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Hoy me voy a dar un descanso y no voy a hablar de problemas acuciantes ni de situaciones de derrota. Voy a hablar de una España por venir, si no idílica, cuando menos brillante, que es lo que queremos todos los que no sacamos provecho de este lodazal.
Para empezar una España en la cual su sagrada unidad no sea puesta en cuestión ni en peligro. Una España consciente de su destino en la historia que deje de plantearse de una vez lo que es y lo que no es. En pos de objetivos comunes y en la que sus hijos se sientan orgullosos de ser españoles.
Seguimos, un país en el que el peligro de ese ácido sulfúrico destructor que es el comunismo solo sea un mal recuerdo. Como en Polonia, como en Hungría, como en Letonia, simplemente prohibirlo. Hacerlo desaparecer de nuestras tierras y que su semilla de odio no se esparza más sobre nuestros campos y ciudades.
Una España sin elites extractivas dedicadas al saqueo de los ciudadanos. Que las élites del país sean conscientes de su sagrada misión para con la patria y se dediquen a engrandecerla, no a expoliarla.
Un territorio protegido por unas fuerzas armadas modernas y capaces. Dotadas de los medios y material necesarios para nuestra Defensa. Queridas por su pueblo y admiradas. Ejemplo para la sociedad de lo que es el amor y el servicio a la patria.
Un estado eficaz que procure el desarrollo de todo el territorio español mediante la consiguiente construcción de infraestructuras y medios de transporte y comunicación adecuados. Con un ministro de Fomento ejemplar y eficaz cual un Federico Silva Muñoz.
Unas energías baratas que nos ayuden a producir nuestros productos en condiciones de competencia. Que no sean un instrumento más al servicio de las élites extractivas y sus caprichos de lujo asiático.
Un país conquistador de los nuevos territorios a conquistar en el futuro. Es decir, el espacio exterior. Volcado en esta tarea para desarrollar nuestra investigación y encontrar en otros planetas y satélites nuevas riquezas y nuevos materiales.
Una España sin paro con todos sus hijos volcados en el trabajo como fuerza y manera de hacer crecer el país. Que la atonía social reinante desaparezca y nuevos empresarios con empuje nos muestren a todos el camino a seguir.
Un territorio respetuoso y fiel con sus costumbres, tradiciones y esencias. Que vea en sus raíces cristianas la fuente de inspiración para los fatigados espíritus de nuestros compatriotas.
Un país respetado en el exterior y no que incite a todos nuestros vecinos a invadir nos. Luz del mundo y referencia de los otros países que viven en la barbarie más atroz.
Y para terminar, un país con 70 millones de habitantes. Poblado en todos sus territorios por españoles cristianos orgullosos de serlo. Que el desierto poblacional que es hoy el interior de España deje de serlo en un país sin aborto genocida y sin exaltación de la no procreación.
Este es el panorama que nos gustaría contemplar y no el actual. Tarea hercúlea no apta para espíritus apocados y melindrosos. Tarea para un nuevo César? Ojalá surgiese uno de nuestras filas. Todo sería más sencillo.
Así pues vuelvo a mis tareas campestres pidiéndole al Señor por ese cambio de rumbo. Que este lodazal inmundo se convierta mediante el trabajo de nuestros mejores hijos en un fructífero y florido vergel. Como este solar mío lleno de malas hierbas será en verano un hermoso huerto con los mejores cultivos. Todos nos tenemos que poner a trabajar en ello.
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