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Sí, y no se vislumbra vacuna alguna que pueda remediarlo. No soy analista político. Escribo sólo desde la perspectiva de una persona atenta y preocupada por el devenir de nuestra Patria a la que contemplo en una encrucijada donde la elección del camino a tomar puede ser vital para su pervivencia como nación. Con un Gobierno socialcomunista que con el objetivo de mantenerse en el poder a toda costa está dispuesto a lo que sea, incluso a la destrucción de la propia nación, las soluciones que puedan haber se nos antojan muy complejas. El sistema partitocrático lo domina todo. Los partidos políticos son el germen de todo el desastre presente al atender sólo a sus intereses particulares. Lo vemos en la izquierda y también en la denominada derecha. Poco les interesa el bien común. Cada uno va a lo suyo en concreto. Así, vemos como el Sr. Sánchez se apresta a indultar golpistas sin más argumento que la cesión a los independentistas catalanes de todo cuanto pidan, vemos al principal partido de la oposición, el PP, con actitudes muy parecidas, tal y como hemos visto en Ceuta y Melilla alineándose con el PSOE y partidos promarroquíes, vemos como partidos independentistas se frotan las manos ante la enorme debilidad parlamentaria del PSOE de la que sacan buen provecho, vemos el continuo acoso al poder judicial, incluso ya hasta con el Tribunal Supremo……etc. Instituciones como la Iglesia, la Corona o las Fuerzas Armadas aparecen ya como impotentes e inermes ante la debacle presente. Están desaparecidas del mapa o al menos dan esa impresión. La relevancia internacional de España es insignificante como se puede observar en casi todas las circunstancias. Sólo un partido como VOX parece vislumbrar esta situación y da la cara en el Parlamento y en la calle; y sin embargo pese a augurios optimistas no parece que acabe de ser capaz de contrarrestar electoralmente la fuerza mediática a la que la izquierda le somete ni a la fuerza relativista o liberal de un PP sin norte ni principios sólidos. Un partido, VOX, también sujeto a la partitocracia en la que se ve envuelto y en la que también está aprendiendo a jugar. Aún no han leído a Orwell y desconocen que quien domina el pasado domina el futuro y que quien domina el presente controla el pasado. Su tibieza en la defensa del legado del principal estadista de los últimos siglos, Francisco Franco, así lo demuestra. Pura táctica partitocrática. Seguramente piensan que así pescan en caladeros impensables hasta hace poco olvidándose de que aquí juegan con fuego pues para este viaje ya tenemos al PP.
En cualquier caso el pueblo manda y tiene la última voz. Un pueblo en mi opinión sujeto en demasía al adoctrinamiento al que está sometido desde hace mucho tiempo, algo contra lo que es muy difícil luchar. Mala cosa esta, si bien la victoria de la Sra Diaz Ayuso – que no el PP, a ver si se enteran en Génova – en las últimas elecciones celebradas en Madrid abre una puerta a la esperanza de que se imponga la razón y se den opciones a la sensatez.
No cabe el desánimo. La hora más oscura se presenta siempre antes del amanecer, dicen los marinos, y nuestra Patria debe, en la encrucijada en la que se encuentra, mantener la bandera enhiesta. Se vislumbran fisuras serias en el Gobierno no sólo por su reconocida incompetencia durante la gestión de la pandemia, y la presente crisis económica, sino porque su enfrentamiento con el poder judicial nos da indicios de que podemos estar ante el fin de su dictadura en no mucho tiempo. Cada vez son más los españoles de a pie que comienzan a estar más que hartos de estar dirigidos por una banda de sectarios que han tomado la nación como su finca particular y que la utilizan para políticas de índole personal. Incluído aquí su enriquecimiento privado del que se podrían dar numerosos ejemplos.
Es la hora de la rebelión de sociedad civil. Por cauces legales, por supuesto, pero con toda la energía que sea precisa.
Decía al principio de estas líneas que ni soy ni me considero, para nada, analista político, pero sí observador de la rabia contenida que percibo en una gran mayoría de españoles en gran medida también desorientados por todo cuanto les está tocando vivir.
Ya está bien. Están rompiendo nuestra Patria y nuestra convivencia y es llegada la hora de quebrar esta dictadura neocomunista que al mejor estilo “gramsciano” se ha instalado entre nosotros. Es más: no se trata ya de la defensa de ideologías diferentes sino de un esfuerzo común para expulsar de la poltrona al sátrapa y a su banda de corruptos. Y como si la telepatía se hiciera realidad oigo la convocatoria de una manifestación el próximo día 12 en Madrid con ese objetivo. No soy amigo de este tipo de actos pero en este caso ahí estaré. La situación lo requiere.
Ante la encrucijada todos a Colón.
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