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Es frecuente, toda vez que es de uso actualmente en muchas Policías, incluso de países de nuestro entorno, la utilización de vehículos provistos de dispositivos lanzadores de agua a presión con el fin de disolver algaradas callejeras y alteraciones del orden público.
El lanza-aguas adquirido en marzo de 1931 (col. C. Toumpsin)
Estos medios han sido utilizados también en España hasta el punto de que, actualmente, la Policía Nacional cuenta con un camión con este tipo de dispositivos, si bien nunca lo hemos visto emplear más allá de servir para proyectar en las calles líquidos desinfectantes en los momentos más álgidos de la pandemia del chinovirus.
Sin embargo el origen de la utilización de estos medios en nuestra Patria se remonta mucho más atrás en el tiempo y hay que buscarlo en los últimos días del reinado de S.M. D. Alfonso XIII, si bien, aunque de modo anecdótico, existe un antecedente más remoto, dentro del mismo período, que nos permite determinar cuándo por vez primera se empleó en España el agua como medio capaz de disolver concentraciones de masas, algaradas callejeras o manifestaciones.
La anécdota la refiere el Comisario Pral. Antonio Viqueira en su «Historia y anecdotario de la Policía Española», señalando que con motivo de las algaradas estudiantiles que tuvieron como escenario Madrid a mediados de noviembre del año 1922 se dispuso el uso de una manguera de riego para disolver a los manifestantes evitando, así, que la fuerza pública tuviese que emplear otro tipo de recursos más contundentes para alcanzar el mismo fin.
Estos hechos tuvieron lugar entre los días 13 y 14 de noviembre de 1922 con motivo de la llegada a Madrid del entonces Teniente Coronel José Millán Astray, fundador dos años antes de la Legión Española, quien concurría a la Corte con el fin de solicitar su baja en el Ejército por las discrepancias que mantenía con la Junta de Defensa del Arma de Infantería.
Estas Juntas de Defensa se habían creado en 1916 con el fin de defender los intereses de la Institución militar, especialmente en materia de ascensos y sueldos, alcanzando gran notoriedad y peso específico entre el personal del Ejército, convirtiéndose en un auténtico poder fáctico; sin embargo, tras el descalabro de Annual en el verano de 1921, algunas voces se alzaron contra las Juntas a las que culparon de aquel desastre, provocando una riada de desafecciones entre los Mandos militares, especialmente los africanistas más jóvenes, que solicitaron su baja en las citadas Juntas.
Uno de ellos fue, precisamente, el Teniente Coronel Millán Astray quien con fecha 7 de noviembre en un escrito dirigido al Ministro de la Guerra manifestaba su clara y beligerante actitud contra las Juntas, a la vez que solicitaba formalmente la baja en el Ejército.
Fueron muchas las adhesiones que, provenientes de toda España, recibió, por aquellos días, el fundador de La Legión; no solo Unidades militares, sino también Entidades sociales y culturales, estudiantes universitarios, etc., manifestaron su apoyo al Teniente Coronel Millán Astray y su beligerancia con las Juntas de Defensa.
Lanza-aguas fabricado por la S.E.C.N. en 1932 (Vehículos Blindados Españoles. Ed. Quirón)
Ciudades como Barcelona o Sevilla fueron escenario, los días 13 y 14 de noviembre, de importantes algaradas callejeras protagonizadas por grupos de estudiantes que se manifestaron en apoyo a Millán Astray y contra las Juntas de Defensa y el Gobierno; sirva como ejemplo Barcelona donde fue necesario el empleo de 100 Guardias de Seguridad de infantería y caballería para devolver el orden a las calles.
Madrid también fue escenario de estos desórdenes protagonizados, mayoritariamente, por grupos de estudiantes de las diferentes Facultades y Escuelas de la Universidad madrileña que, en la noche del 13 de noviembre, se concentraron en la plaza del Dos de Mayo iniciando un recorrido por diferentes calles de la zona hasta llegar a la de Fuencarral donde fueron disueltos por efectivos del Cuerpo de Seguridad.
Otro grupo de la misma procedencia se concentró en la Puerta del Sol iniciando su recorrido por la calle Montera hasta la Gran Vía, deteniéndose delante del Casino Militar donde se encontraban varios números del Cuerpo de Seguridad con el fin de proteger este centro recreativo contra un eventual ataque de los manifestantes. Como quiera que los ánimos se caldeasen y temiendo que pudiese producirse un intento de asalto al mencionado Casino Militar, se dispuso el concurso de un empleado municipal que, protegido por los Guardias de Seguridad presentes en el lugar, enchufó una manguera a un hidrante público para dirigir el chorro de agua contra los manifestantes que fueron rápidamente disueltos, siendo esta la primera vez que se empleó este medio de disuasión en España.
Ignoramos si después de aquel episodio volvió a registrarse el uso de este sistema con el fin de disolver a grupos de revoltosos, aunque vistos los resultados satisfactorios y el hecho de que este tipo de medios fuese empleado con cierta asiduidad por otras Policías de nuestro entorno parece indicar que si pudo haberse utilizado con posterioridad a esta fecha bien en Madrid, bien en otra de las grandes ciudades españolas.
