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Mikel Audicana es un ciudadano de 57 años cansado de la mundanidad de esta sociedad y que, gracias a la nueva evangelización – Emaús y los Franciscanos de María del Padre Santiago Martin – ha escuchado la llamada del Señor a seguirle y a imitarle. Defensor de la sacralidad de la vida, enamorado del servicio al hermano y aspirante a ser digno de la Misericordia Divina que le permita vivir eternamente en Su presencia en compañía de las personas que ha amado.
¿Qué ha supuesto para usted participar en el segundo Congreso Nacional de 40 Días por la Vida España?
El Congreso me ha permitido percibir cómo se encuentra de fuerte y esperanzada esta iniciativa de defensa de la vida, conocer quién es quién a nivel internacional y a nivel local, aprender el sentido más profundo por el que hacemos esto, entender que todos los participantes en las campañas nacionales estamos perfectamente alineados y centrados en la grandeza de la Creación y dar sentido profundo al esfuerzo que supone dar testimonio en la calle.
Han denunciado que paradojicamente se habla del aborto como elemento central de los Servicios de Salud Sexual y Reproductiva…
Es importante reflexionar sobre esta contradicción: poner al mismo nivel la protección de la salud, en este caso de mujeres adultas, con la justificación del derecho a asesinar a los bebés en el vientre de las madres. Estamos sometidos como sociedad a una manipulación cultural histórica… Estoy convencido de que algún día un jovencito gritará “pero si el Rey está desnudo” y todos empezarán a mirarse y sonrojados pensarán…. ¿Estamos locos? ¿Cómo hemos podido justificar este mal? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
A nivel judicial, ¿qué pautas han dado para que los provida puedan defenderse?
La marea de la defensa de la vida es imparable. Y no lo es porque los pobres activistas actuales seamos inteligentes sino porque estamos liderados por Nuestra Madre en el Cielo. Cada día hay más gente que se da cuenta de lo que está ocurriendo, y entre ellos, buenos y competentes abogados. Los voluntarios vamos a respetar las leyes vigentes, no podría ser de otra manera, pero también es cierto que cada vez estamos mejor informados, mejor defendidos y mejor preparados. Nuestra actuación es sencilla, discreta, pacífica y sobre todo respetuosa. NADIE juzga y nadie es juzgado. Cualquiera que se acerque a un voluntario será acogido, será escuchado y será amado por ser hermano en Cristo. Simplemente AYUNAREMOS, ORAREMOS y DAREMOS TESTIMONIO de nuestras creencias.
En cambio en otras ocasiones hay que atacar…
Nos gusta más hablar de TESTIMONIAR, de ser LUZ en la oscuridad del mal. Hemos de ser valientes, atrevidos y comprometidos. No debe haber sitio para la mediocridad, somos representantes del Señor. Siervos inútiles al Servicio de la Verdad.
¿Por qué rezar no es coaccionar?
En palabras sencillas coaccionar es obligar a alguien, en contra de su voluntad, a realizar un acto que no desea. Cuando rezamos estamos concentrados en la oración, en la intención de la oración y nunca interactuamos con las mujeres que entran a los abortorios. Es cierto que siempre deseamos y pedimos a nuestra Madre que esa joven embarazada se gire, nos mire y se nos acerque, pero más allá de ese deseo mental no hay más contacto con las mujeres o personal de la clínica. Difícilmente puede alguien argumentar que le hemos forzado a actuar en contra de su voluntad por estar allí. Más bien es la conciencia de cada uno la que le dice o deja de decir que lo que está haciendo es bueno o es malo. ¡Cuántas veces nos han dicho GRACIAS por estar ahí!
¿Por qué han puesto de modelo a Isabel la Católica?
Porque la reina comprendió que para ser justa en el gobierno de su pueblo debía poner a Jesucristo en el centro de la política, lo que vino a denominarse Cristiandad. Aplicado a nuestro tiempo, la lucha contra el aborto exige una nueva CRISTIANDAD, un nuevo reajuste de valores y de principios basados en la Palabra y las Obras de nuestro Señor.
