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Seguro que el científico inglés, Newton, no imaginó que su tercera ley del movimiento podría ser el origen e inicio de la tan necesaria como esperada reacción de la España Constitucional contra el nutrido coro de sus enemigos, escolanía traviesa y atravesada, guiada y dirigida por la torcida batuta del corifeo Sánchez.
Bandada de aves cantoras, pájaros de oscuros presagios, cuyos trinos y gorjeos llegan a nuestros oídos con tonos irritantes de graznidos de cuervos y, que rara vez se acompañan de la belleza del plumaje.
Es obvio y evidente que la sociedad no puede ni está en condiciones de soportar la permanente cencerrada proveniente de este destemplado e inarmónico coro; es urgente presentar batalla a estos monstruos alados, “Harpías” que saquean las arcas del Estado (presupuesto del Ministerio de Igualdad y chiringuitos anexos), roban el pan de los ciudadanos (subvenciones a la aerolínea venezolana, Plus Ultra) y dinamitan la convivencia (Leyes de Memoria Histórica y Democrática); el signo delimitador del paréntesis podría extenderse hasta la firma del infrascrito.
¿Qué hacer? De no encontrar un modo adecuado y eficaz para neutralizar el peligro que acecha a la Nación, ¡quizá! convenga utilizar las armas socio-políticas que la inevitable evolución de las sociedades han manejado para su cabal, pacífico y justo desarrollo; arsenal ideológico con el que se ha servido la izquierda política para culminar la instauración de grupos o pueblos carentes de libertad y derechos, alumbrando y dando vida a crueles y siniestras dictaduras.
La reacción nunca podrá ser efectiva si los jóvenes, aún siendo nobles y generosos, son incapaces de hacer nada con su vida; si tumbados en el sofá intentan evitar los problemas y las obligaciones inherentes a su condición de seres sociales; si conscientes de su inadecuada instrucción, de su parcial ignorancia no determinan ni se esfuerzan en actualizar sus ideas e ilusiones para disfrutar de una vida en libertad, concordia y armonía personal y familiar; de no revertir estas condicionales, todo será inútil e ineficaz, y lo más probable es que terminen portando los dogales de la tiranía socio-comunista.
No consintáis que nadie os compare con el protagonista de la novela “Oblómov” del escritor ruso, Goncharov, personificación del “hombre superfluo”; ejemplo actual, (el irresponsable joven de la fiesta y el botellón durante la pandemia).
No recogeréis más que la calderilla de la vulgaridad, la rutina y la opresión.
Y qué decir de los más “talluditos”, personas, en su mayoría acomodadas, sensibles o no a los problemas sociales y éticos, pero incapaces de actuar, tanto por debilidad de carácter como por presiones políticas, sin rechazar la posibilidad de constituirse en meros agentes de la grandes “virtudes” de la cobardía y el egoísmo, que con sus actitudes pasivas e indecisas, están muy lejos de apoyar y defender las necesarias reformas sociales que eviten la entrada “a saco” de los leviatanes totalitarios de la izquierda radical.
Estos dechados de sumisión son propensos a la inconstancia y complacencia con las palabras, y desfallecientes cuando se trata de una acción vigorosa y perseverante.
Ya en su época, Turguénev desistió de los anteriores y buscó a su héroe en otra clase social, en el “demócrata sin clase”, hasta recalar en un nuevo tipo de personaje como ideal de hombre nuevo, el Nihilista “Bazarov”, hombre que enfoca todo desde el punto de vista crítico, que no se inclina ante ningún principio destructor por muy propagado y manipulado que esté, que actúa de acuerdo con lo que le parece útil y justo, y lo más útil en época actual es la negación. Lo niega todo.
En la España del Gobierno socio-comunista, hemos de apropiarnos de todas las armas que históricamente ha empleado la izquierda radical, como anteriormente se decía, ¡quizá! esto podría dar un buen resultado, siempre y cuando unos y otros (los españoles) se juramenten contra sus declarados enemigos por el amor a la Nación, la paz, el orden, la justicia, la convivencia y el progreso.
Todo lo que proceda del Gobierno de Sánchez hemos de negarlo, la condición y la situación actual del pueblo español lo exige.
Debemos declararnos “nihilistas” contra el actual Gobierno.
Y con ello se hará efectiva y eficaz la urgente y patriótica reacción.
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