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Primero hacemos un poco de historia, para situarnos, y luego nos referiremos a la etimología de Nájera, a su toponimia, si no les parece mal. Trataremos de recopilar algunos de los nombres que ha tenido esta ciudad a lo largo de su historia y su posible procedencia.
El año 923 Sancho Garcés, ayudado por Ordoño II, conquista a los árabes el valle del Iregua y gran parte de La Rioja Alta y Media.
Los reyes de Pamplona se vieron obligados a dejar los Pirineos y su capital para estar más cerca de sus enemigos sarracenos y poder así vigilar sus movimientos y continuar con la Reconquista. Pretenden además cerrar la penetración musulmana hacia el norte por el portillo del Ebro y controlar igualmente a los nobles cristianos que se mueven entonces inquietos por Castilla para ampliar sus dominios, como sucedió mucho más tarde con los de Aragón. Unos y otros, después del magnicidio de Sancho el de Peñalén, terminarían por imponerse en La Rioja de hoy, y que desapareciera el Reino de Nájera. Pero volvamos a los comienzos de este reino.
Como decimos, los reyes de Pamplona fijan su residencia en Nájera y en esta ciudad viven y celebran su Curia con nobles y obispos, en especial durante los reinados de Sancho III el Mayor, García el de Nájera y Sancho el de Peñalén. Pamplona viene a ser la capital del Reino Pirenaico. Nájera se convierte en la capital exterior del mismo, desde la cual se hace frente al avance de los árabes, siendo al mismo tiempo, como decimos, muro de contención contra la expansión de otros reinos y nobles cristianos.
En este escenario se desarrolla la ciudad de Nájera, que ya era población relevante anteriormente, durante el dominio musulmán en La Rioja.
Sin embargo el nombre de Nájera no parece tener parentesco con el romance, ni tampoco con el latín; tampoco se hallan antecedentes en época visigoda o hispanorromana. Su nombre en árabe significa “nido de águilas”, por sus cuevas, cortaduras y picachos. Nasr es un nombre árabe de persona; Villanasur podría significar “villa de las águilas”. Es posible también que fuera nombre de procedencia celta, por algunos restos cerámicos hallados en su castillo.
Para definir a Nájera aparecen varios nombres: Nagara (Naggara, Najara); Nagera (Najera, Nagela); también Naiara (Naiera, Naigara, Naiala, Naila, Nayra); Nasara (Nazara, Naçara, Naxera); y en consecuencia se conocían como nagarensis, naiarensis, nazarensis o nagabensis a todos por najerinos. Los cronistas árabes llamaron a Nájera, según Cillero, con los nombres de Nassa, Naxis, y Najira; y según el arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada, la conocían cpmo Anagara.
¿Y con qué nombre nos quedamos? Por lo pronto con Nájera, aunque no nos desagraden los nombres de Naiara, Naxara o Nasara, pero sólo por razones estéticas. Lo que no tenemos tan seguro es que Tricio (Tritium) y Nájera fueran una misma cosa. Así lo dan por cierto muchos historiadores. Ya lo decía el mismo Cicerón: No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.
Dicho sea de paso, el panteón de los reyes medievales, el coro y el claustro, son dignos de visitar. En el claustro tiene lugar cada año, en el mes de julio, un espectáculo de luz y sonido para recordar el pasado histórico altomedieval del monasterio. Hace unos años, cuando los actores hacían referencia a un posible castigo divino, sonaron truenos, rayos y centellas, con tanto realismo, que todos los espectadores nos quedamos maravillados. Unos minutos después comenzaron a caer unos gotones de agua tan voluminosos y frecuentes, que nos devolvieron a la realidad, Eran de verdad, y el espectáculo tuvo que ser suspendido por la inoportuna tormenta de verano.
Algo parecido le sucedió a la primera esposa del rey Felipe V el Animoso, María Luisa Gabriela de Saboya, cuanto el rey estaba metido en la tarea de defender sus derechos a la corona española en Cataluña. Iba la reina camino de Barcelona, para reunirse con su marido, el primer Borbón español, cuando un brote de peste en Logroño la retuvo una semana en Nájera. Los najerinos se esforzaron en festejos para distraer a la reina y a su hijo Luis, entonces un bebé. Y en esta ciudad le llegó la buena noticia de la victoria de Felipe V frente a sus opositores.
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