03/05/2024 06:58

Hoy 28 de Diciembre, España no está para bromas. Y no porque carezcamos de sentido del humor; de hecho, si no fuese por este don divino que mitiga los esfuerzos de diario por sobrevivir en un orbe desatado de inconsciencia, mal y estupidez, y el dolor que provocan, el mundo sería absolutamente insoportable. La mala broma es permanente desde que un impresentable Pedro Sánchez llegó con trampas al desgobierno de España que ha transformado en un circo de trapisondas deleznables convertidas en seguras criminalidades encubiertas, subyugando un país otrora maravilloso y sí, paradigmático, a pesar de sus defectos de forma y de fondo; a pesar de sus criticables deficiencias y de sus imperecederas lacras que, arrastradas históricamente, suponen la herencia de la que se alimenta, y devora, hacia los nuevos destinos que durante más de 40 años fueron democráticos, para encaminarse ahora hacia la incertidumbre provocada por unos zafios y malintencionados politicastros, con el sátrapa de La Moncloa encabezando una mafia institucional a la que no son desafectos los sicarios que antes se denominaban garantes del Orden Público.

España no está para guasas salvo para los cientos de miles de carroñeros invitados al banquete propiciado por el malgasto público, el saqueo de las arcas del Estado que alimenta a una comparsa innúmera y parasitaria a costa de la vida de millones de ciudadanos que asisten estupefactos a la continuidad de la estafa sanchistapor medio de fraude electoral que, aunque parezca una broma de mal gusto, se ha convertido en el modus operandi de un gran engaño que facilita, con el control artificioso de las urnas y la compra por prevaricación de los votos, la permanencia de una minoritaria panda de forajidos dispuestos a destruir nuestra sociedad integrada y despedazar España sin otra legitimidad que la impunidad por la intervención totalitaria del Estado de Derecho. ¿Qué maldita broma es esta? No olvidamos la matanza de nuestros Seres Queridos en el 2020. Jamás. Recuerdo el ataúd de mi Padre en la capilla vacía del cementerio de San Justo, sin poder velar su cuerpo y enterrado en soledad por los confinamientos ilegales de un hijo de mala madre, viva; como el padre. Una familia de degenerados, corruptos, para perjudicar el mundo donde viven. Los huecos de sus tumbas están destinados como los gritos de sus penitencias. Todo llegará y se oirán los alaridos de estos epulones de pacotilla que viven confiados del  latrocinio, el abuso y la falta de escrúpulos.

En un mundo donde los honrados están en evidente desventaja, en una España donde Satanás ha concentrado sus aspiraciones por medio de un elemento que reúne virtudes malévolas e indiferentes al sufrimiento ajeno, con extraño sentir sectario, no vivimos tiempos para rememorar la normalidad de otras décadas cuando a pesar de tantos desastres y tragedias la existencia parecía algo ordenada y los Derechos elementales prevalecían en el escaparate de este Constitución: la deficitaria que hoy se nos rompe en pedazos de tanto adornarse de artificios e ilusiones diluidas ante un público desencantado. Padecemos a un grupúsculo de íncubos con apariencia homínida. Monstruos del averno que ya tuvieron su gran oportunidad durante la pandemia para aplicar una eutanasia encubierta que masacró a propósito, protocolariamente, a decenas de miles de ancianos representativos de una generación de constructores que no era conveniente para el cambio ideológico que se pretendió desde el primer momento, desembocando en una España desestructurada por un plan de ingeniería social que no fue espontáneo ni causal. Las cifras de España, muy diferentes a las del resto de Europa, fueron orquestadas por una planificación criminal con origen en La Moncloa. No olvidamos así pasen los años. Sánchez ya tiene su propio año de celebración de matanzas contra inocentes: el 2020.

28 de diciembre, ni otro día, ESPAÑA está para celebrar bromas ni para reír las gracias de un maníaco cuyo postrero destino es el Infierno. Se revolverá en la tumba, con el espíritu rumbo a las abisales entrañas del averno. Pero conmemoramos la Navidad sin aquellos que nos arrebató un demente repulsivo que no puede asomar por la calle del asco que inspira su miserable presencia. En tanto, sobre esta tierra nuestra que apesta a su azufre, continúa la resistencia contra el mal impuesto, aunque los hijos de Satanás prohíban rezar el Rosario. El día que desaparezca Sánchez y toda la barredura que secunda sus malicias demenciales, España esbozará una sonrisa sincera de alivio y compensación.

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Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
https://www.linkedin.com/in/ignacio-fern%C3%A1ndez-candela-59110419/
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José Luis Fernández

A pesar de la sucesión de acontecimientos que constituyen la actualidad de cada día conservo en mi memoria la intranquilidad que me produjeron los primeros años de esta democracia, llamados los años de la transición, en los que había huelgas generales, manifestaciones violentas, enfrentamientos verbales entre los políticos del Congreso, etc.; quiero decir que en los 45 años de este «período democrático» no ha habido ni un solo año en el que haya existido un clima de paz social en España, lo cual me hace añorar los 30 años que viví cuando Francisco Franco era el Jefe del Estado.

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