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Es para quedarse atónito lo que una tropa de bandidos apoyados por terroristas y golpistas es capaz de hacer para llevarnos directamente a la aniquilación de nuestra Patria sin el más mínimo movimiento social que se revuelva ante una situación que se agrava por días ¿Dónde está lo poco que queda de aquella sociedad civil que tuvimos y esta canalla se ha ocupado de arrasar? ¿Es que no basta con las ocurrencias de este desgobierno de ladrones para que el pueblo salga a la calle, no precisamente para pasear banderitas y gritar manidas proclamas que solo consiguen hacerles partirse en dos de risa?
El desmoronamiento del país en manos de estos criminales es un hecho. La mansedumbre de este nuestro pueblo es una inexplicable enfermedad a estudiar por sociólogos y por qué no, por psiquiatras. Yo pensaba que esta pesadilla acabaría cuando una parte de la sociedad se quedara sin nada. Cuando una sociedad en la miseria no tuviera que comer y, lo que es peor, no tuviera que dar de comer a sus hijos, y esto ya está pasando y nadie mueve un dedo. Las colas del hambre son cada vez más largas y nutridas con familias enteras y no pasa nada. El déficit y la inflación desbocada son síntomas que dejaran a este país al borde total de la bancarrota y nadie hace nada. Se dispara el precio de la energía que estos cuatreros han provocado con su negativa a utilizar la energía nuclear porque son muy verdes y ecológicos y con su gestión de fomentar molinillos se están forrando y no pasa nada. Nos encierran y secuestran en dos estados de alarma suspendiendo a la vez toda la acción de control de la actividad política cerrando el parlamento, hechos que el Tribunal Constitucional declara ilegales y ni siquiera se dan por aludidos, cuando en un país serio hubieran tenido que convocar elecciones con carácter de urgencia, pero aquí no pasa nada.
Nadie va a por ellos. Negocios arruinados, el tejido económico destrozado, los autónomos que están a la deriva más cerca del cierre que de continuar, callados como muertos. Todos los Iglesias, Illas, Ábalos y demás gentuza se van y nadie les pide responsabilidades de muertos, maletas y putas ¿Ya está? Un día dicen que no sé qué de los niños, niñas y niñes y como somos unos cachondos pues nos reímos. Otro día que el ganado con sus pedos está saturando de CO₂ el planeta y como somos la pera limonera nos volvemos a reír. Ellos saben que pueden hacer lo que quieran, como ya he repetido aquí en nuestra publicación ya unas cuantas veces. Lo sé. También sé qué es clamar en el desierto, pero déjenme preguntar por enésima vez ¿Dónde está el ejército? ¿Dónde está el Rey?
Autor
- Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.