Lo que sí sabemos es que la grave situación de deterioro del orden público en la que se sumió España tras la dimisión del General Primo de Rivera al frente del Gobierno y muy especialmente los gravísimos disturbios acaecidos el 24 de marzo de 1931 en la Facultad madrileña de San Carlos donde grupos de estudiantes, alentados por la FUE, atacaron a la fuerza pública incluso con armas de fuego, debieron influir para que la Dirección General de Seguridad, a cuya cabeza se encontraba el General Mola, decidiese la compra urgente, por un importe de 100.000 pts., de un camión-tanque lanzador de agua a presión con el fin de utilizarlo para reprimir este tipo de disturbios lo que evitaría, en buena medida, el uso por parte de la Fuerza de otras armas o instrumentos mucho más contundentes.
Muy poco o nada sabemos de las especificaciones técnicas de este camión-tanque, más allá de que se trata de un “Mercedes”, siendo el primer modelo de bussing fabricado en el mundo como nos refiere nuestro amigo C. Toumpsin, experto en la materia, y la única referencia que hemos encontrado proviene de la Revista Policía Española que, en su número correspondiente al 28 de marzo de 1931, inserta una fotografía del vehículo con un pie de foto en el que refiere que «los estudiantes van a tener, dentro de unos días, un nuevo enemigo. Pacífico, hidroterápico… Este tanque (en referencia al que aparece en la fotografía que ilustra el comentario), en el que el Estado se gasta cien mil pesetas -agua aparte-, está acondicionado para lanzar violentísimos chorros de agua que disolverán (y nunca mejor dicho) a los manifestantes. Ha sido encargado hoy por cable, y ya viene de camino…» lo que nos lleva a suponer, como ya hemos señalado, que no se trata de un camión encargado «ad hoc», sino de uno ya comercializado para su uso por otras Policías y de fabricación no nacional.
Uno de los primeros “bussing” de la Policía Armada
Sin embargo, con el advenimiento de la II República, tan solo diecisiete días después, y la inmediata destitución de Emilio Mola al frente de la D.G.S., el nuevo Gobierno debió entender que el cambio de régimen provocaría una disminución de los desórdenes y algaras, lo que provocó que se anulase el encargo de este camión-tanque del que no volvemos a encontrar referencia alguna.
Tienen que pasar nueve meses para encontrarnos, una vez ya consolidada la República, con una Ley fechada el 30 de enero de 1932 que prevé la adquisición de vehículos lanza-aguas, con sus accesorios, destinados a la Dirección General de Seguridad, adjudicándole un precio idéntico al consignado el año anterior; todo ello prueba que el vehículo pretendidamente adquirido en los últimos días del reinado de S.M. D. Alfonso XIII jamás fue recepcionado ya que carecería de sentido gestionar la compra de un vehículo de similares características cuando al disponer de uno con menos de un año de antigüedad.
En esta ocasión, sin embargo, si se establecen una serie de especificaciones técnicas que deberá poseer el vehículo en cuestión y así, el 5 de mayo siguiente, la Gaceta inserta en sus páginas el pliego de condiciones para la adquisición de un camión tanque de agua a presión con destino a los servicios de la Policía.
Con fecha 1º de agosto siguiente se resuelve la subasta, celebrada el día 16 de mayo, resultando ganadora la firma comercial «Sociedad Española de Construcción Naval» (SECN), domiciliada en Madrid, por un importe de 87.000 pts.
Pese a desconocer la fecha exacta de recepción del vehículo por parte del Cuerpo de Seguridad, si sabemos que en julio de 1933 -lo refiere la revista “Policía Española” en su número del 2 de agosto de ese año- este camión realiza, de forma satisfactoria, una serie de ejercicios tácticos en su base en la madrileña Avd. de Menéndez Pelayo.
No hemos encontrado dato alguno relativo a la vida operativa de este camión-tanque, como tampoco hemos logrado localizar la fecha de su baja en el Parque móvil de la Dirección General de Seguridad.
Como dato anecdótico referiremos que, andando el tiempo, tras la creación de la Policía Especial de Tánger, en marzo de 1953, y muy probablemente a instancias de la otra potencia administradora -Francia-, se asigna al denominado Escuadrón Español, entre otros medios móviles, dos vehículos lanza-aguas de los que desconocemos datos y características y que, una vez finalizado el despliegue de esta Policía, poco después de la declaración de independencia de Marruecos, son devueltos a España pasando a alojarse en el Cuartel de Francos Rodríguez en el que se construye un garaje especial para ellos cuyas obras son convocadas en pública subasta con fecha 13 de mayo de 1956, pasando desde entonces a prestar servicio en la Policía Armada de la plantilla de Madrid.
Autor
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José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.
Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.
Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.
Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.
Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022
Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)
"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)
"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)
"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).
"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).
"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).
Otras publicaciones:
"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)
"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).
"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).
"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).
"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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