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El punto de partida de la repoblación del Camino de Santiago dio comienzo con la resistencia cristiana frente a los invasores musulmanes, ya desde el siglo VIII, y que terminaría en 1300, con la aparición de la peste negra, que diezmaría parte de la población ya creada; y también por la paralización de la Reconquista con la toma de Granada, 125 años después. Su mayor problema consistió en atraer a campesinos que pudieran efectuar la roturación y laboreo de las tierras yermas para transformarlas en tierras de cultivo.

Además de la repoblación de carácter oficial, habría que incluir otra más popular, en la que tuvieron mucho que ver los monasterios, con una participación personal, directa y permanente sobre los terrenos en los que se establecieron. Y, por supuesto, los foramontanos, que se lanzaron con sus familias desde las tierras altas a colonizar comarcas más llanas. Sin olvidarnos de la incorporación de los comerciantes que recorrían la Ruta Jacobea y que decidieron quedarse entre nosotros, estimulados por los fueros que promulgaron en este tiempo los monarcas del Reino de Nájera-Pamplona, en su primera etapa.

La Repoblación fue uno de los fenómenos históricos más apasionantes de nuestra Edad Media. Fue igualmente uno de los fines de las monarquías hispano-cristianas para dar sentido a sus reinos. Las fórmulas jurídicas creadas para satisfacer las necesidades de los nuevos pobladores fueron, en primer lugar, la presura y la aprisio; y en un estadio más evolucionado las cartas pueblas.

La Rioja Alta quedó ganada definitivamente para la cruz el año 923, gracias a la actuación de Ordoño II y Sancho Garcés, al quedar unidas al Reino de Nájera las nuevas tierras reconquistadas. Aunque las poblaciones de este reino no estaban vacías, tuvieron la necesidad de ordenarlas; con una población mozárabe muy numerosa. En esta zona se dio la repoblación oficial y la del Camino de Santiago. La oficial tuvo tres caracteres singulares: el militar, el eclesiástico y el nobiliario.

El militar vino con el nombramiento de varios jefes, responsables de defender a la población en varias plazas estratégicas: castillos de Jubera y Viguera, que eran castellanos; el de Arnedo y Nájera, que eran riojanos. También quedó restaurada la jerarquía espiritual en Calahorra, Tobía y Nájera, ésta última donde residía la Corte. El nobiliario, con la creación del Reino de Viguera, que resistiría tres generaciones, antes de ser asimilado por Sancho III el Mayor; y la repoblación privada llegaría de Nájera, Álava y Castilla.

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Los francos nutrieron las poblaciones de la Ruta Jacobea

Desde la segunda mitad del siglo XI, los peregrinos de toda la Europa cristiana se vuelcan para ganar el jubileo, cruzando los Pirineos, montes de Oca, de León y el Cebrero. Los reyes, la iglesia y los nobles se afanan entonces por mantener limpios los caminos, construir puentes y disponer albergues, o creando poblaciones con sus habitantes, tierras y servicios propios para ellos y para los peregrinos que quisieran asentarse.

A partir de 1076, durante los reinados de Alfonso VI y Sancho Ramírez, el auge de las peregrinaciones viene a actuar como polo de atracción para la población extrapirinaica. El Camino Jacobeo ya no discurre por el norte peninsular, llega a Logroño desde Torres del Río y Viana, para acercarse a la capital del Reino, Nájera, y seguir ruta hacia Santo Domingo de la Calzada, Belorado y Burgos.

De todos los rincones de Al-Andalus llegaron a La Rioja cortesanos y estudiosos que encontrarían ocupación en los principales monasterios riojanos, como lugares de paz y sosiego, a cambio de sus aportaciones técnicas, con las que dieron esplendor y bienestar a los monasterios. Pero a finales del siglo X llegaría Almanzor para arrasar casi totalmente la región. Tras la pronta desaparición del caudillo musulmán, volvería de nuevo la repoblación, reinando Sancho III el Mayor, basada fundamentalmente en el Fuero de Nájera y en el Camino de Santiago. La Rioja va a servir de enlace natural entre Aragón y Castilla, bajo el poder político de los reyes de Nájera-Pamplona en el siglo XI.

Cuando ya este reino depende de Castilla, en 1195, Alfonso VIII le otorga mayores privilegios, como la concesión de mercado franco todas las semanas. Se crea en Logroño un barrio del mercado y en la onomástica del XII y XIII aparecen ya reflejados los aportes poblacionales, por personas que llegan de fuera de la región. Son individuos cualificados, con oficios dedicados al comercio. Nájera los tenía desde 1052 y también un barrio de tiendas. De las rentas percibidas, un cuarto de ellas era para la iglesia de Santa María. El día de mercado era el jueves. El comercio se encontraba en manos de judíos y francos. La llegada de gran parte de los contingentes humanos a la capital del Reino de Nájera, se hizo más evidente cuando Alfonso VI dio a la abadía de Cluny, en 1079, la iglesia y la alberguería de Santa María. Los francos llegan entonces en mayor número y la población se reparte entre judíos y mudéjares (“et multi all”).

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Santo Domingo de la Calzada se repoblaba a finales del siglo XI y comienzos del XII. En 1207 recibe el Fuero de Logroño para que se pueble (“ad forum de francos”).

El origen de los nuevos asentados en la región procede de todos los países de la Europa cristiana: lombardos, alemanes, flamencos, ingleses, provenzales, gascones, normandos, borgoñones, etc. Todos ellos reciben el nombre genérico de francos o francigenae, aunque su origen no sea exclusivamente francés. Entre ellos hay posaderos, cambiadores de moneda, artesanos, en resumen: burgueses.

Con esta introducción a la repoblación del Camino de Santiago altomedieval, pretendemos señalar este verano una serie de monasterios que representan hitos de esta Ruta Jacobea, con su historia, arte y alberguería para el caminante y, en su día, colaboradores eficaces en la política de repoblación de los reinos cristianos.

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