
Vaya por delante que la palabra “deconstruir” me parece una modernidad boba, como tantas otras. Imaginemos que mañana le digamos a un albañil o a un arquitecto que queremos “deconstruir” una casa. Salvo que ambos sean muy wokistas, les entrará por dentro una irónica sonrisa, por no decir una gran carcajada. ¿Por qué utilizar el término “deconstruir”, en lugar de otros tan conocidos como derribar, deshacer o desmontar? Pues simplemente para intentar llamar la atención, o si se quiere, para “epatar”, ese galicismo, que en español puede sustituirse perfectamente por sorprender y que la Real Academia Española de la Lengua ya define como “producir asombro”. En realidad, esos “palabros”, pretenden hacer ver al interlocutor que los wokistas son, como se decía antes, de la capital y que los no wokistas somos pobres paletos de provincias.
El término wokismo, proviene del inglés “awake”, despierta, o “woke”, despertó. Parece que surgió en los Estados Unidos, en los años treinta del siglo pasado, y que con él se pretendía mover a los ciudadanos negros americanos, a que despertasen, tomasen consciencia de que estaban oprimidos y discriminados y que se indignasen y luchasen contra esa realidad.
Parece que fue el escritor afroamericano William Melvin Kelley quien, en 1962, publicó un artículo en el New York Times titulado “If You’re Woke, You Dig It” (‘Si estás despierto, lo entiendes’). Poco a poco el término fue teniendo éxito y ya en 2017, el diccionario Oxford le dio una nueva acepción definiéndolo como “Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial del racismo».
A mi modo de ver el wokismo es la versión en inglés de lo que en España se suele llamar “progresismo”, título preferido por la izquierda, la cual con él se auto atribuye el monopolio de la justicia social, en todos los ámbitos y antes todas las causas, mientras que desprestigia al lado “conservador” por su presunto desinterés por la justicia social y por el respeto y promoción de los derechos y libertades.
Así, el Wokismo o Progresismo se permite descalificar a todo el resto del espectro político de centro o derecha y, de paso, lo tilda de reaccionario e incluso de nazi o fascista. Lo curioso es que la presunta defensa que el wokismo hace de las libertades, guarda silencio cuando se le pide que opine sobre regímenes, en gran medida comunistas y desde luego totalitarios y dictatoriales, como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua. Y por supuesto guarda silencio sobre la ideología criminal de Marx y Engels y sobre las frases de su Manifiesto Comunista de 1848.
Basta con preguntar a los wokistas si repudian las afirmaciones o propuestas siguientes:
El trabajador se ha convertido en una mera parte de la máquina, “y su salario se reduce al mínimo de lo que necesita para vivir y reproducirse”.
El obrero se empobrece y el empobrecimiento crece mientras que “la clase burguesa concentra la riqueza en manos de unos cuantos individuos”.
“Las leyes, la moral, la religión son prejuicios burgueses tras los que anidan los interese de la burguesía”.
“Los proletarios no tienen nada propio que asegurar sino destruir todos los aseguramientos y seguridades privadas de los demás”.
“El objetivo inmediato de los comunistas es… derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del poder”.
“Los comunistas pueden resumir su teoría en una fórmula: la abolición de la propiedad privada”.
Hay que abolir la cultura burguesa porque “vuestras ideas burguesas de libertad, cultura, derecho, etc., son simplemente productos del régimen burgués de propiedad y de producción”.
“Hay que abolir la familia y sustituirla por una colectivización oficial, franca y abierta, de la mujer”.
“El primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder”.
“El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado”.
“Esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción”.
“Expropiación de la propiedad inmueble”.
“Abolición del derecho de herencia”.
“Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco del Estado en régimen de monopolio”.
“Finalmente, los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los Países, uníos!”
Ya anticipo la respuesta que darán los wokistas ante el reto de tomar posición ante estas frases: mirarán para otro lado y más aún si se les dice que provienen del Manifiesto Comunista. Ahora bien, si en 2025, no son capaces de condenar las ideas de Marx y Engels, ¿ cómo pueden pretender que los ciudadanos les creamos y apoyemos?
Sin embargo, como son muy hábiles, preferirán seguir centrando su discurso en el tema del género, descalificando la postura de los que consideramos que, el feminismo del siglo XXI debe centrarse en la idea de que cuando todos somos iguales, todos somos más libres, y que deben evitarse leyes que discriminen en razón del sexo que, en muchos casos, como ha ocurrido con la Ley del Sí es Sí, producen resultados contrarios a los teóricamente esperados.
Igualmente seguirán hablando del racismo, pero olvidando que Barack Obama fue presidente, que hay muchos avances, y que muchos consideramos que deben seguirse eliminando cualquier planteamiento racista. No obstante, los wokistas no querrán reconocer, y muchos menos aludir, a que, en el lamentable tráfico de esclavos de antaño, estaban implicado muchos negros que vendían a otros negros a los traficantes. Y desde luego querrán ignorar que, lamentablemente, en África, sigue aún hoy existiendo mucho racismo entre unos negros y otros, en particular entre unas tribus y otras, y que hay que abordar también ese problema de racismo.
Los wokistas también seguirán hablando de la inmigración y del derecho de todos los inmigrantes a ser acogidos, pero evitarán analizar la causa de esa inmigración, y en particular evitarán decir que alguna responsabilidad deben tener los líderes de los países de donde proceden los inmigrantes. Y, por supuesto, no pedirán que la ONU deba plantearse esa cuestión y tomar medidas al respecto de esos liderazgos.
En suma, el Wokismo tiene mucho de hipocresía y de mentira. Se parapeta tras eslóganes tales como “Refugiados, bienvenidos” pero no se ofrece a llevarse a ninguno a vivir en su propia casa. Y desde luego tiene mucha tendencia a ver la paja en el ojo ajeno, como ocurrió recientemente cuando Elon Musk, en un discurso celebrando la investidura de Donald Trump, agradeció a la multitud por haber apoyado a Trump y tras colocar su mano derecha sobre su corazón, extendió el mismo brazo hacia el aire justo frente a él, lo que muchos se apresuraron a comparar con un saludo nazi. En respuesta, Elon Musk publicó en X: «Francamente, necesitan mejores trucos sucios. El ataque de ‘todos son Hitler’ ya cansa».
Resulta muy llamativo que esos wokistas de análisis tan sensible callen una y otra vez cuando sindicatos y partidos socialistas occidentales cantan la Internacional con el puño izquierdo en alto, himno y gesto, que desde luego está muy vinculado a los 110 millones de víctimas que ha causado el comunismo y que multiplican por 6 o por 7 los crímenes de Hitler.
En fin, soy de los que creo que hay que desmontar el wokismo demostrando su falsedad y su fingimiento, atacando sus elementos raíces y en especial a su marxismo “cultural”, referencia que parece asumen con gran orgullo intelectual. Derribar el wokismo es esencial para liberar a mucha gente de buena voluntad que sigue engañada por su mentirosa verborrea. La verdad nos hace libres.
Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
Autor del libro “Historia del Comunismo”
Autor
- Administrador Civil del Estado.
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