suegra —la reina madre María Cristina—, ridiculizada por la corte, ignorada por sus súbditos y castigada por sus hijos, a la que nadie quiso y que jamás fue feliz».
Pero como suele ocurrir en estos casos, «Ena» como era conocida familiarmente, siempre amó con fidelidad y pasión a su marido, al que siempre perdonaba sus continuas infidelidades. Además, durante todos los años de reinado siempre supo mantener la compostura, y cumplió con el papel que se esperaba de ella, esposas fiel y sumisa, por lo que nunca montó una escena y llevó con resignación la vida libertina de su marido.
Aunque lo que peor llevó fueron los reproches públicos que le hacía Alfonso XIII , culpándola de las enfermedades y discapacidades de sus hijos.
Y es que a pesar de los numerosos hijos que tuvo el matrimonio, hasta siete, tuvieron bastante problemas para dar con un varón sano que asegurase la línea de sucesión. Su primer hijo, Alfonso, nacido un año después de su matrimonio, fue hemofílico, enfermedad heredada por parte de la abuela de ella, la reina inglesa Victoria.
Su segundo hijo, Jaime, nació sordo y renunció de forma voluntaria al trono por su discapacidad. Su tercer hijo varón, nació muerto. Por lo que no fue hasta 1913, cuando nació el infante Don Juan, conde Barcelona y abuelo de nuestro actual Felipe VI cuando por fín aseguraron la línea dinástica directa.
Amores y amoríos
Con Carmen Moragas, la amante que pudo ser Reina
Como casi todos los borbones, Alfonso XIII heredó la lujuria desenfrenada de sus antepasados. Por ello no sorprende que sus médicos no hablasen de una «satiarasis congénita», (o sea una ninfomanía masculina). El número de amantes que tuvo es incontable, ya que mantuvo relaciones con mujeres de toda clase y condición, con una especial predilección por las artistas y cantantes.
Entre sus conquistas se encuentran a grandes artistas de la época como la Chelito, Raquel Meller, Pastora Imperio o incluso la mismísima Mata Hari.
En sus viajes y escapadas amorosas por las grandes ciudades europeas solía viajar de incógnito presentándose como Duque de Toledo, identidad que le permitía sumergirse tanto en los bajos fondos de las ciudades, como en las fiestas de más alta alcurnia.
Escarceos amorosos
Su primer amorío conocido, fue nada más acceder al trono, con una famosa cantante del teatro Eslava, conocida como Julia Fons. Aunque en esos primeros años de fogosa juventud, su relación más polémica la tuvo con una de las mujeres más bellas de Europa, la francesa Melanie de Vilmorin, mujer casada, con la que tuvo un hijo ilegítimo. Aunque ella siempre adujo que jamás había engañado a su marido, ya que los reyes no contaban.
Beatriz Noon, la niñera.
Otro de sus amoríos más sonados fue con la institutriz irlandesa de los infantes, Beatriz Noon, con la que tuvo una hija ilegítima, Juana Alfonsa Milán y Quiñones. Esta infidelidad, tan cercana al círculo de la reina, hizo que la reina siempre comedida, estallase de ira e hizo expulsar a la niñera de la corte.
La mejor amiga de la Reina
Una de las comidillas más sonadas de la época, fue el lío amoroso que implicaba a la infanta Beatriz Leopoldina, conocida como Baby Bee, íntima amiga de la reina, y esposa de Alfonso de Orleans y Borbón, primo del rey. Este affaire pone en evidencia el carácter libidinoso del monarca, ya que ninguna mujer estaba a salvo de sus caprichos amorosos, ni siquiera esta infanta, íntima amiga de la reina, que siempre rechazó de pleno los intentos de acercamiento del monarca.
Pero de todas las amantes de Alfonso XIII, sólo una llegó a ocupar un lugar importante en su corazón, su nombre, Carmen Ruiz de Moragas, a la que el rey apodaba cariñosamente «Neneta», ya que su relación, aunque con altibajos, se prolongó durante más de tres décadas.
Alfonso XIII estuvo tan locamente enamorado de ella que buscó anular su matrimonio con Victoria Eugenia para convertirla en su reina.
Carmen Ruiz de Moragas fue una mujer de noble cuna, bella, inteligente, feminista, pasional… despertando por igual envidias y devociones. Su vida repleta de escándalos, sexo, lujos y fama fue comidilla de la prensa rosa de la época. Se codeó entre las más altas esferas, despertando elogios y admiración por parte de los maridos, y envidias y rencores por parte de sus mujeres.
Ella era la típica mujer que todo hombre quería tener de amante, pero nunca de esposa. Y al mismo tiempo, gozaba de la libertad y descaro que toda mujer aspiraba a tener, pero que la encorsetada sociedad de la época les prohibía ser.
Por lo que no es de extrañar los numerosos percances que tuvo con otras grandes mujeres de la época: la duquesa de Dúrcal logró que la expulsaran del hipódromo, la condesa de Romanones la llamó puta a la cara, y se cuenta que la reina escupía sobre su rostro, cada vez que lo veía en la prensa de la época.
Pero todo ello, no nos debe hacer olvidar que desde muy joven destacó como una portentosa actriz dentro de la compañía del María Guerrero y que pronto se convirtió en la primera actriz del Teatro Español. Por lo que desde la primera vez que el monarca la vio actuar quedó prendado del carácter y la belleza de esta mujer.
El bastardo Leandro de Borbón
Su relación con Carmen Moraga se prolongó varias décadas, y de ella, nacieron dos hijos: María Teresa, que murió muy joven, y el famoso Leandro de Borbón, personaje muy popular de nuestra televisión, ya que nunca dejó de pelear por que reconociesen su linaje real. Con ellos, formó una familia paralela, a la que siempre amó, siendo de los pocos bastardos reales a los que quiso reconocer. Se cuenta que hasta la propia reina espiaba el jardín de la lujosa villa donde residían para ver a esos dos bastardos reales a los que tanto amaba su marido. (Continuará).
Julio MERINO
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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