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(sea militar, sea civil, sea obispo, sea catedrático, sea empresario o sea mujer… no feminista, ni político, claro) 

Sí, eso es lo que ya está pidiendo España, un Presidente del Gobierno con plenos poderes para hacer y deshacer, al menos dos años para que pueda evitar el estallido social que ya se otea en el horizonte. 

(Lo de Bismarck en Alemania o Cavour en Italia). 

Porque así no se puede seguir ni un día más…y esto ya lo decía Pedro. J. Ramírez el 15 de noviembre de 2009, cuando todavía no habíamos caído en el abismo de Sánchez y yo mismo recogí entonces en «PRnoticias» semanas después: 

 

UN SARGENTO DE HIERRO

«El poderoso y triunfante Pedro J. Ramírez pedía casi a gritos en su «pastoral» semanal de los domingos un sargento de hierro. «Por desgracia -escribe- tal como se va poniendo esto, España necesitará que las próximas urnas le traigan como mínimo un sargento de hierro y, a ser posible, un comandante de acero». O sea, un Dictador al estilo romano, porque no hay que olvidar que la figura del Dictador salió del Senado de Roma. Aquellos Dictadores, a los que se les concedían plenos derechos para hacer y deshacer, se nombraban por un tiempo limitado y ante una situación de emergencia nacional. Mal, muy mal, tiene que ver las cosas Pedro Jota para que ya diga que aquí hace falta una mano de hierro o de acero. Y no pide un general porque eso trae malos recuerdos y además ya no quedan. Y lo gracioso es que el director de «El Mundo» tiene razón. Aquí hace ya falta un dictador que acabe con el cachondeo general que vive la antigua grande Nación española. Un Dictador que ponga patas arriba el Estado de las Autonomías y acabe con la sangría y el pitorreo de los 17 Reinos de Taifas (¡Dios, cuantos miles de millones de Euros nos ahorraríamos!). Y no sólo eso. Un Dictador que metiese en la cárcel sin contemplaciones a los millones de corruptos que se están llevando España a trozos y trocitos a sus casas, sus fincas o sus Yates. (Tendría que introducir en el Código Penal el Delito de Alta Traición para castigar a los ladrones de guante blanco, porque ¿qué diferencia hay entre el que vende un secreto de Estado al enemigo o el que roba el dinero del Estado?). Un sargento de hierro que acabase con el cachondeo que son hoy los partidos políticos y los refundiera con los restos; que refundiera los sindicatos y acabase con las subvenciones millonarias a dedo… y si preciso fuere que cambiase el Régimen por otro, como sucedió el 14 de abril de 1931, y sin derramar una gota de sangre. Que España se acostó una noche monárquica y se levantó republicana ¡y no pasó nada! 

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Y todo esto debe hacerse, puede hacerse, hay que hacerlo al estilo Fernández Miranda cuando en 1976 (estos días se cumplen 33 años) se inventó la Ley para la Reforma Política que se cargó el franquismo y trajo la democracia: «De la Ley a la Ley a través de la Ley». Tampoco entonces pasó nada y hubo un Cambio total. 

La Democracia tiene fuerza suficiente para acoger un sargento de hierro, ese que pide con acierto Pedro Jota Ramírez. Lo malo es que estos políticos no están dispuestos ni capacitados para hacerse el «hara-kiri», aunque España se hunda en el precipicio. ¡¡Fuera gorros¡¡» (01/02/2010) 

¿Y qué tendría que hacer ese Cirujano de hierro? ¿Y cómo?… De momento dando vacaciones, también por dos años mínimos y «sin sueldo», a Ministros y asesores ministeriales, a Diputados y Senadores, a Dirigentes Sindicatos oficiales y CEOE y «Chiringuitos» (salvo los ultranecesarios que considerase su Obra) 

E inmediatamente después a lo que Jesús Cacho pide hoy en su artículo de los Domingos, tras recuperar el dicho de Pedro J: 

 

Esto no tiene arreglo más que con cirugía de campaña… 

«Y, ¿qué ha hecho Europa para combatir este cáncer terminal? Nada, regodearse en su infortunio. Incrementar exponencialmente el mal con nuevas metástasis. Con el agravante de que ha sido la derecha la que ha asumido casi en exclusiva el papel de garante de esa socialdemocracia desvencijada, ese Estado paternalista que todo lo invade achicharrando la iniciativa privada. La derecha como gestor atontado de un modelo, el socialdemócrata, claramente agotado, del que se han ido desprendiendo cual frutos maduros los partidos socialistas (el francés, el italiano, el griego, con el portugués jugando a liberal) hasta desaparecer. El socialismo muere y, donde sobrevive, se radicaliza, se echa al monte, caso del PSOE de Sánchez. Pero esa derecha que ha renunciado a los viejos principios no tiene ya capacidad para gestionar el monstruo de unos Estados inmanejables, quebrados en su mayoría, con una deuda superior a los bienes y servicios que un país como España es capaz de producir en un año entero. El desafío se ha convertido en inabarcable para nuestros aprendices de Rajoy. Ya nadie puede ocultar la necesidad de una revisión integral del modelo, revisión que va mucho más allá de su vertiente puramente económica para, de forma obligada, invadir terrenos naturalmente de la política (la calidad de la democracia, la regeneración de las instituciones, el desalojo de las mafias, tipo Garzón & Delgado, que han copado el aparato del Estado) y social (la batalla cultural contra esa parodia llamada progresismo woke y la lucha sin cuartel contra las sanguijuelas progres acostumbradas a vivir de los impuestos del ciudadano).» 

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Y yo me pregunto… 

¿Podría ser ese Sargento de Hierro, ese Dictador civil y democrático Don Alberto Núñez Feijoo? 

Y yo me respondo taxativamente, NO. 

Me temo que un hombre de Centro y tan alejado de la guerra política y al guerracivilismo que ya está presente en el tablero nacional diga y haga lo que aquel Rey Don Amadeo: («Ahí os quedáis y mataros vosotros, que yo me marcho ahora mismo») y se vuelva a su Galicia, donde sólo hay gallegos. 

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.