¿Cuáles son los testimonios más impactantes que ha habido en el Congreso?
Tuvimos la fortuna de escuchar a una mujer que nos explicó qué pensaba antes, durante y después de abortar. Nos hizo entender las razones que llevan a una mujer a aceptar la posibilidad del aborto como solución a sus problemas, cómo te influye el entorno sanitario y social establecido, cómo te sientes durante el proceso del aborto y en qué estado mental te encuentras durante el resto de tu vida. Es inhumano, es desgarrador, es cruel lo que una mujer experimenta en esos momentos. Y a esto lo llaman Servicios de Salud Sexual y Reproductiva.
También tuvimos ocasión de conocer cómo jóvenes de apenas 20 años son capaces de juntarse y poner en marcha, no ya campañas de oración delante de las clínicas abortistas, sino entidades de ayuda a las mujeres embarazadas con solidez y permanencia. Qué alegría saber que hay jóvenes libres de pensamiento, comprometidos y capaces de amar y de enseñar a amar.
Autor
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Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.
Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.
Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Dios quiera que nadie aborte nunca jamás. El aborto es el asesinato del más inocente entre los inocentes, algo insoportable y aterrador, pues difícilmente puede haber salvación para el que rechaza la Vida, que es el Señor (Jn 14, 6).
La lucha contra el aborto comienza en la lucha por la castidad. Si la castidad no se impone en los corazones (mediante la gracia de la castidad que solo Dios otorga, pues nadie puede serlo por su propio esfuerzo), especialmente entre los más jóvenes que comienzan ya su vida adulta, difícilmente se va a contener el derramamiento de sangre inocente en las carnicerías abortistas. Los jóvenes tienen que comprender que la madurez exige continencia hasta el matrimonio, que lo verdaderamente bueno se hace esperar, pero que llega. Que no es una vergüenza, ni un descrédito, ni una bajeza, ni una cosa mala o insana mantenerse célibe hasta el matrimonio, aunque los pervertidos así se lo traten de hacer ver, sino que con ello se da una alegría enorme a Dios y a la Santísima Virgen María, que solo quieren nuestro bien presente y eterno y son sabios. Si un hombre ama a su mujer, desde luego que su mujer es muy importante en su vida ya desde el noviazgo, y su pureza es algo muy importante para él, como la propia también lo es para ofrecérsela a ella, prueba de que es correspondido y corresponde a esa entrega noble que es el amor conyugal (porque cuando se ama, se da todo, se ama con todo el ser). Recíprocamente, si una mujer ama a su marido, éste es muy importante para ella ya desde que salen como novios, y su pureza es importante para ella como la suya propia es importante para ofrecérsela en matrimonio, prueba de que le ama y le corresponde con nobleza y entrega, no como si fueran una cosa para usar y tirar el uno para la otra y la otra para el uno. ¿Cómo una persona normal va a tomar en serio a un promiscuo o adúltero como posible esposa o marido si ya están enseñando con su conducta sucia y ególatra que solo se buscan a sí mismos utilizando a los otros y que son incapaces de amar y de darse de veras a la otra/o? Estaría inequívocamente abocado al fracaso y al sufrimiento intenso futuro de ruptura por divorcio, separación y todo tipo de males futuros propios y de terceros (no digamos ya de los hijos si los hay, los pobres, que sufrirían lo no descrito por la actitud ególatra de uno o ambos progenitores que solo se buscan a sí mismos y no aman a nadie más). Por eso es muy importante ser valiente y casto hasta el matrimonio, independientemente de lo que digan los vástagos de satanás con sus insultos y vejaciones incitando a la desgracia futura con sus complejos y burlas sobre los célibes, aún bajo la apariencia de «amigos o amigas» de toda la vida (cuidado con este tipo de elementos, que de amigos no tienen nada de nada). Si caen en el