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Uno de los reyes y quizá en general de los personajes más atractivos e interesantes no solo de la Edad Media sino de toda de la historia de España es el rey Alfonso XI de Castilla y León, de la llamada casa real de Borgoña, que reinó durante la primera mitad del siglo XIV. Su reinado se caracterizó por las luchas épicas contra los musulmanes de lo que entonces se conocía como Imperio de Marruecos y del reino musulmán de Granada.

Nacido en Salamanca en 1311 era hijo del rey Fernando IV y Constanza de Portugal. Subió al trono con un año. La mayoría de edad la alcanzó a los 14 años, en 1325 que es cuando empieza su reinado efectivo, tras la muerte de sus tutores, los infantes Juan y Pedro, su tío y tío abuelo respectivamente en una campaña contra los moros de Granada. Tras otra breve tutoría de su abuela, la gran reina María de Molina, en 1325 Alfonso, no queriendo más tutores, se hace de modo efectivo con las riendas del poder, aunque realmente no era más que un adolescente, casi un niño. Ya entonces mostraba la fuerza de carácter y determinación que marcaron su personalidad.

Desde muy joven se ocupó de llevar a cabo una gran obra de fortalecimiento del poder real, no dudando en ejecutar a posible opositores y nobles rebeldes. Sofocó rebeliones en Asturias, León, e hizo ejecutar por sorpresa por medio de sicarios al Señor de Vizcaya, Juan de Haro, conocido como Juan, “el Tuerto”, que era uno de sus principales opositores nobiliarios tras atraerle a una entrevista en Toro para negociar y pactar. Este hecho ayudaría a allanar el camino para la definitiva incorporación de Vizcaya a la Corona de Castilla en 1379, cuando se extinguió la dinastía de los Haro que había gobernado el Señorío de Vizcaya hasta entonces.

La lucha contra el Islam será también uno de los grandes sellos distintivos del reinado por no decir el principal. Alfonso mantendrá enormes guerras, decisivas para el futuro de España, contra su gran enemigo, el sultán del Imperio Benimerin, Abul Hassan,en lo que hoy es Marruecos. A partir de 1333, las tropas marroquíes invadieron el sur de España y se apoderaron de Gibraltar, Algeciras y pusieron asedio a Tarifa, en alianza con Yusuf I, rey de Granada. Toda España quedó en gravísimo riesgo, como reflejan las Crónicas de la época ya que las fuerzas del imperio Benimerin eran mucho más numerosas que las de Castilla y Aragón. Las ciudades clave del Estrecho quedaron en manos de los musulmanes.

Alfonso movilizó entonces a las fuerzas de Castilla en una larga guerra. Contó con ayuda de la marina de Aragón pero la escuadra cristiana fue derrotada por la marroquí en 1340. Finalmente el cerco de Tarifa fue levantado en la épica batalla del río Salado, el 30 de octubre de 1340. Fue, sin exageración, una de las mayores batallas de la historia de Europa hasta aquel momento. El ejército castellano, con ayuda de tropas portuguesas, de unos 25.000 hombres aproximadamente en total, se enfrentó al ejército marroquí de Abul Hassan y al del rey de Granada, de cerca de 90.000 hombres, según las Crónicas. Autores actuales rebajan estás cifras a 50 o 60.000 pero ello no rebaja en absoluto la importancia histórica de la batalla. Las dimensiones de la batalla fueron probablemente mayores a la de las Navas de Tolosa de 1212. Además 130 años después había mayores posibilidades logísticas de mover grandes cantidades de soldados. Las tropas castellanas se enfrentaron al enemigo más fuerte, los marroquíes y las portuguesas a los granadinos. Alfonso XI luchó a caballo como un guerrero más, con gran valor según todas las fuentes. La batalla, enormemente sangrienta, estuvo muy indecisa hasta que el ataque por sorpresa de tropas cristianas desde la sitiada Tarifa, provocó el pánico entre los musulmanes y la batalla se convirtió en una gran victoria cristiana. La victoria proporcionó a Alfonso una gran fama en toda Europa.

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En los años siguientes la guerra continuó con el asedio y toma cristiana de Alcalá la Real (llamada por los moros Qualat Ben Said) y con el durísimo asedio, terrestre y naval, de Algeciras (1342-1344), que fue tomada finalmente por las tropas de Alfonso tras vencer a los musulmanes en la batalla del río Palmones. Alfonso, que siempre dirigía en persona los asedios y participaba personalmente en muchos combates, moriría en 1350 durante el asedio de Gibraltar a causa de la epidemia de Peste Negra que devastaba Europa desde 1348.

Hay que resaltar también el interés del rey en fortalecer el poder de la Corona frente a la nobleza, como refleja su famoso código legislativo conocido como el “Ordenamiento de Alcalá”, de 1348. Una política precursora de la que más tarde llevarán a cabo los Reyes Católicos. La cultura también fue cultivada por Alfonso XI, aunque fuese a su mayor gloria. Acerca de su reinado contamos con la magnífica Crónica de Alfonso XI, escrita por el cronista Fernán Sánchez de Valladolid, por orden del rey. Es una de las mejores crónicas europeas de la época. Con cerca de 700 páginas narra con detalle todos los acontecimientos políticos del reinado y sobretodo describe exhaustivamente todos los hechos militares y batallas del reinado.

También disponemos de otra joya de la literatura hispana medieval en el famoso Poema de Alfonso Onceno, un extenso poema épico que narra con realismo y rigor histórico (con excepción de alguna licencia poética como la aparición esporádica nada menos que del mago Merlín) el reinado y sus guerras en casi 2.500 estrofas a cargo del monje de la época Rodrigo de Yáñez, quien por cierto se refiere siempre a Alfonso XI como “rey de España”. Otra clara demostración de que la idea de España estaba siempre presente en la Edad Media. Y por si esto fuese poco no hay que olvidar el Libro de la Montería de Alfonso XI, una obra también de gran interés que describe los montes y bosques españoles de la época y su abundancia de animales de caza o montería, siendo la caza una gran afición para el rey y la nobleza. Esta obra fue escrita en parte por el propio Alfonso XI.

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Los restos de Alfonso XI descansan actualmente en la Real Colegiata de San Hipólito de Córdoba. En definitiva, un apasionante reinado en una época decisiva para la historia de España.

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