20/09/2024 22:34
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La producción cinematográfica española sobre la Guerra Civil española en democracia es tan ingente como sesgada. Cuesta sin embargo encontrar películas en donde la acción transcurra en Madrid capital durante el periodo 1936/1939. Ni antes ni después. DURANTE. Yo recuerdo vagamente ‘Las bicicletas son para el verano’ y en realidad se cuenta otra historia, con la guerra civil muy, muy de fondo.
¿Por qué ese vacío cinematográfico a la hora de desarrollar la Guerra Civil española en la capital de España durante precisamente el periodo de conflicto bélico? La respuesta es bien sencilla: porque ineludiblemente esa película no podría obviar la brutal represión que las organizaciones sindical revolucionarias del Frente Popular llevaron a cabo de manera criminal y despiadada en la capital de España, en una ciudad que por aquel entonces contaba con 1’5 millones de habitantes, y echaría por tierra irremisiblemente toda la parafernalia construída a partir de la Ley de Memoria Histórica.
18 de julio de 1936, Madrid, 3 Gobiernos con su Presidente y sus Ministros proclamados y derrumbados sin solución de continuidad en poco más de 24 horas, hasta la decisión crucial adoptada por el Gobierno de Juan Giral de entregar todas las armas ‘al pueblo’. ¿Al pueblo? A un ejército de milicianos pertenecientes a las organizaciones sindicales y a los partidos políticos del Frente Popular. Esa decisión acabó con todo atisbo de democracia, legalidad y republicanismo y dio carta de naturaleza a una actividad criminal y asesina de represión sistemática de persecución y exterminio SIN PRECEDENTES en nuestra Historia de toda aquella persona no adherida a los partidos u organizaciones del Frente Popular. La represión sobre población civil no combatiente y en retaguardia NO TIENE NINGUNA JUSTIFICACIÓN, y al ejecutarse esta de manera psicopática, matonil, gangsteril, sádica e indiscriminada y EN CANTIDADES INDUSTRIALES, elimina toda pátina de legitimidad y dignidad para que aquella II República se arrogase cualquier valor democrático. Una II República en Madrid en donde ya no había republicanos, sólo matones milicianos y criminales que contaban con total impunidad para detener, torturar, robar y fusilar a civiles no combatientes.
Y precisamente esa represión injustificada es la que pretende ocultar la Ley de Memoria Histórica, y por eso se obvian aquellos 3 años infames en Madrid capital.
Y en ese contexto de persecución, miedo ,terror y caza despiadada al ser humano, jugaron un papel esencial los porteros y porteras de cada edificio, finca, casa o bloque de viviendas de la capital de España. Un aparato de represión gigantesco al servicio de las diferentes milicias de sindicatos y partidos políticos que se hicieron con el poder a través de la destrucción del Estado de Derecho, del hundimiento de las Instituciones, del asesinato y depuración de los funcionarios, policías y guardias civiles que hasta entonces defendían la legalidad vigente, y su sustitución por un ejército de asesinos y matones para la consecución de sus fines criminales.
Madrid se convirtió a partir del 18 de julio de 1936 en una ciudad punteada de miedo, terror, dolor, angustia y persecución sistemática de una ficticia ‘quinta columna’, que sirvió como excusa para llevar a cabo las mayores atrocidades del siglo XX español.
La desmantelación del Estado republicano en favor de un régimen de terror se llevó a cabo mediante el decreto de depuración funcionarial del Gobierno Juan Giral el mismo mes de julio de 1936. Las cesantías se publicaban en el Boletín del Estado y seguidamente los nombres y dirección de los cesados por ‘desafectos’ se hacían públicos en publicaciones como La Gaceta y otras tantas dirigidas por el PCE, PSOE, CNT, FAI…suponían la sentencia de muerte para el hombre y mujer señalado. Rápidamente se creó el Juzgado Especial de Porteros, con la obligación de delatar a todo aquel vecino considerado ‘faccioso’, sin pruebas, sin expedientes, sin dejar rastro.
Con la vergonzosa huida del Gobierno a Valencia aquella madrugada del 6 de Noviembre de 1936, con nocturnidad, cobardía y alevosía, Madrid quedaba bajo el férreo control de una Junta de Defensa Militar en la que el PCE ostentaba ya el poder absoluto para llevar a cabo una represión aún más despiadada y feroz. Todo el cuerpo legislativo publicado desde entonces redundaba en otorgar impunidad total a los milicianos para que llevaran a cabo la labor de exterminio sistemático de todo aquel considerado ‘sospechoso de ser faccioso’ y en esa despiadada labor de represión de retaguardia no se respetó nada: ni condición social, sexo, edad o circunstancias personales.
Se llevó a cabo un censo completo de cada edificio de los 10 distritos con los que contaba Madrid entonces, y cada bloque de viviendas y cada finca contaban con el denominado COMITÉ DE VECINOS, dirigido por 3 milicianos. Cada 20 comités de vecinos conformaban el COMITÉ DE BARRIADA y estos a su vez formaban el COMITÉ DE SECTOR y el COMITÉ CENTRAL al servicio de la Junta de Defensa Militar organizada a partir de los Consejos…todos del PCE.
Se crearon órganos como los Tribunales populares, el SIM, el Comité Provincial de Investigación Pública, proliferaron más de 200 chekas en la ciudad. Todo un entramado alegal al servicio de la represión, la tortura y el asesinato sistemáticos, de los fusilamientos masivos. En definitiva, la INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA REPRESIÓN EN RETAGUARDIA. Con total impunidad, con absoluta crueldad.
El CPIP fue un tribunal revolucionario en el que estaban representados todos los partidos políticos del Frente Popular más la CNT. Dicho tribunal decidía la suerte del detenido en juicios sumarísimos: libertad, fusilamiento o cárcel. Los acuerdos de fusilamiento se hacían constar mediante una ‘L’ de libertad añadiéndole un punto junto al nombre del pobre infeliz. Poseía sus propios grupos de investigación, liderados por auténticos psicópatas como el anarquista Felipe Sandoval alias ‘Doctor Muñiz’, grupo de prorrumpió en la cárcel Modelo el 22 de agosto de 1936, propiciando la que fue la primera gran matanza institucionalizada en aquel Madrid milicianado.
¿Cuál fue el listado de víctimas por profesiones? El mayor número de víctimas correspondieron a 2935 obreros. Un movimiento obrero ejecutando precisamente a obreros. Curioso…o no.
El segundo grupo más represaliado fue el de los militares con 1456 fusilados, seguido de los religiosos con 1158 víctimas. El cuarto fue el de arquitectos , ingenieros y profesionales liberales con 1118 ejecutados, y el quinto el de los comerciales e industriales con 1087 asesinados. Los siguientes fueron los estudiantes con 862 fusilados. 302 guardias civiles fueron asimismo ejecutados. 235 funcionarios de policía corrieron la misma suerte. Médicos y sanitarios tampoco se libraron de la dinámica genocida con 156 fusilados. La Casa de Campo,, El Pardo, la Dehesa de la Villa, El Retiro, el Parque del Oeste, los Altos del Hipódromo, , la Ciudad Universitaria, la Pradera de San Isidro, , los cementerios del Este, Aravaca, Carabanchel, , Vallecas, Chamartín, o Fuencarral fueron escenarios de las ejecuciones masivas. Las cunetas de la carretera de Burgos, Valencia, Extremadura, Andalucía se atestaron de cadáveres a los que la macabra nomenclatura miliciana denominó ‘besugos’. Testimonios como los de Clara Campoamor, Elena Fortún o Julián Marías, republicanos de izquierdas, dan fe de las atrocidades diarias cometidas por las distintas milicias del Frente Popular.
Fueron ejecutados tantos guardias de asalto, guardias civiles y policías que hubo de reorganizarse el Cuerpo de Investigación y Vigilancia mediante decreto del 7 de agosto de 1936. El último y único bastión de la legalidad, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, fue literalmente exterminado en pocas semanas en aquel Madrid del Terror Rojo durante las jornadas de fusilamientos frenéticos y masivos a partir del 18 de julio de 1936. Ejecutar a un policía y que el miliciano se quedara con su placa identificativa era como un trofeo y le otorgaba al asesino aún mayor impunidad en su diaria actividad represiva criminal.
Las embajadas se encontraban atestadas de verdaderos refugiados, y la labor del cuerpo diplomático internacional desenmascaró toda esta Institucionalización del terror. Pero esto claro, lo ocultarán los usufructuarios de la Memoria Histórica de forma deliberada.
El escritor Pedro Corral, autor de ensayos como Esto no estaba en mi libro de la Guerra Civil, Si me quieres escribir (sobre la batalla de Teruel) o Desertores, ha tenido acceso a una monstruosa base de datos como el Archivo Histórico Nacional, el Archivo General Histórico de Defensa, el Portal de Archivos Españoles, el Centro Documental de Memoria Histórica, el Centro de Documentación de Cruz Roja Española o la Biblioteca Nacional de España, para confeccionar este ensayo imprescindible, construido a partir de microhistorias, REALES, que ocurrieron durante aquellos 3 años de represión y terror en el Madrid Rojo, que demuestran que el aparato de represión y exterminio fue sistemático, metódico e institucionalizado y que por supuesto JAMÁS TE CONTARÁN EN NINGUNA PELÍCULA ESPAÑOLA NI APARECERÁ EN TODAS LAS LEYES DE MEMORIA HISTÓRICA QUE PROMULGUEN PSOE, PODEMOS y que este Pepé acepte, tolere y aplique sin rechistar.

 

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