error de considerar la castidad o pureza como algo infantil o de mojigatos, típica táctica demoníaca de sembrar complejos entre los más débiles, no logrará reducirse la cifra de abortos, que suele tener como protagonista mayoritaria la muchacha adolescente o joven que aún no está casada y es profundamente inmadura (no suele conocer a Dios por odio inoculado en su familia, por ignorancia, negligencia, falsas creencias, supersticiones, etc.) e incapaz de tener personalidad para decir no a las relaciones prematrimoniales, como su novio, solo porque son peleles de los complejos y burlas que les inoculan aprovechando su inmadurez. Les llegan a decir a las chicas que son unas «estrechas» si no fornican desde temprana edad y a los chicos que son «maricones perdidos» por no fornicar con muchas mujeres, cuantas más mejor. A tal grado de satanismo llegan esas bestias infrahumanas que quieren la desdicha de por vida de los castos. Deberían reaccionar y rechazar a los cerdos que tratan de ridiculizarse, seguro que sumamente indignos de ser tratados como amigos. Hay que convencer a chicos y chicas que la continencia les hace más maduros para formar una familia y les aleja de la indeseabilidad del promiscuo o adúltero, por mucho que algunos traten de reírse y de burlarse del que se mantiene célibe. Que piensen que si algún día se casan, ¿cómo van a poder decirle a su esposa que ya han estado en la cama con otras mujeres fornicando como un marrano en una pocilga? Y ella, ¿cómo va a poder mirar a la cara de su futuro marido si ha sido la compañera de cama de varios otros? Eso sería decirle que en realidad no te quiero, que te uso como un pañuelo de papel para limpiarme los mocos y luego te deshecho. Claro que no, claro que esa conducta de incontinencia hace indeseable a hombre y mujer y candidatos a ser adúlteros siempre, incluso en su vida matrimonial, a destruir matrimonio, familia, a torturar a los niños con un divorcio o separación, a generar violencia, etc. Por eso, la continencia es deseable siempre antes del matrimonio, porque si la novia importa al novio y viceversa, no puede ser que simplemente sea una o uno más que sirve para darme placer a costa de la otra/o y luego te descarto cuando me apetezca otra como si de cambiar de coche se tratara. La continencia es señal de nobleza, de fidelidad y de amor o donación verdaderos, frente a los ególatras pervertidos que solo se buscan a sí mismos y utilizan a la otra o al otro como instrumento de su propio placer instintivo insincero y mezquino, engañando incluso sobre sus verdaderos sentimientos. Hay que tener en cuenta que Juez nuestro no son los demás (siempre al servicio de satanás, para la infelicidad del desgraciado que se deja arrastrar por las murmuraciones y complejos), sino Dios y solo Dios. Y que no hay modo mejor de dar gloria a Dios y de corresponder a su Amistad, que nunca falla, que ser fieles a su Santísima Voluntad, que pasa por la castidad, por la imitación del Señor, de la Santísima Virgen María, de San José y de tantos y tantos santos y santas que se han santificado en el matrimonio, como santa Isabel y Zacarías, como san Isidro y santa María de la Cabeza y como tantísimos mas, y han sido inmensamente felices frente a los adúlteros, promiscuos, prostitutas, pervertidos, etc., que no han hallado más que desgracia, miseria personal, repugnancia de sí mismos y desdicha intensa en medio de su soledad y narcisismo, alejándose de Dios por su propia voluntad y buscándose la ruina presente y eterna por ser soberbios y no querer arrepentirse y cambiar, dejando un rastro de víctimas a su paso y no una vida ejemplar en santo matrimonio con un ejemplo cristiano valiosísimo para sus hijos y conocidos.
Hace falta que los jóvenes sean valientes y le digan sí al Inmaculado Corazón de María, se consagren a ella para alcanzar la gracia de la castidad, que sean castos hasta el matrimonio, que no frustren su futura felicidad por un placer efímero, vano y sucio. No merece la pena en absoluto.