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SI tuviéramos que definir la sociedad moderna de una manera breve y descriptiva, diríamos que es la civilización del «stress». El «stress» es la «dolencia misteriosa de la civilización». Pero, ¿qué es el «stress»?, ¿cuáles son los mecanismos del «stress» en el organismo humano?, ¿cuáles son sus consecuencias para nuestra salud, nuestro trabajo, nuestras relaciones personales?, y sobre todo, ¿de qué manera y con qué métodos podemos controlar y dominar el «stress»?

A estas importantes preguntas vamos a dar respuesta en las líneas que siguen. 

Aclaración

Varios lectores se han dirigido a mí, cuando han leído el primer capítulo de la serie, para saber  si yo soy doctor en psicología o de cualquier otra especialidad médica universitaria y de entrada tengo que decir: ¡¡NO!!… ni soy psicólogo acreditado por ninguna Universidad ni soy médico.

¿Por qué, entonces, me atrevo a escribir de “stress” siendo una cuestión eminentemente psicológico? (según el doctor Hans Seryi, el padre del término y su naturaleza, pero sí por algo que viví y tenía guardado en mi “Baúl de los recuerdos”)

Verán, a finales de los años 80 del siglo pasado el inquieto y ambicioso Doctor fundador de las “Clínicas Figuramas”, don José María Acebal Utrilla, puso en marcha, preparado, claro está por sus estudios en Estados Unidos, el primer “Instituto Español contra el Stress” y  por su propia orden de selección me eligió a mi como Jefe de Prensa del invento.

Naturalmente, todo el resto del personal (3 mujeres y 2 hombres) hasta las secretarias y las recepcionistas, eran titulados por la Universidad y el propio Doctor Acebal se había especializado en “stress” en algunas Universidades americanas.

Pero antes de abrir sus puertas (1989) hubo que hacer un “Dossier” para el Marketing y el lanzamiento público en los Medios españoles y ese fue mi primer cometido. Para ello tuve que encerrarme con los 5 profesionales, separados por especialidad y recoger las ideas base del “stress”…. Y cuando tuve todas las “notas” de los profesionales me senté al ordenador y di forma al “Dossier” del “Instituto español contra el stress” que sirvió para su apertura formal, en el centro de Madrid.

Pues, aquel “Dossier” es el que me ha salido del “Baúl de los recuerdos”  y el que le he ofrecido para su publicación a este amable e inquieto “Correo de España”.

Así que pasen y lean. Hoy publicamos el tercer capítulo. 

¿Interviene el cerebro en la reacción de «stress»? 

Los últimos trabajos sobre el sistema nervioso central (cerebro) y, sobre todo, los del profesor Guillemin, Premio Nobel de Medicina, aportan unos informes de primera importancia sobre el papel del cerebro en el «stress». 

Citamos textualmente sus palabras: «El cerebro interviene en la reacción de “stress” y de dos formas: una que pone en acción a nuestro cerebro consciente, y otra, las partes del cerebro que funcionan sin que nosotros seamos conscientes de ello».  

«Las acciones-respuestas son debidas al funcionamiento de la parte del cerebro que se llama el córtex. Pero incluso esos aspectos voluntarios de respuesta consciente están considerablemente influenciados, en particular en intensidad, por el funcionamiento de otras regiones del cerebro que reaccionan sin que seamos conscientes del hecho». 

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El cerebro es el cuartel general de donde parten todas las órdenes (sean nerviosas o en forma de hormonas) que tenderán a que nuestro organismo se adapte a las situaciones de «stress» agudo o crónico. 

Si la situación de «stress» prosigue un tiempo excesivo (semanas, meses, años), nuestros mecanismos de adaptación o de defensa acaban por funcionar de una manera anormal, y ello puede ser fuente de problemas adicionales; por ejemplo, de hipertensión arterial, de úlceras de duodeno, de estómago, etcétera. 

¿Cómo se manifiesta el «stress?  

La expresión clínica de «stress» es muy variada:

Fatiga, física o intelectual. 
Falta de energía. 
Ausencia de gusto para hacer cualquier cosa. 
Dificultad de concentración. 
«Vacíos de memoria». 
Fatiga sexual. 
Descenso del deseo. 
Dificultades de erección. 
Dolor de espalda, riñones, piernas… 
Impaciencia, irritabilidad. 
Nerviosismo, ansiedad. 
Tristeza y desaliento. 
Relaciones sociales y familiares difíciles y tensas. 

