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Muchos aficionados al cine, sobre todo los más mayores, conocen la magnífica película de cine negro dirigida por John Huston y protagonizada por Humphrey Bogart y Mary Astor, basada en una novela de Dashiell Hammett.
Según el argumento de la película, en el siglo XVI, los Caballeros de la Orden de Malta regalaron al emperador Carlos I de España la estatuilla de un halcón de oro macizo con incrustaciones de piedras preciosas. Era una muestra de gratitud por haberles donado la isla de Malta, si bien el emperador no llegó a ver la estatuilla nunca, porque el barco en que la transportaba fue asaltado por unos piratas y nunca más se supo de ella.
Cuatrocientos años más tarde, el detective privado Sam Spade y su socio Archer aceptan el caso de una joven que quiere encontrar a su hermana, que ha desaparecido con un hombre sin escrúpulos. Aunque descubrirá que en realidad lo que quiere el cliente es la estatuilla con piedras preciosas. Pero la verdadera historia del halcón maltés es bien distinta.
Esta historia comienza en los tiempos de la Tercera Cruzada. El ejército de los cruzados, junto con los caballeros de la Orden del Temple y los pertenecientes a la Orden Hospitalaria se enfrentan a las tropas de Saladino en los Cuernos de Hattin el 4 de julio de 1187. Los ejércitos cristianos son derrotados y pocos meses después Saladino se apodera de todo el reino de Jerusalén.
Batalla de los Cuernos de Hattin
Tras la captura de Jerusalén por Saladino en el año 1187, la Orden Hospitalaria pudo conservar únicamente las posesiones que tenía en el principado de Trípoli, que también perdió un siglo más tarde con la caída de Acre en 1291.
Los Caballeros Hospitalarios se refugiaron en la isla de Rodas, desde donde siguieron cumpliendo sus funciones de asistir a los peregrinos cristianos, intentando mantener a raya la expansión turca, hasta que también se vieron desalojados de la isla tras un largo asedio. Fue en 1522 cuando Solimán II atacó de nuevo con una flota de 400 barcos y un ejército de 140.000 hombres, desalojando a los caballeros hospitalarios, que se replegaron y regresaron a sus encomiendas en Europa. Solicitaron al Emperador Carlos I que les concediera la isla de Malta, que formaba parte del reino de Sicilia. El 23 de marzo de 1530 el Emperador cedió a perpetuidad a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén la isla de Malta y Gozo, así como el enclave de Trípoli. Desde entonces, la orden pasó a llamarse Orden de Malta.
El Emperador sólo impuso la Orden como tributo por este gesto la entrega anual de un halcón maltés entrenado en el arte de la cetrería y que la Orden cumpliera su religión y sus ideales de asistir a los peregrinos. El halcón era entregado al virrey de Sicilia, quien lo enviaba por barco a Mallorca. Desde Mallorca era custodiado por el Real Gremio de Halconeros de España y trasladado a los Carabancheles de Madrid, donde el gremio tenía su sede y se adiestraba a los halcones y otras aves en el arte de la cetrería. .
Los caballeros cumplieron su obligación durante 268 años, hasta que las tropas napoleónicas les obligaron a abandonar las islas en 1798. Después pasó a dominio británico y la tradición desapareció.
En 2003 se restableció el Real Gremio de Halconeros de España, con una ceremonia que conmemoraba su 525 aniversario. No fue hasta el 4 de septiembre de 2005 cuando el Real Gremio de Halconeros recuperó la tradición española con la ceremonia de entrega del “Halcón Maltés”, siendo S.M. D. Juan Carlos I quién recibió un ejemplar de esta ave.
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