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España era un país avanzado y en proceso altamente positivo en términos de igualdad de todas las personas ante la ley y en derechos y deberes. Hasta que se creó un ministerio para desigualar radicalmente.
Una ministra y sus colegas con acné juvenil en sus mentes y con pavada de subidón político, nos han puesto a los pies de los caballos monclovitas. Reinas de la nesciencia y brujas del engaño, con desboque sexualista que se les ha subido al cogote y lo han politizado hasta el extremo de que ni ellas mismas se reconocen en su propia piel; se ven desigualadas.
Para ellas el máximo exponente de la igualdad ha resultado ser “el orgullo”. Ya sabemos que es una sensación que se sube mucho al cogote; y, de esa forma perdidas/os, salen en tropel a las calles para ver si, entre todos, se encuentran. Muchos se desvisten lo suficiente para que, si no ellos mismos, al menos otros los reconozcan. Hemos visto cómo desbordan jolgorio a falta de felicidad.
El colmo llega cuando se meten a saco con los Derechos Humanos: para no respetar los auténticos y bien establecidos, se inventan otros para colectivos o grupales que excluyen a las personas; o sea, dividen, ponen barreras, desigualan. Si no eres del colectivo tienes menos derechos y privilegios, ¿será que no son humanos?
Evidentemente, porque discriminan, dividen, enfrentan, desigualan para fomentar el odio. Seguidamente el colectivo se pone a buscar odiadores, como forma espuria de obtener beneficios; pero si sale … ¡bienvenida sea la espuria!
Nos adentramos en el género. Ministerialmente todo tiene que tener perspectiva de género. Todo ha de ser hecho con enfoque de género. O sea, que se vea, se note que ellas están ahí, en el género epiceno, porque al no tener ningún sentido necesitan que sea muy mediático: TVs, prensa, anuncios, política, cartelería, redes sociales, trabajo, universidades públicas doblegadas hasta besar los pies del género, etc. etc.
Moncloa invadida por el género, el parlamento, el senado, el constitucional, los partidos políticos que se dejan invadir, los sindicatos, el cine, las ONGs que se dejan y las que son sometidas, el ocio, la calle, los corifeos del gobierno. Todo, absolutamente todo el que y lo que puede ser engañado, sugestionado, inducido, embrujado o comprado.
Y se adentraron en la escuela con el género en ristre, y pobre del que se oponga o se enfrente a tal arma de destrucción infantil. Y se politiza que los niños sean llevados a la escuela desde que nacen, llenarles la cabeza de género para que nada más quepa en sus cerebros.
A causa de ello hay que vaciar de contenidos los programas escolares, todo otro saber es inútil cuando los niños, los adolescentes y los jóvenes están programados en género epiceno, ideologizados en género.
Ese engendro ministerial del que hablamos, ha prescindido de la esencia de la igualdad, “iguales como seres humanos en derechos y deberes ante la ley”. Sin la esencia todo son accidentes, todo es paja y basura. Se proclama y se induce a la desigualdad ante uno mismo, ya que puede ser hoy “a”, mañana “z”, al otro día todo lo contrario; el núcleo duro de la desigualdad: el YO líquido = roto.
Ministerio de igualdad para desigualar a las personas en todos los órdenes, niveles, bases y alturas; para ello el género se ha metido incluso a sanitario: médico, psiquiatra, cirujano, psicólogo, enfermero, farmacéutico y demás. O sea, ha invadido otro ministerio, por las bravas o por la incapacidad de unos y otros. ¿Para cuándo, algunas ministras, van a ser y vivir como adultas? Es una sabiduría previa a muchas responsabilidades, sobre todo cuando son responsabilidades sociales.
Cuando la ignorancia y la incapacidad juegan a política, los resultados son esos. Y estos otros: la violencia es transitoria y el machismo también; si yo violo a un hombre siendo mujer, no es violencia debido al género. Si yo siendo mujer, violo a otra mujer, no es violencia debido al género. Si yo hombre violento a otro hombre, no es violencia debido al género. Por tanto, la violencia no existe, lo que existe es el género violento. La igualdad no existe en sí, pues depende totalmente del género, y el género es líquido por lo que la igualdad puede ser y dejar de ser, ahora es así y luego es “asao”, como el género.
Sobran las leyes ya que todo depende del género; sobra la justicia y todo queda al albur del género ese, el epiceno. Y los Derechos Humanos, no son humanos, son derechos de género … ¿…?
López Moya (de izquierdas, feminista y psicóloga): “El género hay que erradicarlo”. Perjudica a las mujeres y a los niños de forma intolerable. Los daños son incalculables en todo orden y dimensión. Toda la sociedad se ve afectada de forma dramática. Se trata del invento falaz más dañino de toda la historia humana. Auténtico veneno social que inoculan en las mentes con daños sin límites.
Daños sin límites a personas, ciudadanos. Daños causados por su gobierno a través de leyes y de ideologizar en sustitución de educar. Leyes que impiden ayudar, impiden con amenazas muy severas, porque lo que quieren es dañar.
Ideología que se incrusta también en mentes amplias de profesionales cualificados hasta trastocar sus principios más elementales tales como: ”Ante todo no causar daño”, y leyes que quieren obligarle a causar daño en virtud del género dichoso.
Y todo eso lo hace, lo difunde, lo promociona, lo legisla, lo impone, lo desgasta, lo traga y lo … un gobierno, unos gobiernos, una UE, una ONU, una OMS y nuestras ministras en nombre de una moda “gauche” progresera. Hay que bajarse de ese tren para descarrilarlo. No es admisible tanto daño desde el gobierno y con serias amenazas legalizadas contra natura.
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