 

Trastornos funcionales psicosomáticos:

Dolor de cabeza en la frente, en el occipital… 
Pesadez de cabeza o jaqueca. 
Latidos acelerados del corazón. 
Sensación de constricción o de opresión en la zona del corazón. 
«Calambres» o dolor de estómago. 
Diarrea o estreñimiento. 
Ardores de estómago. 
Pérdida de apetito o, por el contrario, bulimia. 
Erupciones cutáneas fugaces. 
Alteraciones del sueño que se presentan nada más dormirse o, con más frecuencia, en la segunda parte de la noche. 

 

La persona sometida a «stress» se irrita por lo más mínimo y no tiene ya paciencia para escuchar ni a los compañeros, ni siquiera a su cónyuge, ni a los hijos. Todo le pone nervioso y nada le satisface; con frecuencia siente ganas de abandonarlo todo, de no hacer nada ni de emprender asunto alguno. Todas estas señales, evidentemente, no se presentan asociadas en el mismo sujeto ni aparecen al mismo tiempo. Una manifestación aislada y pasajera es completamente normal y no es significativa. Lo peligroso es la repetición o la persistencia de esas diferentes señales de alarma que hemos de considerar y que deben llamarnos la atención, ya que son testimonio de un estado de «stress» crónico cuya persistencia puede engendrar una patología caracterizada por úlcera de estómago, hipertensión arterial, infarto, depresión nerviosa, psoriasis, impotencia sexual, etcétera. No hay que esperar a que «eso se venga abajo» para adquirir conciencia del hecho y ponerle remedio. Nuestro poder de adaptación tiene unos límites.  

«Stress» y trastornos cardíacos  

Los distintos estudiosos del tema coinciden en que el factor más significativo en las enfermedades cardíacas y en el riesgo de infarto es un estado de vida tensa

La relación entre el «stress» y el sistema nervioso cardio-vascular ha adquirido una base científica después de los trabajos de Cannón y las investigaciones del profesor Hans Selve. 

Las manifestaciones cardíacas del «stress» emocional están vinculadas a la puesta en juego del sistema endocrino. 

Angustia latente o cólera reprimida: 

Taquicardia y aumento del caudal cardíaco sin elevación significativa de la tensión arterial. 

Excreción elevada de adrenalina.  

Cólera expresada o agresividad: 

Aumento de la presión y del caudal cardíaco, sin taquicardia. 

Movilización de noradrenalina.  

Liberación de catecolominas, hormonas segregadas por las glándulas suprarrenales y liberadas igualmente a nivel de las terminaciones nerviosas. 

Estas hormonas provocan una aceleración del ritmo cardíaco y facilitan la aparición de las aceleraciones del ritmo por diversos mecanismos.  

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«Stress» y trastornos digestivos 

A la pregunta de ¿cuál es el papel del «stress» en los trastornos digestivos? hay 

que responder que es ESENCIAL, ya que lo encontramos en todos los recodos de la patología digestiva. 

En el hombre hay numerosas circunstancias que son el origen de ulceraciones, con frecuencia hemorrágicas: un choque reciente, infección septicémica, insuficiencia renal aguda. Todos éstos son elementos de «stress» mayor

Pero al lado de esas ulceraciones gástricas agudas hemos de situar la úlcera gastro-duodenal crónica. Personas sometidas a un «stress» continuo y prolongado, que normalmente reaccionan con hiperacidez o tensión estomacal ante el mismo «stress», serán candidatos a desarrollar una úlcera o trastorno gastrointestinal. Algunos prefesionales, como, por ejemplo, pilotos, controladores aéreos, ejecutivos de medio y alto nivel, etcétera, son candidatos corrientes a la úlcera.  

«Stress» y su relación con el trabajo 

Cualquier tipo de trabajo moviliza casi todos los sistemas fisiológicos. Por eso, el RENDIMIENTO en el trabajo constituye el índice más exacto y completo del estado funcional del organismo. Sobre todo en ciertos trabajos, el hombre moderno, asaltado por una sobreabundancia de información, se ve obligado a elegir, a seleccionar y a decidir.  

El hombre primitivo reaccionaba de dos maneras ante las agresiones del medio: ATACABA O HUÍA. El hombre moderno no puede huir, tiene que enfrentarse a unas responsabilidades diarias. 

El ejecutivo de constitución frágil («stressable») tendrá dificultades para decidir, perderá eficacia en su trabajo, se inhibirá de sus responsabilidades, se sentirá tenso ante el reto y la superación en el trabajo. ¿Cómo solucionar estos problemas? ¿Cómo ser más productivos, más efectivos, cómo decidir mejor, cómo afrontar los retos que supone la vida moderna? 

A todas estas preguntas tendrá que enfrentarse el hombre de hoy. 

 

CONTINUARÁ 

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.