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Nos enseñaron en la Primaria y el Bachillerato que la Historia tienen épocas: la Prehistoria, la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna, la Contemporánea y, por lo visto, ahora y desde 1945 –con la Victoria Aliada sobre el Eje– o, probablemente, precisando mejor, desde el 22 de noviembre de 1975, vivimos en la Era de los Eunucos. Durante las últimas décadas han dejado de nacer de modo habitual hombres enteros y, única o preferentemente, han venido al mundo eunucos en abundancia. Por más que le doy vueltas a mi caletre no consigo explicarme de otro modo lo que veo. Y si alguien consiguiera iluminar mi inteligencia lo suficiente para entender el cobarde comportamiento de quienes tiene jurada la defensa de la integridad de España –nuestra Patria—como nación libre, pues no se dan por enterados, no hallaría el modo de pagárselo ni con qué.
Me figuro a los estudiantes del futuro considerar esta nuestra época como la más despreciable de nuestra insuperable Historia
¿Qué más pruebas de la degeneración y estupidez tienen que dar los que ocupan la Moncloa para que el Pueblo español reaccione y , especialmente, quienes han jurado dar su vida por la defensa de la Unidad e integridad de la Patria, se decidan a cumplir su Juramento sagrado y libren a España de quienes únicamente se ocupan de obedecer lo que les dicta el Amo del Mundo?
¿O es que no se enteran que en este año largo que han podido hacer algo por los españoles se han preocupado exclusivamente y a toda prisa, sin perder un segundo, de proyectar la destrucción total de nuestra economía, asegurar que nos moriremos de hambre muy pronto y habrán sido suprimidas nuestras libertades en su totalidad?
Y, mientras los dos trastornados, desequilibrados mentales, bellacos y canallas se ciscan impunemente sobre nosotros, los partidos políticos representados en el Parlamento, todos –salvo VOX– se dedican a facilitarles la labor. En vez de combatirles con hechos concretos y sonados, se limitan a balbucear hermosas frases de políticos sin convicciones. ¿Cómo es posible que el Congreso de los Diputados sea un circo, para “divertimento” de dos chulos, donde se ríen descaradamente de todos los allí presentes sin que nadie haga lo que en otro tiempo hubiese hecho cualquier varón? ¿Son tan tontos que se quedan a escuchar a esos embusteros en vez de salirse todos tan pronto se levante para hablar cualquiera de los dos? Ese gesto es el mínimo que se le pide a un hombre medianamente inteligente. Y tan poca es su dignidad… ¡No sienten vergüenza cuando salen a la calle!
Llevo repetidos estos conceptos tantas veces y de tantas formas que desisto de hacerlo una vez más. Creo que el enunciado es suficiente. El título de este artículo me dispensa de toda demostración pues sin duda podríamos catalogarlo de axioma. ¡Ciertamente vivimos la impotencia de los eunucos!
Dedicaré mi tiempo a profundizar en otros temas y les ahorraré tiempo de lectura.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.