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Visítenla, calle Villa de Pons, 14. Denunciada en su día en el quincenal Siempre P’alante por tener en el interior de la referida iglesia una placa dedicada a la asesina Dolores Ibárruri, “Pasionaria”, cuyo motivo es la donación de dos tallas, una de la Virgen y otra un Cristo crucificado, que supuestamente en su nombre, hizo la señora que tuvo a su servicio -feligresa de dicha Parroquia- durante sus últimos años de vida en Madrid. Siendo, que, al margen de lo improcedente de la placa, lo primero que tuvo que haber hecho el párroco es investigar la procedencia de esas dos imágenes, no descartando el expolio que ella y los suyos hicieron en infinidad de iglesias de toda España, tras profanarlas e incendiarlas.

Así, ¿de dónde procedían esas dos tallas que guardaba “Pasionaria”? ¿Por qué la tenía la asesina Dolores Ibárruri?  ¿Por qué no las donó antes, pongamos cuando regresó con toda impunidad a España? ¿Y si no hubiera sido esa la voluntad de la asesina, sino un acto personal de su criada -feligresa de la Parroquia San Isidoro y San Pedro Claver- a modo de compensar los horribles pecados de quien fue su señora, la asesina Dolores Ibárruri, “Pasionaria”? Consideración por la que me decanto.  

¿Cuántas placas, monumentos, estatuas y nombres a calles y plaza que desconocemos, se han dedicado a asesinos convictos y confesos en todo el ancho de la geografía nacional? Entre todos tendríamos que confeccionar una lista, por si un día de estos la justicia lo admitiese como agravio comparativo.

Y una cosa más. Si visitan la referida Parroquia, ya saben, calle Villa de Pons, 14, no duden en hablar con el párroco de esto. Pónganle en su sitio. En el que le corresponde.

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Mi buen amigo José Fernando se estará revolviendo en uno de los columbarios de dicha Parroquia. Descansa en Paz, querido amigo, ya sabes, y tú lo denunciaste muchas veces, como viene el clero en estos días. Por eso, como te acordarás, un día hablando de esto, tú y yo decidimos no poner la X para la Iglesia en la Declaración de la Renta. Tú lo cumpliste, y hasta hoy yo lo sigo cumpliendo.

¡Tiempos aciagos! ¡Ya vendrán otros!, dicen los optimistas.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha