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Albares (ministro, para que nos situemos los más de nosotros) ha dicho que España no ha cambiado su postura respecto de España. Los patriotas se le han echado encima por ello, cuando es evidente que ha dicho una verdad obvia. Estos patriotas no entienden al ministro, lamentablemente yo he entendido lo suficiente como para comprender la verdad que ocultan sus palabras: la renuncia continua de los gobernantes españoles ante las últimas provincias españolas y que ya no lo son.

Antes de que yo llegara a este mundo el Sáhara español fue declarada la provincia número 53, allá por 1958. Y esta parte de la Patria fue abandona en 1976 por la traición. La traición de quienes tenían el gobierno aquél entonces y que, en la traición, no desmerecieron de la cometida, en su día, por el secretario de Felipe II, Antonio Pérez. Yo no viví este hecho directamente aquél año de 1976, pero luego sí viví con quienes -obligados- abandonaron el Sáhara, allá por 1978.

Cuando yo llego al Tercio Gran Capitán, I de La Legión, en Melilla, en septiembre de 1978 soy destinado a la III Bandera. Esta Bandera volvió a crearse con lo que había sido la X Bandera del Tercio Alejandro Farnesio, IV de La Legión,  cuyo acuartelamiento había estado en Villa Cisneros (Sáhara). La mitad de la reconvertida en III Bandera eran legionarios curtidos en el Sáhara. Recuerdo a un teniente de mi 14ª Compañía (Plana Mayor) que tenía la voz ronca y el pecho quemados por el sol sahariano. Ellos me contaron cómo los campos de minas no sirvieron absolutamente para nada porque se permitió a Marruecos la representación de la Marcha Verde, cuyos camiones y resto de material era de dotación americana, y cómo no se permitió al ejército español el empleo del armamento cedido por esos mismos americanos.

El que fuera -en 1976- Coronel del III Tercio, Juan de Austria (El Aaiún), Tomás Pallás Sierra, ordenó cortar el mástil para no arriar la bandera española. Un hombre entero este Pallás, que siendo ya General Subinspector de La Legión, reunido todo el I Tercio (Melilla) en el patio de Armas del acuartelamiento, incluida la Unidad de Instrucción en la que yo todavía me encontraba, arengó a los legionarios diciendo.-con voz clara- que los políticos de aquel entonces eran unos bujarrones. Más adelante, cuando ya fui Gastador, lo tuve a una distancia de un metro de mí en un Sábado Legionario, similar a un César con su cabeza totalmente rapada y un bigote característico. Temido por la oficialidad porque cada vez que pisaba nuestro Tercio no dejaba títere la Sala de Banderas se llenaba de arrestados. Pallás llevaba la Patria, La Legión y la Brigada Paracaidista (fue su creador un 23 de febrero) en la sangre. Pero como estricto militar obedeció la orden: ¡Abandonad el Sahara!

¿A quién o quiénes obedecían esos políticos de 1976? Si tenemos en cuenta que Estados Unidos de América (USA) ya tenía colonizada España con sus bases, y que el Almirante Carrero Blanco hablaba de no renovar la permanencia de aquellas -que tras de su asesinato fue olvidado- y muerto Franco la obediencia se convirtió en servidumbre, y que España y Marruecos no pintaban nada, el amigo americano programó la obra teatral de la Marcha Verde tanto para los españoles remisos como para los marroquíes ignorantes de qué sería aquello del Sáhara, para que todo fuera fácil y sencillo, y el control aparente no pasara a nadie, pero sí a los americanos.

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Tras del reconocimiento de Trump de la soberanía del Sáhara por Marruecos quedaba otro paso más: el reconocimiento español. Y este paso lo ha dado el sumiso y esclavo globalista de Sánchez, con una carta en la que se descubre la mísera educación que se imparte en España desde los años ochenta del pasado siglo. Fijémonos que la carta de reconocimiento hacia Marruecos no la firma Felipe VI, sino que la dirige el presidente del Gobierno español al rey de Marruecos, esto es, no la dirige un igual a otro igual, sino para más recochineo de la miserable sumisión, un inferior a un superior. Me imagino las risas que se echaron en el gabinete marroquí con la carta, con lo que para más diversión y afrenta a los españoles tardaron poco en publicarla.

La carta ha sido otra Marcha Verde, pero esta a través de las vallas de Ceuta y Melilla. Y España cada vez con menos ejército en estos dos territorios tan españoles como Bilbao y Barcelona. Y nuevamente la traición bajo confesión de obtener seguridad. Pero ¿no decía Sánchez que la relación de España con Marruecos y Argelia es de buena amistad, desde la premisa de la cooperación leal y el respeto a las fronteras mutuas, con unas sólidas relaciones basadas en el diálogo político, las relaciones comerciales y los vínculos energéticos, según se indica en la Estrategia de Seguridad Nacional 2021, aprobada por el Real Decreto 1150/21, de 29 de diciembre? ¡Ahora resulta que con Marruecos no había seguridad, tampoco amistad y las relaciones inexistentes! Pero para arreglar este amor deteriorado estaba de celestina el amigo americano que aconsejaría la carta y el contenido de la misma. Solo unos párrafos y entre ellos, con disimulo el reconocimiento de esta España de hoy a favor de  Marruecos para con el Sáhara español. Si la traición al Sáhara en 1976 fue orquestada por Estados Unidos y Francia, los autores de este nuevo episodio vuelven a ser los mismos, pero aunque las personas han cambiado del ayer a hoy, la obediencia al mandil sigue siendo la misma.

Autor

Luis Alberto Calderón